Centenario del Patriarcado Ortodoxo Rumano
En 2025, la Iglesia Ortodoxa Rumana marca el cumplimiento de dos épocas redondas de su historia. El primero es el 140 aniversario de la autocefalia, en 1885, y el segundo es el centenario del Patriarcado, en 1925.
![Patriarhul Daniel (foto: Agerpres) Patriarhul Daniel (foto: Agerpres)](https://www.rri.ro/wp-content/uploads/2025/02/Patriarhul-Daniel-foto-agerpres.jpg)
Steliu Lambru, 10.02.2025, 14:12
Para detallar el significado simbólico del segundo momento, el centenario, hablamos con el historiador Dragoș Ursu, del Museo Nacional de la Unión en Alba Iulia:
«Después de las unificaciones de Besarabia, Bucovina y Transilvania en 1918, nos hallamos en un momento eclesiástico en el que la Iglesia Ortodoxa Rumana era la más relevante. Al menos así fue desde el punto de vista cuantitativo, y no solo en aquella época, porque sabemos que en la Rusia soviética hubo todo un proceso de represión de la Iglesia, quedando la Iglesia rusa casi abolida. Así, la ortodoxia rumana era la más fuerte en ese momento y se planteó, en primer lugar, el problema de la unificación de la iglesia. En 1918, después de la formación de la Gran Rumanía, teníamos cuatro tradiciones eclesiásticas diferentes: la de la Monarquía, la Metrópoli de Transilvania, la Metrópoli de Bucovina, que pertenecía al lado austriaco del dualismo austro-húngaro, y la Metrópoli de Besarabia, sometida durante más de 100 años a la rusificación. De alguna manera, estas cuatro tradiciones tenían que ser unidas. Fue un proceso que se llevó a cabo con éxito durante seis años, finalizando en 1925. Junto a las unificaciones eclesiásticas, estaba también la cuestión de la proclamación del Patriarcado rumano, una iglesia de tal magnitud, con más de 15 millones de creyentes, que en aquel momento era, diría obviamente y teniendo en cuenta nuestro patriotismo local, la iglesia ortodoxa más vigorosa. El Patriarcado Ecuménico estaba bajo la presión de los turcos, de la nueva república turca, y la Iglesia rusa estaba bajo la presión del estado soviético. Así que la ortodoxia rumana era la más fuerte y merecía este estatus de patriarcado».
Finalmente, el año 1925 iba a ser el año de la culminación de un proceso que consagró simbólica, política y administrativamente a la nueva entidad. Dragoș Ursu nos cuenta:
«El año comienza con la sesión sinodal del 4 de febrero de 1925 cuando, a propuesta del metropolitano Nectarie de Bucovina, se aprueba la decisión sobre la elevación al rango de patriarcado. Luego, pasa por el Senado y el Parlamento la aprueba. En el verano y el otoño de 1925, en agosto y septiembre, el Patriarcado Ecuménico emitió la ley de reconocimiento, desde su punto de vista, de la Iglesia que hasta entonces había protegido a la Iglesia ortodoxa rumana. Y el 1 de noviembre de 1925 tuvo lugar la ceremonia simbólica de la entronización del Metropolitano Primado Miron Cristea como Patriarca de Rumanía. En lo que llamamos la elevación al rango de Patriarcado, este proceso abarca dos elementos: por un lado, la unificación eclesiástica de las cuatro tradiciones institucionales ortodoxas después de las uniones políticas de Besarabia, Bucovina y Transilvania con el Reino de Rumanía en 1918 y, por otro lado, implícitamente, el reconocimiento de esta nueva Iglesia, mucho más grande y mucho más fuerte, a nivel de toda la Ortodoxia europea y mundial, elevándola al rango de Patriarcado».
Hemos preguntado a Dragoș Ursu cómo resumir los méritos de los seis patriarcas ortodoxos rumanos hasta ahora:
«Si hacemos un breve repaso, con una sola frase, de los patriarcas, podemos decir que Miron Cristea fue el patriarca de la unificación y el primer patriarca de la Iglesia ortodoxa que sentó las bases para el desarrollo institucional y teológico-educativo de la Iglesia. Nicodim Munteanu, el segundo patriarca, es el patriarca de la guerra y las dictaduras. Su patriarcado de 9 años tuvo esta desgracia, entre 1939-1948, se solapó con todas las dictaduras, la de Carol II, de los legionarios, de Antonescu, de la guerra y el periodo comunista; con el comunismo llegó también su fin. Tenemos la controvertida figura de Justiniano Marina, visto como el Patriarca Rojo que colaboró con el régimen comunista, por un lado; por otro lado, recordada desde la perspectiva de la Iglesia como la que logró salvar a la Iglesia en el sentido de consolidación institucional para enfrentar la presión del régimen comunista. Luego, tenemos al Patriarca Justino con un patriarcado corto, también de 9 años, en el que tuvo iniciativas más bien teológico-culturales, iniciando proyectos relacionados con la teología de la Iglesia. Pero también tuvo la desgracia de la presión del régimen de Ceaușescu, del inicio de la sistematización de Bucarest y de la demolición de iglesias. Y luego tenemos la figura del patriarca Teoctist, de la misma manera, bajo una luz ambivalente, en una posición ambigua: por un lado, vincula su nombre al fin del comunismo y al acercamiento al régimen de Ceaușescu, pero, al mismo tiempo, también fue el patriarca de la transición, de la integración europea. Si lo pensamos bien, fue el patriarca durante el cual el Papa Juan Pablo II vino a Rumanía, esa visita simbólica en 1999, la primera visita de un Papa a un país mayoritariamente ortodoxo. Por último, pero no menos importante, tenemos la figura del patriarca actual. Es difícil evaluar a alguien que todavía está vivo, es más difícil para el historiador evaluar el presente. Pero podemos ver la figura del Patriarca Daniel como el que apoya el desarrollo de la Iglesia, especialmente en la diáspora, la Iglesia siguió a los rumanos en la diáspora. También se le puede atribuir el desarrollo de la Iglesia en Besarabia, especialmente en el contexto actual de la guerra. Vemos que la ortodoxia rumana en Besarabia se consolida y esto es un buen augurio. Además, es el patriarca de la Catedral Nacional, este proyecto iniciado, previsto, desde Miron Cristea en 1925, desde el establecimiento del Patriarcado, y que tiene las posibilidades de cumplirse bajo el actual patriarca».
La historia del centenario del Patriarcado ortodoxo rumano es la del siglo XX, tal como la gente lo ha vivido y los historiadores lo han investigado. Seguramente vendrán otros desafíos, a los que darán respuestas quienes los enfrenten.
Versión en español: Mihaela Stoian