El árbol de Navidad, entre tradición y modernidad
Puede resultar sorprendente, pero el primer árbol de Navidad en Rumanía se remonta a 1866, uno de los años más importantes de la historia rumana, ya que marcó el inicio de una nueva era bajo el reinado de Carol I.
Roxana Vasile, 25.12.2024, 13:35
Apenas ocho meses después de la llegada a Rumanía del príncipe prusiano de Hohenzollern-Sigmaringen, el palacio real de Bucarest acogió, en diciembre de 1866, el primer árbol de Navidad de Rumanía, decorado con espectaculares adornos traídos de la patria del soberano.
La costumbre de decorar el árbol de Navidad en la fiesta de la Natividad, una costumbre germánica importada a Rumanía a través de la Casa Real, se popularizó y extendió por todo el país, primero entre la élite urbana y luego en los pueblos.
Pero, ¿por qué abeto y no otro árbol? Fue en virtud de que para los rumanos ya tenía significados mucho más antiguos, como lo explica la Prof.ª Doina Ișfănoni, etnóloga renombrada de Rumanía:
«Cabe recordar que para los rumanos el abeto es el árbol sagrado. Es el árbol de la vida que conecta el cielo y la tierra. Es el árbol que, desde el nacimiento hasta la muerte, acompaña la vida humana y que se adorna de diferentes maneras según las etapas de la vida. Al nacer, se elige un abeto pequeño que se deja en el bosque o se traslada más cerca de casa. El árbol es una especie de barómetro del desarrollo del niño. A medida que el abeto crece, también lo hace el niño que mantendrá siempre una relación especial con el árbol. Luego está el árbol de la boda, adornado con papeles de colores, cintas y campanitas. Lo mismo ocurre con el árbol funerario. En el caso de los jóvenes solteros, se adorna con borlas negras, un pañuelo y una campanilla. Por lo tanto, para los rumanos, el árbol de Navidad tiene una connotación muy compleja».
A estos múltiples significados conferidos al abeto se añaden los cristianos, ya que los rumanos lo transformaron en el elemento central de la celebración de la Natividad. Sus connotaciones cristianas se ven reforzadas por la elección de adornos específicos. Doina Ișfănoni los enumera:
«Las velas o las lucecitas que se ponen en el árbol de Navidad remiten al simbolismo de la vela, que es el sustituto de Jesús. La cera es el cuerpo y la llama es su espíritu. Además, las manzanas que se le añadían eran algo más que simples adornos. Se preferían las manzanas rojas para que fueran lo más visibles posible, pero también porque hacen referencia al pecado original de Eva al comer la manzana y a la expulsión de Adán y Eva del paraíso. Igualmente se colocan nueces en el árbol. Las nueces están envueltas en papel de aluminio para darle más brillo. La nuez está relacionada incluso con las tradiciones del solsticio de invierno y el cristianismo. La nuez es el fruto que resiste el paso del tiempo y es expresión de fecundidad y riqueza. Además, por llevar el signo de la cruz en su interior, es un complemento más que aumenta el simbolismo del árbol de Navidad como celebración del nacimiento del Salvador. El grano de nuez, por su forma, también se asemeja al cerebro y simboliza la iluminación. Las festividades invernales y especialmente la Navidad, a través del nacimiento del Salvador, nos brinda la oportunidad de renacer. Es el momento en que las tres hermanas – Esperanza, Amor y Fe – nos proporcionan fuerzas y energías suplementarias. El árbol de Navidad está coronado con el ángel o la estrella que guió a los Reyes Magos hasta Belén, donde nació el Salvador en el pesebre».
Por desgracia, afirma la Prof.ª Doina Ișfănoni, hoy en día muchas personas desconocen las múltiples connotaciones del árbol de Navidad, que deja así de ser un símbolo y se convierte en un mero adorno.
«Si preguntamos a la gente qué significa el árbol de Navidad, recibiremos respuestas muy diferentes y comprobaremos que nadie se refiere al árbol cósmico, ni hablará de sus ornamentos como mezcla sincrética de cristianismo y precristianismo. Por lo tanto, es el deber de los especialistas resemantizarlos, devolverles toda esta riqueza semántica y destacar que cada gesto tiene un significado, un valor y una motivación; todo tiene un sentido».
En cuanto al árbol de plástico, que algunos tienden a sustituir al natural …
«Sustituir el árbol vivo por uno de plástico, para mí es una blasfemia, porque así no se trae la vida a la casa. Eso no tiene ningún valor. Esta es mi opinión. En general, en lo que respecta a la tradición, los especialistas intentamos, en la medida de lo posible, devolverle a la gente el valor y la importancia de la tradición y de los gestos».
El árbol de Navidad reúne a la familia y a los seres queridos en torno a él donde se ofrecen y reciben regalos. Luego se sientan a la mesa repleta de platos selectos, algunos especialmente preparados para esta época del año. No sin antes dar la bienvenida a los cantantes de villancicos, que proclaman el nacimiento de Jesús.
Al menos en la Rumanía rural, en la fiesta de la Natividad aún se conservan antiguas tradiciones. De hecho, se las honra. Por eso, según la Prof.ª Doina Ișfănoni, Rumanía sigue siendo uno de los países más privilegiados del sudeste de Europa dado que, en nuestro país, la Navidad sigue siendo el paso hacia lo sagrado que comienza la víspera del 25 de diciembre y termina el 6 de enero, fiesta del Bautismo del Señor.
Versión en español: Victoria Sepciu