Prisioneros soviéticos en Rumanía
Rumanía entró en la Segunda Guerra Mundial el 22 de junio de 1941 cuando, junto con Alemania, lanzó operaciones militares contra la Unión Soviética. Pero hay que decir que la Unión Soviética había sido el Estado agresor.
Steliu Lambru, 18.11.2024, 13:31
Un año antes, en junio de 1940, tras dos ultimátum al gobierno rumano para que cediera, había ocupado Besarabia y el norte de Bucovina, territorios rumanos al este y al norte. Como en toda guerra, tras las operaciones militares también resultaron prisioneros.
El ejército rumano capturó a 91 060 soldados soviéticos entre el 22 de junio de 1941 y el 23 de agosto de 1944. De ellos, el 90%, es decir, 82 057 personas, fueron enviadas a 12 campos de Rumanía. Según el diccionario compilado por los historiadores Alesandru Duțu, Florica Dobre y Leonida Loghin, titulado El ejército rumano en la Segunda Guerra Mundial, de los internados en los campos, 13 682 que eran de origen rumano de Besarabia y el norte de Bucovina fueron liberados. Otros 5223 murieron y 3331 lograron escapar.
El 23 de agosto de 1944, Rumanía abandonó la alianza con Alemania y todavía había 59 856 prisioneros soviéticos en su territorio, de los cuales 2794 oficiales y 57 062 suboficiales y soldados. Étnicamente, 25 533 eran ucranianos, 17 833 rusos, 2497 calmucos, 2039 uzbekos, 1917 turcos, 1588 cosacos, 1501 armenios, 1600 georgianos, 601 tártaros, 293 judíos, 252 polacos, 186 búlgaros, 150 osetios, 117 azerbaiyanos y varias docenas de otras etnias en menor número.
Los documentos muestran que los prisioneros soviéticos en Rumanía fueron tratados de acuerdo con la legislación internacional vigente. Al comienzo de la guerra, las condiciones eran precarias, lo que causó la mayoría de las muertes. Pero mejoraron rápidamente, y los informes de las comisiones de control del ejército rumano registraron progresos. Encarcelaron a los prisioneros soviéticos en campos, se les proporcionó alojamiento, comida, higiene y atención médica, se les interrogó y se les dio la oportunidad de trabajar.
El coronel Anton Dumitrescu participó en el acto del 23 de agosto de 1944, siendo él y cuatro suboficiales los que arrestaron al mariscal Ion Antonescu y al viceprimer ministro Mihai Antonescu. En una entrevista de 1974 en el archivo del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, recordó cómo, antes del arresto de Antonescu, le habían enviado a recopilar información sobre el centro de prisioneros soviéticos en Slobozia. Los servicios de inteligencia rumanos se habían enterado de que los alemanes lo estaban preparando como un lugar para iniciar operaciones contra el ejército rumano en caso de fracaso.
«En Slobozia había un gran centro para prisioneros rusos. Los alemanes habían guarnecido todo el campo con tropas de Vlásov. Estas eran los rusos que, dirigidos por el general Vlásov, habían hecho un pacto con los alemanes. Y vestidos con uniformes alemanes, luchaban contra los rusos. O, por la información que teníamos, los alemanes querían estar seguros en ese centro por si nos pasaba algo para que los rusos de Vlásov hicieran un pacto con los rusos y lucharan contra nosotros. Había tenido contacto con las tropas de Vlásov en el Cáucaso cuando, de hecho, no sabían cómo rendirse porque los soviéticos los habrían matado. Estaban muy decididos a luchar. Toda la zona estaba llena de refugiados de Moldavia y Besarabia y no vi a ningún Vlásov».
El ingeniero Miron Tașcă trabajó en la fábrica franco-rumana de Brăila, que tenía una producción mixta, civil y militar. En 1995, Tașcă se acordó de los prisioneros soviéticos que habían trabajado en la fábrica de Brăila y de lo que les ocurrió tras la entrada de los soviéticos en Rumanía.
«Durante la guerra, también trabajamos en la fábrica de Brăila con varios prisioneros. Los trataban muy bien y no trabajaban en máquinas, hacían trabajos manuales, descargaban y cargaban materiales y limpiaban. Los soviéticos liberaron a estos prisioneros y los llevaron a Rusia. En el momento en que se los llevaron, también supieron que tenían que irse. Uno de ellos, que me dijo que era uzbeko, me dijo que no quería volver a la URSS. Me pidió que hiciera todo lo posible para mantenerlo allí, era un chico trabajador, callado y tranquilo. Por supuesto, esto no fue posible. Los prisioneros fueron investigados, numerados, completamente controlados, y luego se fue, el pobre hombre. Pero fue él quien no quiso volver en absoluto. Probablemente otros que pensaban lo mismo tampoco lo querían. Probablemente no sabían lo que les esperaba entonces, pero este hombre dijo desde el principio que no quería volver».
Cristinel Dumitrescu, alumno en la escuela militar durante la guerra, dijo en 1998 que antes de ver a los soldados soviéticos después de 1944, los había visto como prisioneros.
«Había visto rusos antes, eran prisioneros. Había entre 10 y 20 prisioneros rusos en nuestro país que trabajaban libremente. Se alojaban en el puesto de gendarmes y se ocupaban de limpiar las carreteras, las zanjas, paraban en casas particulares y trabajaban allí, conseguían comida y demás. Después del 23 de agosto de 1944, los primeros en huir fueron estos rusos, pero no hacia el Este, sino hacia el Oeste. Porque sabían lo que venía».
La historia de los prisioneros de guerra soviéticos en Rumanía es poco conocida. Es esa historia la que espera pacientemente llegar a la conciencia de la memoria pública.
Versión en español: Mihaela Stoian