Teatro radiofónico para niños
La radio ha hecho de la educación y la formación de todos su misión prioritaria.
Steliu Lambru, 06.05.2024, 12:13
Los niños son un público numeroso y las emisiones para ellos siempre han centrado la atención de gerentes y periodistas. Las dramaticaciones radiofónicas han disfrutado un verdadero éxito gracias al esfuerzo de guionistas y adaptadores de textos clásicos, actores, directores y equipos técnicos. Todos ellos escribieron la historia del radioteatro para niños y dejaron esos recuerdos que conservan los futuros adultos. En los archivos sonoros de Radio Rumanía hay páginas de referencia de la historia del teatro radiofónico para niños, con nombres importantes vinculados a él.
La escritora Silvia Kerim también fue periodista de radio y trabajó con dedicación en las dramatizaciones para niños. Empezó a trabajar en 1961 y acabó en una redacción con gente de calidad que intentaba escapar de la ideología política de la época. En 1998, el Centro de Historia Oral entrevistó a Silvia Kerim y averiguó cómo los periodistas de dramatizaciones radiofónicas para niños eran capaces de mantener la calidad de su producto:
«Me destinaron a un lugar muy agradable para mí, se llamaba Teatro infantil al micrófono. Fue una suerte porque la mayoría de las obras que componían el repertorio del teatro infantil eran cuentos. Procedían de la literatura clásica, así que la mentira ideológica no encajaba allí. Los actores eran grandes y muy grandes, los directores eran grandes y muy buenos, así que el compromiso y la mentira no encajaban realmente».
Como en cualquier lugar, son las personas las que hacen que las cosas funcionen y Silvia Kerim tuvo colegas abiertos:
«En el Teatro infantil al micrófono tuve como jefe a Eduard Jurist, de él aprendí lo que significa ser modesto como jefe, no hacerse el jefe, tener una atención repartida por igual hacia los redactores más jóvenes o más mayores. También tuve como colega a Vasile Mănuceanu. Había, en aquella redacción de los programas juveniles, un escritor de raro talento llamado Călin Gruia. Me gustaría mencionar a Mioara Paler que, en un determinado momento, fue jefa de la sección de programas para niños y a la que debo la alegría de escribir para niños. Percibieron en mí este amor por los niños, este deseo de escribir para los niños».
Silvia Kerim escribió guiones para dramatizaciones radiofónicas infantiles y recordaba lo importantes que eran para ella los cuentos de la infancia que le contaban sus padres:
«Me encargaron a adaptar algunos cuentos que estaban mal traducidos de la literatura china o japonesa. Me dieron cuentos y cuentos cortos que tenían un significado propio. Al contarlos, me di cuenta de que ponía mucho de mi imaginación en ellos y que, en algún momento, yo misma podría escribir las historias que rondaban por mi cabeza, que a su vez tenía una raíz mágica. Mi madre nos contaba cuentos a mi hermano y a mí noche tras noche cuando éramos muy pequeños. Normalmente la primera parte era «Blancanieves», creo que un año seguido escuchamos «Blancanieves» cada noche, ya fuera en episodios o abreviado. Y si mi madre se confundía en algún detalle, saltábamos los dos para contradecirla y recordarle que en realidad no era el Tímido quien había hecho y dicho tal y cual cosa. El segundo cuento era en general sobre animales a los que mi madre quería mucho, al igual que mi padre. Ambos padres nos transmitieron ese amor por los animales».
En los años en que Silvia Kerim daba vida a los cuentos infantiles en las ondas, el régimen comunista adoctrinaba con fuerza al público. Pero la periodista optó por oponerse sutilmente a la grosería ideológica:
«Quiero decir que tal intento, en el caso de mis textos, fue bastante difícil. Nunca escribí la palabra «pionero», las palabras «partido», «pionero», «halcón» nunca aparecieron en mis guiones. Mis guiones y cuentos son historias tristes de gente pobre, de abuelos que mueren, de la tarta más cara que es la tarta de manzana o del postre más agradable que es una tostada con mermelada de ciruela. Siempre he pensado que hay muchos más niños infelices y huérfanos que niños ricos y mal criados. Y que estos cuentos tienen que llegar también a ellos. En una época en la que se suponía que sólo debíamos escribir sobre niños felices, que en nombre del partido crecen sanos y sin preocupaciones, cuando había que enfrentarse a algunos escritos en los que la realidad parecía bastante triste y desesperanzadora, no era fácil que un texto pasara la censura».
El radioteatro infantil fue un milagro para acercar la radio a mentes inocentes. Y las personas que lo hicieron posible transmitieron lo que habían recibido.