En el aire es otra cosa
Afganistán, Irak, África, Mali son algunas de las zonas de conflicto adonde han volado con operaciones de transporte militar.
Ana-Maria Cononovici, 23.04.2024, 14:46
Afganistán, Irak, África, Mali son algunas de las zonas de conflicto adonde han volado con operaciones de transporte militar. El vuelo más largo fue hacia y desde Corea, un viaje de ida y vuelta de 40 horas, para transportar equipos médicos. Un vuelo que le hizo pensar fue uno, con máxima visibilidad, sobre el Desierto del Sahara. Hablamos de la teniente comandante Simona Maierean: la primera mujer rumana en pilotar un avión supersónico; la primera mujer en Europa en obtener la certificación de piloto al mando del Grupo de Transporte Aéreo Estratégico de Capacidad de Aeronaves Estratégicas (SAC) de la Unidad Multinacional de Transporte Estratégico de la OTAN en la Base Aérea de Papa en Hungría.
Una serie de estrenos que partieron de un sueño de una joven, que hasta los cursos de la Academia del Ejército del Aire ni siquiera había volado en un avión de pasajeros. La teniente comandante Simona Maierean nos habla de los inicios de su carrera:
«Me alisté en el ejército hace 20 años, incluso alguno más. Quería volar y fue la opción que encontré a mano, por así decirlo, porque es mucho más barato, por un lado, y, por otro lado, otra cosa es volar un avión de combate o volar un avión militar en general, que un avión de pasajeros. Y entonces esto me llevó a buscar soluciones para hacer realidad este sueño».
La teniente comandante Simona Maierean dice a Radio Rumanía que el entrenamiento hace que no sientas miedo:
«Escucharán en aviación hacer una película del vuelo, es decir, imaginar no sé cuántas veces en tu mente antes de ponerlo en práctica. Lo mismo hacen los pilotos acrobáticos, es normal. Tienes un plan, no subes al avión sin un plan de respaldo. Tienes el plan de antemano, lo ejecutas, tienes un plan de respaldo y así sucesivamente, no tienes tiempo para pensar demasiado, entre comillas».
El 13 de marzo de 2009, Simona Maierean pilotó un MiG-21 LanceR. La primera mujer en Rumania en volar un avión supersónico detalla:
«Si haces un giro muy cerrado a una inclinación muy alta, a alta velocidad, puedes llegar a una aceleración bastante alta, no tienes que ser supersónico para hacer eso. En el supersónico rompes el umbral sónico, pero no es algo que sientas en tu cuerpo, no se siente como una aceleración gravitacional adicional. Lo sientes más a nivel de equipamiento. Al menos en MIG 21, no sé cómo es en F16, así que hablo de memoria, donde cuando pasas de subsónico a supersónico y pasas por transónico, hay un momento en el que el equipo puede indicarte mal, durante un período muy corto, debido a las ondas que se forman y las presiones y demás. Pero no es tan exigente para el cuerpo. Sin embargo, volar en avión de combate es exigente per se. Piensan que una salida tarda una o dos horas, dependiendo de la autonomía de cada avión, mientras que el transporte tiene un vuelo de unas buenas horas, 4, 5, 6, 10. No podrías volar 10 horas en un avión de combate, continuamente, porque es otra cosa».
Desde 2012 ha dejado de volar con los MIG y se ha pasado al transporte militar Spartan. ¿Cómo ha sido esta transición?
«No tienes que empezar de cero, porque ya tienes algunos conocimientos de aviación, sino que se trata de volar con la tripulación y luego toda esta comunicación y gestión de recursos de tripulación, como se define en lenguaje especializado, la gestión de la tripulación, es el elemento de novedad práctica, porque aprendes el avión. Haces la transición de otra categoría de avión, aprendes a volar ese avión. Eso es lo que tienes que hacer, pero la gestión de la tripulación es realmente un arte. Hay que saber obedecer órdenes, no solo dar. Fui comandante, incluso fui instructor en el C17 Globemaster, en el Destacamento Papa, en la aviación de transporte estratégico, regresé al país y aquí estoy retomando las cosas, soy copiloto en el Spartan y en formación de comandante. Como dije antes, no puedes ejecutar una misión de ningún tipo sin personas. Y luego importa mucho cómo te relacionas y cómo mantienes el equilibrio, entre tener una misión exitosa y tener a la gente contenta y con la mentalidad adecuada: ayudarte y hacer que las cosas sucedan a salvo».
Trabajando tanto con pilotos extranjeros, la teniente comandante Simona Maierean nos cuenta cuáles son los desafíos de los pilotos rumanos:
«Hubo un tiempo en el que realmente había pocas horas de vuelo, en cualquier categoría. Especialmente los jóvenes, al graduarse de la escuela, volaban muy poco. Las cosas han cambiado, sobre todo desde 2014. Y se empezaron a ver las diferencias. Había más horas de vuelo y entonces se veía el cambio en cómo nos veían los de fuera, porque hacíamos grandes cosas con lo que teníamos, con poco. Pero hacías un esfuerzo para estar a la altura de alguien que venía con miles de horas de vuelo. Recuerdo, incluyéndome a mí misma, que cuando fui a hacer la transición al C-17 en Estados Unidos, había volado 10 horas ese año y mi compañero de entrenamiento –porque iba en un grupo de dos hombres– era un holandés que había volado 700 horas. Fueron 4 meses de 12 horas diarias de aprendizaje para llegar a cierto nivel. Lo conseguí, ¡pero fue un gran esfuerzo!»
Aunque ha volado por todo el mundo, la teniente comandante Simona Maierean dice que nada se compara con la sensación de aterrizar en tu país.
Versión en español: Mihaela Stoian