Veronica
Se llamaba Veronica Popa y era una de las muchas madres solteras sin recursos materiales en Rumanía.
Roxana Vasile, 20.03.2024, 11:30
Se llamaba Veronica Popa y era una de las muchas madres solteras sin recursos materiales en Rumanía. Diagnosticada con cáncer avanzado, pero sin documentos de identidad ni seguro médico, no pudo recibir tratamiento. Para cuando se resolvió su papeleo, Verónica había muerto… el 26 de febrero de 2021. Dejó cinco hijos. Y un deseo del sacerdote Dan Damaschin, que hizo todo lo posible por ayudarla: acudir en ayuda de las personas angustiadas que necesitan atención médica.
El párroco de la iglesia del Hospital de Obstetricia y Ginecología Cuza Vodă en Iaşi, el padre Damaschin cuenta:
«En realidad, terminé mis estudios de medicina. Trabajé como enfermero en los viejos tiempos, mientras también estudiaba teología, luego, en las parroquias rurales que estaban privadas de una asistencia médica mínima, trabajé en paralelo como enfermero y como, permítanme decirlo, asistente de farmacia, porque la gente venía a la casa del sacerdote donde incluso abrí un punto farmacéutico. Y aquí estoy, llegando a Iași, en una sala de maternidad, aproveché al máximo esta experiencia socio-médica, de modo que quería que todas las madres duramente afectadas por la pobreza y el dolor no solo fueran alimentadas y calentadas, ellas y sus hijos, protegidos por un techo, sino también que pudieran ver sus problemas de salud, porque todo el bienestar de sus hijos depende de su bienestar y, a través de ellos, toda la comunidad. Desgraciadamente, con el tiempo, aunque fuimos de rodillas a todos los hospitales, clínicas privadas, cabinas de pruebas, también perdimos muchas, muchas batallas. Y aquí me refiero a las madres que se fueron al Cielo, porque no teníamos suficientes recursos, porque no teníamos suficiente tiempo, porque llegábamos demasiado tarde o no teníamos personas que nos apoyaran en las pruebas por las que pasaron estas personas».
Así se le ocurrió al sacerdote Dan Damaschin la idea de un lugar donde las madres afligidas no solo recibirían tratamiento y ayuda, sino también serían recibidas con gran dignidad. Y hasta la conversión de un hotel abandonado en la primera clínica médico-social de Rumanía, exclusivamente para los pobres, fue solo un primer paso:
«Veronica es el símbolo de todas las madres, diría yo. Ella fue quien, de hecho, nos obligó a ir más allá y pasar a otro nivel, de la idea a la acción, y en el mismo período identificar el lugar donde podíamos arreglar el hospital y, sí, algunos recursos más, para iniciar el proyecto con claridad. Pensamos en cómo nombrar este proyecto, porque quieres que ese nombre permanezca y reúna a su alrededor mucha energía. Me dirigí a amigos muy hábiles, que me ofrecieron muchos nombres en el área de las lenguas clásicas, en el área del inglés, muy apreciado por los jóvenes, pero aun pensando en los hijos de Verónica y en lo que hizo por la familia, por la comunidad, por la iglesia, al final dije no es posible, Verónica debe permanecer en nuestra memoria, debe inspirarnos y por ello nos quedamos con el nombre de Verónica, repito, como el símbolo de la madre que por sus hijos renuncia a su carrera, renuncia a su vida personal muy, muy a menudo y vive en la privación, solo para proporcionar felicidad y criar a sus hijos, queriendo que lleguen a ser grandes personas».
Las obras en el Hospital Verónica comenzaron en 2021, continúa el padre Damaschin:
«Sabemos muy bien que, durante la pandemia, hubo muchos hospitales que se quemaron y las personas que se fueron con neumonía regresaron a casa en ataúdes, carbonizadas. Esto llevó al cambio de muchas reglas en el área de autorización contra incendios, protección civil y nos encontramos con un proyecto que necesitaba autorización de arriba abajo de acuerdo con las nuevas leyes, mientras que, entre nosotros, en Bucarest, de 20 hospitales, solo uno está autorizado por la Inspección General de Situaciones de Emergencia (ISU). Tuvimos que triplicar el presupuesto de este proyecto, por lo que, en estos momentos, el edificio que alberga la clínica Veronica es un edificio con los más altos estándares de seguridad, en el que tenemos, empezando por la cubierta, el aislamiento, las ventanas, sensores de incendio y todo tipo de hidrantes por valor de muchos, muchos cientos de miles de euros, escalera exterior, ascensor e instalaciones de alto rendimiento. Puede que mereciera la pena o puede que no, Dios lo sabe, pero queríamos lo mejor para nuestras madres y por eso seguimos adelante».
Inaugurada el 8 de marzo de este año, la clínica Veronica cuenta con cinco plantas repartidas en una superficie de 250 m² cada una. En la planta baja hay una farmacia de la que saldrán los pacientes pobres con medicamentos gratuitos, así como el departamento de diagnóstico por imagen, con los mejores equipos: resonancia magnética y tomografía computarizada. En el primer piso se encuentran los departamentos de cardiología y ginecología, también con equipos de alto rendimiento, y en los otros dos, los consultorios de medicina familiar y especialidades como interna, diabetología, neumología o nefrología. Pero continuemos la visita con el sacerdote Dan Damaschin:
«En el tercer piso, pasamos a la zona de especialidades quirúrgicas y aquí, sí, nos alegramos de tener un departamento dental, lamentablemente con solo dos sillones, pero con un gabinete de rayos X dentales. También disponemos de consultas de microcirugía, otorrinolaringología y oftalmología. Y en el cuarto piso, está el departamento de pediatría, donde también tenemos consultas de neuropsiquiatría, pero también la capilla de Santa Veronica, donde los pacientes tendrán asesoramiento espiritual. Por último, pero no menos importante, todos nuestros pacientes tendrán acceso a una comida caliente, por el simple hecho de que la mayoría de estas personas acuden a un centro médico, pero no tienen ni dinero para un panecillo y, entonces, queremos que su estancia no solo sea placentera, sino también demostrarles que pueden recuperar la confianza en las personas, su salud y su dignidad cuando se les cuida, alimenta y trata».
El Hospital Veronica contará con empleados permanentes pagados por donaciones, así como con profesionales médicos que, de forma voluntaria, esperan ofrecer sus conocimientos y experiencia profesional a los pobres. También hay que saber que el dinero para convertir el hotel abandonado en un hospital y equiparlo con equipamiento proviene exclusivamente de donaciones y patrocinios de Iași, del Estado, pero también del extranjero. Ya se han gastado más de 3 millones de euros, de un total estimado de 4,5 millones de euros. «Queda luchar, trabajar para pagarlos», dice el sacerdote Dan Damaschin, conocido en Rumanía por muchas otras acciones de caridad:
«En nombre de los 10 000 niños que siempre reciben ayuda, de las 3000 madres que necesitan ayuda, les damos las gracias por su atención y por estar cerca, llevando la buena nueva de la misericordia cristiana».
Versión en español: Mihaela Stoian