Rumanía y el Tratado de Varsovia
Ocupada militarmente por la Unión Soviética y transformada en país comunista, Rumanía también formó parte del tratado firmado en la capital polaca en 1955 con otros siete países socialistas.
Steliu Lambru, 15.01.2024, 12:25
El final de la Segunda Guerra Mundial dividió Europa en dos mitades: Europa Central y Oriental, la ocupada por la Unión Soviética y transformada en una Europa de tiranía comunista, y Europa Occidental, la Europa democrática. Simbólicamente, fue el corte de Alemania con su Muro de Berlín lo que demarcó crudamente dos mundos totalmente opuestos. Los dos mundos se miraban con enemistad, enemistad que se materializó en la formación de dos bloques militares antagónicos, el Tratado de Varsovia y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Ocupada militarmente por la Unión Soviética y transformada en país comunista, Rumanía también formó parte del tratado firmado en la capital polaca en 1955 con otros siete países socialistas: Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Alemania del Este, Polonia, Hungría y la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS). Rumanía, al igual que los demás países socialistas, firmó el tratado de Varsovia bajo coacción. El ejemplo de la invasión de Hungría en 1956, que pretendía abandonar la alianza firmada solo un año antes, dejó claro lo que significaba la oposición. En 1968, Albania se retiró de la alianza cuando, a raíz del conflicto entre la URSS y China, el régimen de Tirana adoptó la postura de línea dura de Pekín.
En su historia, el Tratado de Varsovia escribió una página vergonzosa en 1968. En aquella época, la URSS, Bulgaria, la la República
Democrática Alemana (RDA), Polonia y Hungría invadieron Checoslovaquia para frenar el programa de reformas del presidente Alexander Dubček, considerado demasiado liberal. Rumanía se negó a participar en la invasión y ese acto proporcionó a Nicolae Ceaușescu un inmenso prestigio. Fue la Doctrina Brezhnev la que guió las acciones del tratado de Varsovia y, en realidad, fue la doctrina que defendió los intereses soviéticos. La intervención de agosto de 1968 contra Checoslovaquia hizo temer que se extendiera a Rumanía y Yugoslavia.
En 2002, el Centro de Historia Oral de la Radiotelevisión Rumana grabó una entrevista con el general de los servicios de inteligencia Neagu Cosma. Confesó que Rumanía estaba preparada para la invasión porque tenía un agente encubierto en el mando del Tratado de Varsovia, un coronel polaco, que proporcionaba información a Bucarest.
«El polaco llegó a Rumanía en 1939, con su familia, cuando era niño, asistió aquí a alguna escuela elemental, aprendió bien el rumano, se consideraba rumano. Sentía que Rumanía era y seguía siendo su segunda patria. Alrededor del 20 de julio de 1968, pidió al coronel rumano Bichel, con el que estaba en contacto, una reunión urgente. ¿Qué le dijo a Bichel? Que Brezhnev personalmente, junto con Andropov, el jefe del KGB, y la cúpula del ejército estaban preparando una invasión de Checoslovaquia, Rumanía y Yugoslavia, descontentos con la política de Dubcek, Ceaușescu y Tito. Un pequeño estado mayor del Mando del Tratado de Varsovia estaba trabajando en el plan detallado. Bichel se quedó, como suele decirse, boquiabierto. Este polaco también dijo que la invasión iba a tener lugar en tres etapas. Primero en Checoslovaquia, luego, después de 2-3 semanas, Rumanía, y de nuevo, después de 2-3 semanas, Yugoslavia. El polaco también mencionó que, en lo que respecta a Checoslovaquia, las tropas y fuerzas soviéticas ya estaban en camino hacia Checoslovaquia».
Al igual que un ejército o una alianza militar muestra el nivel de desarrollo material y espiritual de los países implicados, los ejércitos del Tratado de Varsovia eran exponentes de los regímenes socialistas. Comparativamente, los dos bloques militares enfrentados tenían casi el mismo número de tropas y equipos, pero los ejércitos de la OTAN eran claramente superiores en términos de calidad. La historia del Tratado de Varsovia ha sido la de la caída de los regímenes comunistas, y su colapso en 1991 fue una consecuencia lógica de las transformaciones políticas de 1989.
El diplomático Vasile Șandru recordaba, en 1994, cómo se celebró la última reunión de líderes políticos de los antiguos países socialistas para discutir qué hacer.
«La primera reunión estuvo presidida por Jozsef Antall, primer ministro de Hungría. En el punto 1 estaban el futuro del proceso europeo global, la seguridad europea, la formación de estructuras europeas de seguridad y cooperación, así que ése era el planteamiento general. El punto 2 era el intercambio de puntos de vista sobre la revisión del carácter del Tratado de Varsovia, sus funciones, su trabajo y las posibilidades de reestructuración. Gorbachov hizo una presentación muy amplia, centrándose en 3-4 cuestiones. Hizo una serie de consideraciones, una vez sobre la evaluación de la situación en Europa en aquel momento, las perspectivas del Tratado de Varsovia en el contexto de la situación. En particular, se centró en el problema alemán. Se creó una comisión gubernamental provisional y temporal para examinar las funciones y los trabajos del Tratado de Varsovia. Se propuso que esta comisión se reuniera en Praga. Sin embargo, como sabemos, al final se acordó no celebrar ninguna reunión del Comité Político Consultivo. Los ministros de Asuntos Exteriores se reunieron y firmaron la sentencia de muerte del Tratado de Varsovia».
En 1991, el Tratado de Varsovia fue desmantelado en Praga. Fue, metafóricamente hablando, la muerte de una entidad que nadie lloró.
Versión en español: Antonio Madrid