Historia a través de la danza
Muchos edificios de Bucarest tienen una historia a menudo demasiado desconocida. Sin embargo, cuando un edificio militar se convierte con el paso de los siglos en un espacio cultural, tras haber desempeñado la función de espacio carcelario y, posteriormente, de espacio industrial, es prácticamente un deber compartir esta historia con quienes cruzan su umbral. Así se podría resumir el pasado del edificio Malmaison, situado en el número 137C de Calea Plevnei, en Bucarest, reconvertido en un espacio de arte contemporáneo. Su último proyecto es una instalación performativa llamada «Aislamiento en una serie de estados liminales» (en inglés, «Isolation in a Series of Liminal States»).
Ana-Maria Cononovici, 23.11.2021, 17:31
Muchos edificios de Bucarest tienen una historia a menudo demasiado desconocida. Sin embargo, cuando un edificio militar se convierte con el paso de los siglos en un espacio cultural, tras haber desempeñado la función de espacio carcelario y, posteriormente, de espacio industrial, es prácticamente un deber compartir esta historia con quienes cruzan su umbral. Así se podría resumir el pasado del edificio Malmaison, situado en el número 137C de Calea Plevnei, en Bucarest, reconvertido en un espacio de arte contemporáneo. Su último proyecto es una instalación performativa llamada «Aislamiento en una serie de estados liminales» (en inglés, «Isolation in a Series of Liminal States»).
Alex Radu, fundador del espacio de arte contemporáneo SAC, coproductor de la instalación, nos ha hablado acerca de este proyecto:
«Estuve hablando durante mucho tiempo, en concreto durante dos años, con Simona Deaconescu, para hacer juntos una performance o una instalación performativa. El año pasado hablábamos sobre la realización de una conferencia performativa, sobre conocimiento corporizado y las prácticas curatoriales en torno a este concepto. Este año, al abrir los talleres Malmaison y SAC en el espacio Malmaison, nos pareció muy relevante la historia del edificio. En este contexto, Simona propuso el tema del aislamiento y el cuerpo en estado de aislamiento, digamos, fundamentado en un principio en temporalidades históricas, cuando el edificio funcionaba como centro de detención temporal. Este fue el punto de partida. La idea era construir una instalación performativa en un sitio real, es decir, fundamentada en la historia del lugar. Nos referimos a la Segunda Guerra Mundial, período en que hubo un centro especial de investigación y detención de presuntos espías que trabajaban para rusos e ingleses, respectivamente. Más tarde hubo un centro de detención temporal de “enemigos del pueblo”, durante la época comunista. En aquellos tiempos pasaron por aquí Coposu o Iuliu Maniu, líderes de un partido que se opuso a la instauración del comunismo en Rumanía.»
Al edificio, fundado en 1847 por Gheorghe Bibescu, se le añadieron varios niveles tras un incendio y volvió a entrar en funcionamiento años más tarde. Conocido en ese momento como el Cuartel de San Jorge, como la iglesia que se sitúa enfrente, el príncipe Alejandro Juan Cuza lo renombró en honor a uno de los castillos favoritos del emperador Napoleón III. Alex Radu nos cuenta más detalles:
«Fue el primer cuartel militar de caballería de Bucarest. Luego Alejandro Juan Cuza lo rebautizó como Malmaison, en honor a Napoleón III Bonaparte, que tenía un castillo con el mismo nombre en Francia, ya que, en ese momento, todos los conocimientos sobre la organización de las escuelas y tribunales militares se importaron de Francia. A continuación, fue una escuela militar, luego un tribunal militar y, finalmente, el centro de detención temporal del que hablamos.»
Como cárcel comunista, la Malmaison funcionó como centro de investigaciones policiales y detenciones en los años 50, de modo que hasta aquí trajeron a personalidades como Iuliu Maniu, Corneliu Coposu y, más tarde, a líderes comunistas caídos en desgracia, como Ana Pauker. Partiendo de la frialdad del edificio y de la idea de aislamiento del cuerpo, un equipo diverso ha colaborado para expresar con la mayor precisión posible lo que este inspira y representa, mediante la instalación performativa «Aislamiento en una serie de estados liminales». Lo cuenta Alex Radu:
«En esta instalación performativa ha trabajado todo un equipo multidisciplinar. Se han involucrado Simona Deaconescu, coreógrafa, Vlaicu Golcea, compositor, dos arquitectos, Justin Baroncea y Maria Ghement, un artista plástico, Ramon Sadîc y cinco intérpretes. También ha participado un historiador, que ha hecho un trabajo extraordinario, indagando en todos los archivos en busca de las memorias que utilizamos como recuerdos de quienes pasaron por aquí, en estado de aislamiento en el centro de detención, a lo largo del tiempo, y del material que hemos utilizado en la instalación performativa. Asimismo, hemos contado con un antropólogo.»
Para la creación de la instalación también se ha documentado el período posterior a 1977, cuando aquí operaba Iprochim, un instituto de investigación en el ámbito de la química. Alex Radu nos ha contado cuál ha sido el resultado:
«Es una performance que, ciertamente, te impresiona profundamente. Básicamente, Simona, junto con los intérpretes, logra extender ciertos momentos, cuando el cuerpo deja de ser únicamente movimiento y presencia performativa y se convierte en imagen. Esta serie se repite en las demás intervenciones que suceden en el espacio: el sonido y la instalación realizados por Vlaicu deja de ser un simple sonido, se convierte en un espacio en sí mismo, un espacio inmersivo tanto para los intérpretes como para los visitantes. A su vez, la intervención de Ramon Sadîc, inmediata, directamente en la pared, con garabatos a lápiz, tiene una función performativa en igual medida y deja de ser una simple representación. Por otro lado, la intervención de los arquitectos, mediante la idea de llevar chalecos que contienen los textos de estas memorias, transporta a los visitantes a lo que llamamos composición en tiempo real. Ha sido un esfuerzo colectivo, una creación colectiva.»
En una realidad que nos ha obligado a abordar el cuerpo y el aislamiento de otro modo, gracias a esta labor performativa, visual y arquitectónica, que conecta fragmentos de la compleja historia del edificio Malmaison con la situación del cuerpo del presente, el espectador observa aspectos tales como mantener el cuerpo en estado de alerta y relacionarse de otro modo con el tiempo, detalles que quizá no teníamos tanto en cuenta antes de la pandemia.
Versión en español: Víctor Peña Irles