Un error de cálculo de los dirigentes catalanes
Irina Calin, 31.10.2017, 22:18
Valentín Popescu nació en Bucarest en 1931. A partir de la primera mitad de los años 50, inició su actividad periodística en España. Así, fue redactor del semanario de información general Sábado Gráfico, redactor de la Agencia Efe y de los informativos de Televisión Española. También ha trabajado en semanarios como Actualidad Española y El Caso. Asimismo, ha trabajado en Antena 3 Radio y Antena 3 TV y los diarios El Correo Catalán, El Noticiero Universal y La Vanguardia diario del que fue corresponsal en Alemania durante 25 años y donde ahora ejerce de articulista.
Escuchen la entrevista completa aquí:
¿Cómo se ha llegado aquí?
V. P. Hay muchos factores, no es sencillamente Cataluña si, Cataluña no. La primera capa es que hay una forma de enfocar la vida diferente de los catalanes que la de los españoles. Pero no es un conflicto de convivencia. Esta diferencia existe en otras regiones de España también y no piden la independencia. La crisis aguda catalana es una crisis de error de cálculo de los dirigentes catalanes de este momento. Se han equivocado en el apoyo popular con una idea de separación agresiva. En estos momentos en Cataluña separatista a la brava, separatista contra viento y marea hay un 36 – 38% y si sumamos a los que simpatizan llegaríamos al 40 – 42%, con una indiferencia de un 8 , 9 , 10% en el total de la población. Si la independencia ha de costar dinero, sangre o nivel de vida, seguramente este porcentaje de separatismo bajaría muchísimo.
En segundo lugar dentro del grupo gubernamental catalán hay los independentistas y la minoría que apoya la mayoría parlamentaria en el parlamento catalán que son unos antisistema que tienen más de anarquistas bakuninistas que de partido político y estos quieren provocar una crisis nacional, húndase quien se hunda.
Luego hay un problema real de las reclamaciones catalanas. Cataluña, al ser rica, deja mucho más dinero en las arcas del Estado que el que el Estado luego invierte en obras públicas en Cataluña.
Y hay un problema de nacimiento del Estado democrático español que es que no somos ni chicha ni limoná. Ni somos un Estado centralista de tipo francés, ni somos un Estado federal de tipo alemán. Quedamos a medio camino entre los dos, con un poder central que quiere ser super centralista y unas regiones con aspiraciones de gran autonomía como son Cataluña, País Vasco y hasta cierto punto también Galicia.
¿Llegarán a un referéndum pactado o la solución está en el federalismo?
V. P. No puede haber soluciones porque no hay buena voluntad. No hay diálogo síquico entre los dirigentes catalanes y los dirigentes españoles. El uno pide la disolución de la España actual y solamente quiere hablar de que Cataluña sea un ente político totalmente autónomo y los otros que dicen: “Usted me está pidiendo que me suicide, yo de esto no hablo… Se puede llegar a muchas soluciones si hay buena voluntad en Madrid y en Barcelona que insisto hoy por hoy, no la hay. Hay soluciones prácticas a montón, las ha habido siempre.
Ha habido crisis graves recurrentes en la historia de España con Cataluña. En la última República Española hubo una proclamación del Estado Independiente Catalán que acabó con el gobierno catalán en la cárcel.Y cuando llegaron
los Borbones a España, las tropas borbónicas bombardearon Barcelona porque no
quería aceptar este gobierno centralista. En aquella época de 1700 el problema era del centralismo frente a
una seudoanarquía federalista que había en la España de los Habsburgos. Ahora es un problema del amor propio y de un error de cálculo de unos dirigentes en Madrid y en Barcelona.
¿Hay un ambiente de conflicto violento en Cataluña?
V. P. Esto no es ni Siria ni el Kurdistán. A las masas catalanistas se les han calentado los cascos con una propaganda política separatista masiva del gobierno catalán y se ha movilizado a mucha gente. Pero esta mucha gente lo que ha hecho es aullar, han abucheado a las puertas de la sede del partido Ciudadanos que es un partido españolista de origen catalán, y se han ido delante de unos cuarteles de la Guardía Civil y han gritado: fuera! , fuera!, fuera!. No ha pasado nada más. Y el día que se tenía que celebrar el referéndum que desde el punto de vista jurídico era absolutamente ilegal, la única violencia que hubo fue que una masa inerte de gente bloqueaba la entrada a los comicios electorales y la policía se los llevaba como puede la policía: unas veces a patadas, ciertas veces a rastras y otras veces a empujones. Es violencia como la puede haber en una asalto a un tranvía super lleno.
¿Qué va a pasar en el futuro próximo?
V. P. Yo creo que el porvenir, y espero no equivocarme, va a ser como el de una gripe. Ahora hay un subidón de fiebre, hay un malestar. La gente se aburre de protestar porque tiene que trabajar y ganarse la vida y estamos en el viejo déjà vu de la política donde se hace lo que se puede y no lo que se quiere.