El pintor Corneliu Baba
Nacido el 18 de noviembre de 1906 en Craiova y fallecido en diciembre de 1997 en Bucarest, el pintor Corneliu Baba ha marcado de manera totalmente personal la pintura rumana durante más de medio siglo.
România Internațional, 27.04.2019, 13:00
Nacido el 18 de noviembre de 1906 en Craiova y fallecido en diciembre de 1997 en Bucarest, el pintor Corneliu Baba ha marcado de manera totalmente personal la pintura rumana durante más de medio siglo. Sus obras recuerdan mediante la forma, la cromática e incluso los temas, los elementos clásicos de la pintura, creando un estilo extremadamente personal en el interior de estas convenciones artísticas a las que no ha renunciado, aunque fueran consideradas ya obsoletas por la vanguardia artística del periodo de entreguerras.
Por lo demás, Corneliu Baba debutó en 1934 con una exposición de pintura organizada en Băile Herculane y sostenida por su padre, Gheorghe Baba, a su vez pintor de iglesias. Pero no dedicó los primeros estudios universitarios a las artes plásticas. Hasta 1930 estudió Letras y Filosofía en Bucarest. Sólo después de la exposición en Băile Herculane se mudó a Iaşi para estudiar en la Academia de Bellas Artes con el pintor Nicolae Tonitza. Se quedó 16 años en Iaşi, trabajando también como profesor en la Academia de Bellas Artes. Después de 1946, cuando llegó a ser catedrático, Corneliu Baba centró la atención del régimen comunista al ser denunciado como un pintor demasiado formalista, no anclado en las nuevas realidades del país dado que sus fuentes de inspiración seguían siendo Nicolae Grigorescu, Tonitza, El Greco, Goya y Rembrandt.
Después de ser despedido de la cátedra de Iaşi y trasladado a Bucarest, Corneliu Baba fue “salvado de alguna manera y evitó otros futuros problemas gracias a…. los artistas soviéticos. Ellos apreciaron el humanismo del programa estético de Baba y lo consideraron, de manera paradójica, cercano al realismo socialista. El crítico de arte Pavel Şuşară, autor de una monografía sobre el arte de Corneliu Baba, ha explicado esta preferencia:
“Baba tenía un programa humanista, sus datos personales, su manera de ser lo llevaron a este programa antropocéntrico. La persona es la gran presencia de toda su visión del mundo. Y los pintores rusos o soviéticos de aquel periodo preferían el paradigma de la grandeza humanista que estaba en el medio, entre el paradigma realista y socialista y la vocación de la gran pintura. Baba se encontraba con las aspiraciones del arte soviético en este recorrido del heroismo de la naturaleza humana. No tiene nada que ver con el realismo socialista. Pero el realismo socialista encuentra sus precursores, sus apóstoles o sus profetas. En la categoría de los pintores con un programa humanista, los promotores del realismo socialista encuentran un terreno fértil para colocar sus propios intereses. Pero Baba, de hecho, en su programa artístico individual no hace ningún cambio. Lo habría continuado indiferentemente de si aparecía la propaganda comunista o el realismo socialista. En el momento en que el realismo socialista deja de ser el matiz dominante en el arte plástico rumano, Baba continúa su programa individual que está en perfecta continuidad con lo que había hecho hasta entonces.
Una vez rehabilitado mediante la apreciación de los artistas soviéticos, pero sobre todo mediante su lenta, pero segura colocación en la conciencia del público mediante sus obras, Corneliu Baba continuó su recorrido profesional. Se convirtió en profesor de pintura en el Instituto de Bellas Artes de Bucarest, recibió numerosos premios y tuvo exposiciones en el extranjero. Fue miembro titular de la Academia Rumana, miembro de honor de la Academia de Arte de Rusia y miembro de la Academia de Berlín. En todo este tiempo, Corneliu Baba no dejó de ser un “humanista trágico, un humanista que percibe la inmensa grandeza del ser humano y, con el paso del tiempo, percibe también su vulnerabilidad y su fragilidad, según considera el crítico de arte Pavel Şuşară. Todas estas cosas llegaron a ser extremadamente visibles sobre todo en las obras creadas hacia el final de su vida: la serie de los reyes arlequines y los autoretratos. Sobre la herencia artística de Corneliu Baba, Pavel Şuşară ha afirmado lo siguiente:
“Baba nunca gustó sinceramente al régimen comunista. Se encontró una manera de convivir, pero fue una convivencia llena de tensiones y de sospechas. Baba no pudo ser empleado como propagandista disponible, como fueron empleados otros pintores de aquella época. Si Adrian Ghenie tiene el éxito que tiene ahora en el extranjero y no sólo allí, lo tiene también porque, en gran medida, prolonga en otro paradigma el proyecto de pesadilla y la visión disolutiva que tuvo Corneliu Baba. Ghenie fue el estudiante del pintor Cornel Brudaşcu en Cluj, y Brudaşcu fue el estudiante de Corneliu Baba. De alguna manera, Ghenie es el nieto de Corneliu Baba incluso en esta visión de la humanidad puesta entre paréntesis que Corneliu Baba inició.