La zona sísmica de Vrancea
Turquía está lidiando con el desastre después del poderoso terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter del 6 de febrero, seguido de cientos de réplicas, algunas de alta intensidad, y que dejó decenas de miles de muertos.
Corina Cristea, 17.02.2023, 12:39
Turquía está lidiando con el desastre después del poderoso terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter del 6 de febrero, seguido de cientos de réplicas, algunas de alta intensidad, y que dejó decenas de miles de muertos. Las autoridades turcas solicitaron ayuda internacional, y la Unión Europea respondió activando el mecanismo de protección civil. Varios países, incluida Rumanía, enviaron equipos de rescate. Los terremotos de Turquía se sintieron en Israel, Líbano, Chipre y en el norte de Siria y tuvieron consecuencias dramáticas: miles de muertos e innumerables daños materiales. El sismólogo Mihail Diaconescu del Instituto de Investigación y Desarrollo de Física de la Tierra explicó a Radio Rumanía lo que puede causar una serie de terremotos tan fuertes como este:
«El primer terremoto, de 7,8 grados, ocurrió cerca de un punto de unión entre tres placas tectónicas: la placa arábiga, la placa africana y el bloque tectónico de Anatolia. Probablemente fue un impulso de la zona de subducción del Mediterráneo, del arco de Chipre, lo que alteró el equilibrio en la zona, provocando la generación de este terremoto de 7,8 grados. El terremoto posterior de 7,5 grados no es parte de la secuencia sísmica del terremoto de 7,8, ya que tenía una dirección del plano de falla este-oeste en comparación con el 7,8 que tenía una dirección noreste-suroeste. En Turquía hay terremotos poco profundos causados por la falla de Anatolia Oriental y la falla de Anatolia Septentrional, donde solíamos tener terremotos superiores a 7: la falla de Anatolia Septentrional se encuentra en el norte de Turquía y es paralela a la costa turca del mar Negro. En Rumanía, según el catálogo elaborado por el INFP, hubo un terremoto de 7,9 grados en el siglo XIX, lo que representaría la magnitud máxima que podría producir Vrancea. Pero al ser un terremoto histórico, puede estar un poco sobrevalorado».
La aclaración establece un paralelismo entre lo ocurrido en Turquía y la zona sísmica más activa de Rumanía, Vrancea. El terremoto más fuerte de Vrancea, de 7,9 grados en la escala de Richter, es el que también menciona el sismólogo Mihail Diaconescu. Producido en 1802, se sintió desde Moscú hasta Estambul, y las crónicas dicen que en Bucarest se derrumbaron las torres de todas las iglesias. 138 años después, en 1940, se produjo un terremoto con una magnitud de 7,4 a una profundidad de 133 kilómetros y una duración de 3 minutos. Sus efectos fueron devastadores, estimándose el número de muertos en 1000, y el de heridos en 4000. También se dejó sentir en Bucarest, donde provocó alrededor de 300 muertos, la mayoría de ellos en el derrumbe de un bloque muy moderno de la época, con 12 plantas de hormigón armado.
Después del terremoto de 1940, la Asociación General de Ingenieros Rumanos preparó un estudio sobre los efectos del terremoto en los edificios de hormigón armado y, siguiendo las conclusiones, se desarrollaron nuevas reglas que se aplicaron a todos los edificios construidos en el período de posguerra. En marzo de 1977, otro terremoto, con una magnitud de 7,2, se saldó con unas 1570 víctimas, casi 1400 de ellas en Bucarest, donde se derrumbaron más de 33 edificios y grandes bloques. El epicentro se ubicó a una profundidad de 100 kilómetros y la onda expansiva se sintió en casi toda la península Balcánica. Nueve años después, 150 personas murieron en otro terremoto, de 7,1 en la escala de Richter, de modo que en 1990 se registraron en Rumanía tres terremotos con magnitudes de 6,9, 6,4 y 6,1, que causaron 13 muertes. Invitado a Radio Rumanía, el ingeniero Matei Sumpasacu, experto en construcción y riesgo sísmico, habló sobre las posibles causas que dieron la magnitud del desastre en Turquía, pero también sobre las vulnerabilidades en Rumanía:
«Estamos hablando de una tragedia, obviamente, y tal como se dice, los terremotos no matan a las personas, sino que son los edificios los que matan a las personas cuando los terremotos los derrumban. El terremoto de Turquía se produjo en el contexto de la vulnerabilidad sísmica de los edificios allí, una vulnerabilidad que proviene de varias consideraciones. En primer lugar, códigos de diseño inadecuados, solo después del año 2000 comenzaron a diseñar, digamos, edificios más adecuados sísmicamente, y solo después de 2018 mejoraron realmente sus códigos de diseño, pero queda un fondo construido antes del año 2000 que se considera muy inseguro y aquí hemos visto estos días por qué se considera muy inseguro, edificios con locales comerciales en planta baja, edificios que tienen pisos flexibles y que en caso de sismo son muy frágiles y hemos vuelto a ver como los pisos de muchos edificios dieron paso a un derrumbe progresivo, un derrumbe en sándwich, si podemos decir, de todo el edificio. Pensé en nuestros edificios, los edificios en Rumanía, en Bucarest. Y estamos en una situación en la que tenemos muchos edificios envejecidos, tenemos edificios que no fueron diseñados sísmicamente, edificios hechos antes de 1940 o antes de 1977 que fueron diseñados sísmicamente, pero fueron diseñados sísmicamente de forma incorrecta, digamos…».
Sin embargo, entre los edificios derrumbados en Turquía también hay edificios recientemente puestos en uso. Matei Sumpasacu dice que aquí estamos hablando de otro nivel de vulnerabilidad, y se trata de asegurar la calidad de la construcción, es decir, hasta qué punto lo que está en el proyecto se traduce en realidad. Y aquí, dice, podemos hablar de corrupción –el sector de la construcción es la más corrupto del mundo– y también podemos hablar de cortocircuito de la normativa.
(Versión española: Simona Sarbescu)