La vida como exposición o la exposición como vida
Son artistas, vienen de Rumanía y Alemania, y durante la pandemia han decidido pasar tiempo juntas, como alternativa a la inspiración del artista encerrado.
România Internațional, 01.02.2022, 18:42
Son artistas, vienen de Rumanía y Alemania, y durante la pandemia han decidido pasar tiempo juntas, como alternativa a la inspiración del artista encerrado. Así, cuando doce artistas pasan mucho tiempo juntas, de charla en charla, cocinando en común, explorando un parque natural urbano o compartiendo el espacio en que duermen, no es de extrañar que el resultado sea una exposición. Del mismo modo, tampoco es de extrañar que dicha exposición ilustre la vida, en el modo en que la sentía el grupo: lo personal frente a lo colectivo, lo universal frente a lo individual, lo privado frente a lo público, o el tiempo libre frente al trabajo. Las curadoras Catinca Tăbăcaru y Daniela Pălimariu han contado para los micrófonos de Radio Rumanía Internacional de qué trata la exposición Staycation y el proyecto en conjunto.
Catinca Tăbăcaru:
«Staycation es fruto de la pandemia, porque todas nosotras, como seres humanos, tuvimos que encontrar un lugar para relajarnos y contar con nuestro propio espacio, ya que estábamos en casa. Lo planteamos como un encuentro, no como una exposición, y acabó siendo un simposio que celebramos en julio, al que acudieron seis mujeres artistas de Berlín y seis de Rumanía. Así, junto con Daniela Pălimariu de Sandwich y Rachel Monosov de CTG Collective, creamos una situación en la que pasamos siete días juntas, doce artistas, doce creativas: hicimos pan, paseamos por el humedal de Văcărești, charlamos mucho sobre el mundo, sobre qué pasa con la ecología, la pandemia y la vida.»
Daniela Pălimariu nos ha contado cómo se formó el equipo del proyecto:
«Cada una de las tres socias del proyecto, Catinca, Rachel y yo, propusimos a una serie de mujeres artistas jóvenes y emergentes, unas de Bucarest y otras de Berlín. A algunas las conocíamos mejor, hacia otras sentíamos curiosidad o incluso intuición. De algún modo, el grupo se formó orgánicamente y se crearon ciertas conexiones entre nosotras. Esta relación se ha enriquecido, también porque hemos tenido este espacio de tiempo entre el simposio, que fue en julio, y la exposición de ahora. Esta pausa ha sido muy importante para el grupo. También queríamos contar con artistas que trabajaran en diferentes medios, diferentes temas, que tuvieran enfoques distintos. Dicho de otro modo, no buscamos un tipo de artista en concreto, sino artistas comprometidas, que quisieran hacer esto a largo plazo, algo que se observa en su obra, en su forma de trabajar y comunicar, y en su profesionalidad. Las que son muy jóvenes demuestran que cuentan con una educación y que podemos continuar esta relación a largo plazo y hacer que crezca.»
Así, las artistas han encontrado las mejores vías de colaboración y comunicación, tal y como ha contado Catinca Tăbăcaru:
«He estado en muchas residencias donde siempre ocurre algo, aparece alguna fricción o algo de tensión. Sin embargo, aquí elegimos a las artistas también tanto por su obra, como partiendo de la sensación que transmite la persona: todas son elegantes y ambiciosas, pero son bondadosas. A partir de aquí, nos basamos mucho en esta idea de ralentización, de una vida que ahora sentimos que vivimos muy rápido, así que todo lo que hicimos lo hicimos más lentamente: fuimos al mercado, compramos alimentos de los productores, cocinamos juntas, debatimos temas importantes tanto para el grupo como a escala universal, aunque también personal; paseamos por el parque de Văcărești, que fue un punto culminante, y también dormimos juntas. Una de las artistas de Taiwán creó una dinámica de meditación en la que participamos, de modo que intentamos dormir en comú y de soñar en común. Esta no es una idea que, siendo adultos, tengamos muy a menudo. Los niños siempre duermen juntos, pero nosotros, como adultos, no mucho. Así, hicimos todo lo posible por crear una atmósfera en la que pudiéramos sentir y escuchar, más que hacer y hablar, aunque hubiera mucha charla de por medio.»
Yen Chun Lin, Isabella Fürnkäs, Lexia Hachtmann, Bethan Hughes, Lera Kelemen, Barbara Lüdde, Catinca Mălaimare, Rachel Monosov, Daniela Pălimariu, Ana Pascu, Ioana Stanca, Ana-Maria Ștefan son las otras artistas participantes en el proyecto. Los resultados de este encuentro se pueden ver hasta el 12 de febrero en la galería Catinca Tăbăcaru y Sandwich Malmaison. ¿Qué puede ver el público? Lo cuenta Daniela Palimariu:
«El otro espacio es Sandwich of Space, una extensión del espacio Sandwich inaugurado en 2016. Las obras son variadas en ambos espacios, también contamos con instalaciones adaptadas al tamaño de cada espacio, así como pintura, escultura, cerámica, videoinstalaciones, una performance de la artista Catinca Mălaimare, en Sandwich of Space; en el edificio Malmaison, en el segundo piso, hay variedad. Es una sola exposición, pero en dos emplazamientos, no diría que son conceptualmente diferentes entre sí. Por supuesto, muchas de las obras tienen como punto de partida la experiencia del verano y las relaciones que se tejieron entonces. Muchas tienen referencias claras y concretas a este grupo, el número 12 sigue apareciendo en varias obras o distintas imágenes de nuestras experiencias comunes, pero no es algo muy obvio o muy claro. Cada artista ha tenido la libertad de interpretar esa experiencia como ha querido y eso se ve en las obras.»
La exposición es la parte más visible del proyecto y llega como colofón del simposio celebrado en el verano de 2021, donde las participantes se conocieron y entraron en contacto con la ciudad anfitriona, Bucarest. Sin embargo, lo que parece más importante es que las artistas han encontrado un modo funcional de sobrevivir a la pandemia, sin perderse en ellas mismas.
Versión en español: Víctor Peña Irles