Cirurgía robótica y por satélite desde la ciencia ficción a la realidad
El 7 de septiembre de 2001 un equipo de médicos encabezado por el profesor francés Jacques Marescaux establecía un récord mundial al efectuar con éxito una intervención quirúrgica robótica a distancia.
Roxana Vasile, 06.12.2013, 18:11
El 7 de septiembre de 2001 un equipo de médicos encabezado por el profesor francés Jacques Marescaux establecía un récord mundial al efectuar con éxito una intervención quirúrgica robótica a distancia. Los médicos estaban en un despacho de Nueva York y la paciente en un hospital de Estrasburgo, a miles de kilómetros de distancia. La intervención quirúrgica denominada “Lindbergh”, en honor al nombre del célebre aviador norteamericano, el primer hombre en sobrevolar el Atlántico solo y sin escalas, en los años 20 del siglo pasado.
En el otoño de 2001 fuimos testigos de una intervención quirúrgica que cruzaba el océano. Los controles del robót, bautizado “Zeus”, estaban instalados en Nueva York, mientras que sus brazos quirúrgicos estaban implantados en la paciente de Estrasburgo. Toda la intervención se efectuó a través de los cables transatlánticos de France Telecom y fue la primera vez en la historia de la medicina cuando se comprobó que existían soluciones técnicas para abreviar la diferencia de tiempo inherente a semejante transmisión transatlántica mediante fibra óptica, lo que hacía posible semejante operación. El gran paso se había dado.
Cuando llegó a Francia a comienzos de los años 90, tras licenciarse por la Facultad de Medicina de la ciudad de Târgu Mureș, el rumano Adrian Lobonțiu se reunía en París con varios participantes llegados de EE. UU. para participar en un congreso en la capital francesa y que hablaban de su versión sobre a la cirugía robótica y por satélite. Fascinado y tal vez visionario, pronto Adrian Lobonțiu se convertiría en el primer médico de Europa especializado en semejante técnica.
“Hace 20 años se practicaba la cirugía invasiva y con el paso del tiempo se pasó a una cirugía menos invasiva para que el paciente sufriera menos, para reducir al mínimo el riesgo de hemorragia y de fiebre y para dar de alta al paciente lo antes posible, pero este método es muy difícil para los médicos.”
¿Por qué? Porque se tenía que introducir en el organismo del paciente una cámara y los médicos necesitaban unos instrumentos especiales de unos 30 hasta 40 centímetros, es decir, muy largos. Por ello, les vino otra idea: utilizar la robótica, que había sido ya introducida en todas las industrias, menos la medicina.
“Precisamente porque el gesto del cirujano es difícil de realizar en la cirugía mínimamente invasiva, o la cirugía laparoscópica, entre las manos del cirujano y la punta de los instrumentos quirúrgicos que se meten en el paciente se introdujo una computadora que le devuelve al especialista la flexibilidad. Por supuesto que el cirujano es el piloto, porque él manda al robot que analiza cada movimiento de los dedos. El robot sabe con certeza dónde está la punta de los instrumentos que están dentro del paciente y corrige al médico.”
Pionero a nivel europeo en este método médico innovador, que suena a ciencia ficción, Adrian Lobonțiu se dio a conocer con el paso del tiempo en el mundo entero y llegó a ser apodado “el cirujano volador”.
“Mi vida ha cambiado un poco, porque de ser un cirujano común que va diariamente al hospital, entra en el quirófano y efectúa intervenciones, pasé a verme obligado a volar semanalmente rumbo a Europa y hasta a Oriente Medio. Empecé a operar en Israel, Líbano, Arabia Saudí, Jordania…”
Dedicado a la robótica médica, Adrian Lobonțiu participó inclusive en un proyecto de envergadura: en el portaaviones Charles de Gaulle, que estaba en el hemisferio sur, había animales y modelos humanos y los médicos, entre los cuales estaba también Adrian Lobonțiu, se encontraban en París. La simulación de la operación no se hacía con fibra óptica, como en el caso de la intervención quirúrgica “Lindbergh” del profesor Jacques Marescaux, sino por satélite. ¿Qué se lograba comprobar en ambos casos? De un lado, que las intervenciones quirúrgicas robóticas se pueden efectuar a distancia y un paciente puede tener acceso a la atención de un profesional del más alto nivel, en cualquier continente, independientemente de la distancia que les separe. Del otro, que los costes de las transmisiones por cable, o por satélite, son inmensos. Sin embargo, como el concepto ya existe, médicos como Adrian Lobonțiu están convencidos de que dentro de varios años la tecnología de satélite, inimaginable a comienzos de los años 90, podría ser introducida a gran escala.