Perfil del turista rumano en 2023
Mientras que para una cuarta parte de los rumanos las vacaciones son un capricho que apenas pueden permitirse, otros, en cambio, disfrutan a lo largo del año de una combinación de al menos unas vacaciones de más de 4 noches y unas minivacaciones.
Roxana Vasile, 27.09.2023, 14:27
Mientras que para una cuarta parte de los rumanos las vacaciones son un capricho que apenas pueden permitirse, otros, en cambio, disfrutan a lo largo del año de una combinación de al menos unas vacaciones de más de 4 noches y unas minivacaciones, como indican los estudios de expertos que se publican periódicamente. Las principales razones por las que la gente se va de vacaciones son la necesidad de esparcimiento, desconexión, diversión, pero también para recompensarse por el duro trabajo realizado a lo largo del año.
El verano de 2023 también es una oportunidad para crear un perfil del turista rumano. ¿Quiénes son? ¿Qué destinos prefieren? ¿Cuánto dinero están dispuestos a gastar? Y no podría haber una ocasión más apropiada para tal debate, ¡ya que el 27 de septiembre es el Día Mundial del Turismo!
Cristina Popa es una empresaria del sector desde hace 1996. Tras licenciarse en la Facultad de Turismo, organiza viajes, escapadas urbanas, safaris y escapadas exóticas. Muchos de los grupos van acompañados por la propia Cristina, que conoce bien al turista rumano.
«El punto de vista del turista rumano ha cambiado un poco. Ha empezado a viajar más y a destinos más lejanos, los precios no son muy altos comparados con lo que ofrece Europa, y los gastos allí son mucho menores que en Europa. Si en los últimos años la gente buscaba mucho Francia y España –¡y todavía lo siguen haciendo!– ahora ha empezado a ir mucho a Kenia, a Mauricio o las Maldivas. Ahora Zanzíbar lleva varios años de moda. Hay ofertas cuando se compran billetes de avión asequibles, los precios son muy, muy buenos para estos destinos».
Esto nos cuenta Cristina Popa, a quien también preguntamos si los rumanos, como turistas, son exigentes:
«Algunas personas son quisquillosas. Tuve un grupo en Zanzíbar y esta gente quería tenerlo todo al momento, como están acostumbrados en su país, sin tener en cuenta que están en otro continente donde la gente se mueve de otra manera. Allí dicen «polé polé», que significa «despacio, despacio» y para traerte una cerveza después de pedirla tardan media hora, para traerte la comida tardan unas 3 horas. Se mueven de otra manera. Si tú, como turista, puedes aceptar el hecho de que estás en otro destino, en otra zona, en otro continente, donde las cosas son diferentes que en Rumanía o en Europa, entonces no tienes ningún problema. Podemos crearnos dificultades al no aceptar a otras personas distintas a lo que estamos acostumbrados».
En los últimos años se han vivido situaciones desagradables para todos nosotros como sociedad: primero el COVID, ahora la guerra en la frontera con Ucrania, también la crisis energética y una inflación galopante, así que para algunos hay menos dinero… ¿Cómo ha influido todo esto en la elección de vacaciones de los rumanos?
«Los clientes que tengo en cartera no se vieron necesariamente afectados. Solo el COVID, claro, que nos tuvo que frenar un poco a todos porque había otras condiciones de viaje. Si te vacunabas o te hacías la prueba, no había situaciones desagradables. Nuestros clientes siguieron viajando».
Y gastando –añadimos nosotros–, dejando que Cristina Popa nos diga cuánto:
«Los precios parten de 500-600 euros por persona y estancia en Bulgaria y Grecia, y de 900 a 2000 euros por persona en otros destinos. Acabamos de tener un grupo en las Maldivas, pagaron unos 2000 euros por persona, así que están dispuestos a gastar. He notado que tienen muchas ganas de viajar a zonas en las que nunca han estado y a mí eso me parece mágico porque, no sé, con estas cosas nos quedamos, al final, con lo que vemos».
Además de las vacaciones «clásicas», nuestra guía, dentro de las preferencias turísticas de los rumanos, también organiza un tipo de turismo diferente: para niños y adolescentes de entre 10 y 14 años, que combina el ocio con el desarrollo personal.
«Hace tres años también empecé a organizar este tipo de turismo para niños y adolescentes, estos campamentos de desarrollo personal. Vamos a albergues que están acreditados para hacer este tipo de campamentos, pero son diferentes, no te dan esa sensación de campamento escolar, porque no queremos eso. Queremos que los niños se descubran a sí mismos y descubran qué habilidades tienen y con qué disfrutan. Mira, por ejemplo, este año hicimos un taller de intuición para ver cómo pueden escuchar su intuición. Hacemos talleres de creatividad, de pintura, de dibujo, todo tipo de talleres de autoconfianza, para que se descubran a sí mismos».
Aunque el verano haya terminado, los niños hayan vuelto al colegio y los padres hayan agotado sus vacaciones estivales, ni para Cristina Popa en particular ni para sus colegas en general puede hablarse de relajación. Porque los rumanos siguen yendo de vacaciones, sea cual sea la estación el año.
«En octubre voy a la isla de Egina con un grupo, en noviembre a Cuba, para febrero organizo un viaje a Sri Lanka para familias con niños. Así que ya no es esa época del año que conocemos: cuando llega septiembre, octubre, ¡nos relajamos! Ahora, gracias a Dios, tenemos un flujo continuo, siempre que todas las situaciones sociales, mundiales, nos lo permitan».
Versión en español: Antonio Madrid