Ser sordo en Rumanía
En Rumanía viven aproximadamente 30 000 personas sordas, quienes tienen todo el derecho a integrarse con dignidad en la vida escolar, profesional o social.
Roxana Vasile, 22.06.2022, 13:18
En Rumanía viven aproximadamente 30 000 personas sordas, quienes tienen todo el derecho a integrarse con dignidad en la vida escolar, profesional o social. Sin embargo, suelen pasar desapercibidos por la sencilla razón de que no hacen ruido. Ni siquiera pueden expresar sus deseos o su malestar por medio de palabras.
Los sordos reciben un apoyo importante de aquellos que, como Florica Iuhas, apoyan fervientemente su causa. Florica Iuhas, lectora universitaria en la Facultad de Periodismo y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Bucarest, explica por qué, por ejemplo, solo el 1 % de las personas sordas aprueban el examen de bachillerato en lengua y literatura rumana:
Uno de los grandes problemas es que el sistema educativo no se ha adaptado a sus necesidades, porque piensan y sueñan en lengua de signos, pero tienen que cursar el bachillerato en lengua rumana. Una persona sorda no tiene preposiciones en su vocabulario, ni tiempos verbales, ni conjunciones; nunca entenderá la diferencia entre el presente y el pluscuamperfecto, por ejemplo, porque tiene una cultura visual, una cultura propia. Esto no puede entenderse todavía a nivel ministerial. Una persona sorda nunca dominará bien las reglas gramaticales, porque la sintaxis y el tema de la oración de una persona sorda es muy diferente de los temas del idioma rumano. Una persona sorda dirá «Yo visto niña hermosa», no «Yo he visto a una niña hermosa» o «Voy al mercado a comprar perejil». Eventualmente, agregan «hoy», «ayer» o «mañana» al final, pero seguirán diciendo «Voy mercado mañana» o «Voy mercado cuatro días después». Por lo que es necesario, en la práctica, que la lengua de signos rumana sea la que tenga prioridad en el examen de bachillerato. Los sordos aprenden de memoria textos de geografía, historia, logran sacarse el bachillerato en las materias teóricas —en matemáticas se desenvuelven bien, algunos de ellos llegan a ser informáticos de éxito— pero en lengua y literatura rumana tienen grandes problemas, porque su mente y su lenguaje no está estructurado de acuerdo con la gramática del idioma rumano que nosotros, los oyentes, hablamosʺ.
En otras palabras, la ley de educación vigente no distingue entre oyentes y sordos, quienes están sujetos al mismo rigor de examinación. Sería necesario —dice Florica Iuhas— que el examen de bachillerato en lengua y literatura rumana fuera sustituido, para los sordos, por el de la lengua materna, que, en su caso, es la lengua de signos, y que el examen de rumano tuviera un grado de dificultad mucho menor. En el mismo contexto, también sería necesario un departamento independiente para capacitar a los profesores de lengua de signos para las escuelas especiales. ¡No todos la conocen y pueden enseñarla! Y esto se aplica a cualquier otra lengua.
Entonces, si los sordos van a una ventanilla, no pueden comunicarse con los empleados, en el hospital o en un tribunal no pueden decir qué les duele o de qué manera se les ha cometido una injusticia. Para ello, en la primavera de 2020 se promulgó en Rumanía la llamada ley Săftoiu, en honor al nombre de la exdiputada Adriana Săftoiu, quien la redactó y la promovió entre sus compañeros del Parlamento. Florica Iuhas cuenta, en resumen, lo que estipula el acta normativa:
La ley Săftoiu estipula que todas las instituciones estatales rumanas deben poner a disposición de una persona sorda un intérprete de lengua mímico-gestual o de lengua de signos rumana, porque esta ley prácticamente ha consagrado la existencia de este idioma como lengua materna de las personas sordas. Si un húngaro va a una institución y puede comunicarse con una persona que habla húngaro, digamos en las provincias de Covasna y Harghita, por otro lado, es imposible que una persona sorda se comunique con las autoridades estatales, porque no hay intérpretes en las instituciones del Estado.ʺ
Las instituciones han tenido dos años desde la entrada en vigor de la ley para tomar todas las medidas, para que, a partir de abril de 2022, toda persona sorda que ingrese a una institución estatal cuente con un intérprete. En la actualidad, todavía hay muy pocos intérpretes de lengua de signos en Rumanía. ¿Por qué? Nuevamente, Florica Iuhhas:
Porque están desalentados por la incapacidad de las instituciones para remunerarlos o para firmar contratos de colaboración con ellos o para contratarlos. Entonces, prácticamente, no se ha dado ni un paso adelante y les ruego que miren la televisión: el presidente del país que firmó esta ley no viene a sus discursos con un intérprete, lo que no es normal. En cualquier país civilizado, al lado del presidente, cuando da un discurso a la nación, también hay un intérprete, porque el presidente de un país es el presidente de todos. ¿Qué deben hacer los sordos? ¿Leer los labios del presidente para saber lo que dice? La ley dice que la institución debe tener un intérprete, no solo la televisiónʺ.
Las televisiones también se enfrentan al mismo problema: el número reducido de intérpretes. Florica Iuhas, ella misma intérprete de lengua de signos, decidió impartir un curso en la Facultad de Periodismo para aquellos interesados. Es, sin embargo, el único en el país.
Me han contactado, por ejemplo, personas de los servicios de emergencia, que me dijeron «enséñanos también a nosotros, que estamos ante la situación de ir a ayudar a familias con necesidades especiales de este tipo y no podemos comunicarnos con ellas». Y, entonces, se me ocurrió la idea de hacer este curso al que doy acceso a cualquier persona, no solo a los estudiantes de la Universidad de Bucarest, precisamente por la necesidad de ayudar también a los oyentes a ser entendidos por los sordos, porque nunca sabes con quién vas a interactuar.
Es una injusticia escandalosa en Rumanía y esta injusticia ha durado años, mientras que 48 países han reconocido el lenguaje de signos como lengua materna durante décadas para sus ciudadanos sordos, dijo la exdiputada Adriana Săftoiu. Una lengua en continua evolución, la lengua de signos rumana tiene solo 8000 signos, frente a los 38 mil de la lengua de signos francesa o los 50 mil de la lengua de signos alemana. Desafortunadamente, en Rumanía ni siquiera ha existido la preocupación de desarrollar este lenguaje especial, de enriquecerlo. No existe un instituto o departamento para estudiar los signos rumanos.
Pero los sordos existen entre nosotros y también necesitan comunicarse, necesitan desarrollar este lenguaje. Espero que Rumanía comprenda la importancia de la integración de estas personas en la gran masa del pueblo rumano y que haga esfuerzos para desarrollar también este idioma e integrar a las personas sordasʺ, concluye Florica Iuhas, lectora universitaria en la Facultad de Periodismo y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Bucarest, una voz para los sordos en Rumanía.