Casamientos y divorcios en la Rumanía actual
Los 30 años transcurridos desde la caída del comunismo han traído muchos cambios económicos y políticos pero también sociales.
România Internațional, 22.07.2020, 19:05
Los 30 años transcurridos desde la caída del comunismo han traído muchos cambios económicos y políticos pero también sociales. También el ámbito privado de las relaciones familiares y afectivas ha sufrido varias transformaciones. Una de éstas se refiere a la institución matrimonial que durante el comunismo conservó su forma tradicional aunque la ideología de entonces prometía una revolución de las costumbres. La concepción tradicional sobre el matrimonio, junto con otras costumbres sociales conservadoras, no sólo no cambió durante el comunismo, sino que en ciertos aspectos se acentuó ya que los jóvenes solían contraer matrimonio desde muy temprano.
El matrimonio señalaba el alcance de la plena madurez, un umbral que se tenía que cruzar lo antes posible. La tradición imponía que después de completar su educación secundaria o superior, los jóvenes iniciaran su vida empleándose y casándose para formar una familia. Por su parte, el Estado comunista fomentaba esta concepción de vida ya que los jóvenes solteros recibían más difícilmente por distribución una vivienda del Estado. Por supuesto que esta concepción no desapareció después de la caída del comunismo ya que en 1990, los hombres contraían matrimonio a los 25 años de edad y las mujeres a los 22 años de edad. Un análisis sociológico efectuado recientemente por la agencia Frames señala que desde entonces, los cambios no han tardado en aparecer ya que los rumanos no sólo que se casan más tarde, sino también rara vez.
Si en 1990, las oficinas de estado civil registraban 192.652 casamientos en el año 2008, su número se redujo en 50.000 llegando a 143.292. El analista de la agencia Frames, Adrian Negrescu, considera que para los rumanos el matrimonio ha dejado de ser una prioridad tal como lo era en el comunismo:
“En 2018 esta situación había desaparecido. Hoy por hoy, los rumanos contraen matrimonio sólo cuando tienen garantizada la seguridad financiera capaz de permitirle comprarse una vivienda para formar una familia y tener hijos. Además, en el presente, los jóvenes, tanto los hombres como las mujeres, están interesados también en la carrera. Las mujeres por ejemplo aspiran primero a un puesto de trabajo estable con un ingreso seguro y están interesadas en todos los aspectos concernientes a la emancipación y al dinamismo de la sociedad. A principios de los años 90, los hombres contraían matrimonio alrededor de los 25 años de edad y las mujeres alrededor de los 22 años, mientras que en el medio rural, las jóvenes se casaban incluso desde los 21 años de edad. En 2018, los hombres contraían matrimonio a los 31 años de edad y las mujeres a los 28 años. Es un aumento significativo de la edad que señala las transformaciones de la sociedad que nos determinan prestar más atención al desarrollo individual, quedando la familia en segundo plano.
Pese a ello, a nivel europeo, Rumanía se sitúa entre los países con una alta tasa de nupcialidad de un 7,3%, al lado de Lituania, un 7,5%, Chipre y Letonia un 6,8% y Malta un 6,3%. Además, aunque el casamiento tradicional parece estar pasado de moda, las relaciones de duración no han desaparecido y visten formas menos oficiales. Adrian Negrescu:
“En cambio, nada ha cambiado en la esfera sentimental de las relaciones. Hay muchas parejas que viven en concubinato compartiendo la misma vivienda e incluso el dinero, pero posponen el matrimonio oficial pensando que no disponen de suficiente dinero para celebrar la boda o están presionados por varios aspectos económicos. Formar una familia y tener hijos requiere muchos gastos. Todo el mundo desea tener hijos pero no todos disponen de ingresos que les garanticen la seguridad necesaria. Este nivel de seguridad o de una vida decente era distinto a principios de los años 90. Hoy por hoy, en el tercer milenio, las exigencias económicas son distintas. Los padres tienen que asegurar una buena vida para sus hijos y esto significa gastar más en la educación y la salud. Todo este paquete de consideraciones de índole económica influye en la percepción relacionada con el matrimonio.
No sólo los aspectos económicos cambian la percepción sobre el matrimonio sino también la visión acerca de la felicidad personal. La gente se ha vuelto más exigente no sólo con sí misma, sino también con sus prójimos. Somos más exigentes frente al comportamiento del compañero de vida ya que tenemos otros estándares concernientes a nuestra propia felicidad. Posponemos el momento de la boda hasta hallar la persona adecuada que satisfaga nuestras necesidades personales y las referentes al estatuto económico social y tras encontrar a dicha persona y contraer matrimonio, la separación se transforma en una opción bien rara ya que las estadísticas sobre los divorcios destacan que los rumanos aunque se casan tarde, difícilmente se divorcian. Adrian Negrescu:
“Si en el año 1990 se registraron 32.000 divorcios, en 2018, su número bajaría llegando a 30.000. No es una diferencia sustancial pero señala un nivel mayor de madurez. Prestamos más atención a la relación de pareja y a las modalidades de gestionar los problemas que puedan surgir porque hemos aprendido a mantener una relación de duración. Esto significa más que compartir la misma vivienda, significa mayor atención prestada al compañero de vida y a sus expectativas y significa aprender cómo edificar algo juntos. Igualmente interesante es la edad a la que se divorcian los rumanos. En 2018, la edad promedio de los hombres que estaban en proceso de divorcio era de 43 años y la de las mujeres rozaba los 39 años, es decir la plena madurez. En el caso de los hombres esta edad coincide con la llamada crisis de los 40 o 50 en hombres. En el caso de las mujeres surgen otros problemas porque para ellas son importantes las satisfacciones o las insatisfacciones de cara a la vida de pareja. Generalmente, las mujeres son mucho más maduras desde una edad muy joven y prestan más atención a determinados aspectos de los que los hombres no se percatan. En la vida de pareja las mujeres tienen mayores expectativas y a la hora de estancarse en la zona de ama de casa tradicional tratan de salir de dicha relación. La edad de 39 años no es nada casual. Es la edad a la que las mujeres han alcanzado su independencia económica y sus expectativas difieren de las de los hombres con los que se casaron en la juventud.
Al nivel de la UE, Rumanía que cuenta con una tasa de los divorcios del 1,5% se sitúa en medio de la clasificación encabezada por Letonia y Lituania con el 3,1% y Dinamarca con un 3,0%. Las menores tasas de divorcio a nivel europeo se han registrado en Malta, con un 0,8% y Grecia con un 1,0%.