Viviendas informales
Las viviendas informales creadas en la periferia de las ciudades son una realidad que cualquier persona que recorre Rumanía en coche puede ver.
România Internațional, 11.04.2018, 17:35
Las viviendas informales o los asentamientos no oficiales creados en la periferia de las ciudades o de las aldeas son una realidad que cualquier persona que recorre Rumanía en coche puede ver, pero en la que no se ha profundizado y sobre todo que no se ha asumido oficialmente. Esta es la conclusión de los especialistas en urbanismo quienes analizan desde hace años la situación de las personas que viven en estas casas improvisadas, construidas en las tierras de nadie. Uno de estos expertos es Bogdan Suditu, investigador urbanista:
“Es un fenómeno en crecimiento, que todavía no se conoce bien a nivel nacional. Aunque haya dos estudios realizados por el Ministerio de Desarrollo, no se ha ido más allá de investigar el asunto. En la mayoría de los casos, las comunidades que viven en estos asentamientos no tienen documentos de propiedad o de identidad, lo que hace que sean medio ciudadanos de este país y esto no es normal. Por lo tanto, no pueden acceder legalmente a los servicios de utilidad pública, no se pueden conectar legalmente a la red eléctrica, no se pueden matricular en la escuela de conductores y muchas cosas más, como la de ir a la escuela primaria, se convierten en un problema por la falta de documentos. Hay situaciones de asentamientos informales con 3.000 personas e incluso con 6.000 personas fuera de las zonas construidas, es decir que están fuera de las normas urbanísticas. Estas zonas no están muchas veces en la documentación de urbanismo y tampoco en los documentos de algún ayuntamiento. Es territorio de nadie, en la mayoría de los casos es una raya en el mapa que marca un prado, una zona de corrimientos, un lugar donde la gente de una ciudad o aldea tira la basura y otra gente vive.
Es el caso muy conocido hace años de la gente de Pata-Rât. El asentamiento informal estaba al borde de Cluj, al lado del vertedero de la ciudad, y albergaba en un determinado momento a aproximadamente 300 familias. Se formó con el tiempo tras las evacuaciones forzosas de algunas familias pobres, la mayoría de ellas de etnia gitana, de las zonas centrales de la ciudad, trasladadas a la periferia. A ellas se han añadido algunos ciudadanos de las aldeas cercanas que buscaban medios de subsistencia en el almacén de desechos. Este lugar centró la atención del ayuntamiento de la ciudad de Cluj-Napoca por la necesidad de desmantelar y sustituirlo por una plataforma ecológica. Habría significado una nueva evacuación de la gente de Pata-Rât que ya tenía los problemas normales de la vida en la tierra de nadie. Bogdan Suditu:
“Algunas comunidades se han creado porque el Estado ha obligado a algunas personas a asentarse en un lugar y las olvidó allí. Es el caso de las personas de Valea Corbului. En 1950, el Estado rumano dijo a 41 familias: «¡Se van a quedar aquí!», y desapareció durante 60 años. Y hoy, al descubrir que allí viven unas 1.300 personas que intentan valorar sus obligaciones y derechos, ha constatado que la localidad se ha desarrollado parcialmente en condiciones ilegales. La culpa es compartida y todos la tenemos que asumir.
Valea Corbului, una aldea del distrito de Argeş (en el centro sur de Rumanía), tiene en la periferia un asentamiento informal de 3.000 personas, sin acceso a los servicios públicos. Allí vive también Marius Păcuraru:
“En 2001-2002, la prolongación de la aldea de Valea Corbului, donde vivo ahora, se hizo en ciertas condiciones. Por ejemplo, mis padres no tenían vivienda y fueron, midieron un trozo de tierra y ahora vivo allí. Lo triste es que las líneas de alta tensión pasan por encima de mi patio. La electricidad tiene 40.000 voltios. Esto afecta a nuestra salud. Por ejemplo, las líneas pasan por encima de mi jardín de vegetales. Si me quedo allí dos horas, empieza a dolerme la cabeza y no me siento bien. Mis hijos tampoco se sienten bien. Si hubiera conocido las desventajas de vivir aquí y las autoridades me hubieran informado, no habría construido la casa. Además, parte de los ciudadanos de Valea Corbului, aproximadamente un 30-35%, no pueden acceder a los servicios de electricidad o de agua potable. En 2014, un grupo de ciudadanos de Valea Corbului intentó poner en marcha un proyecto con fondos de la UE y constataron que no podían empezar sin tener documentos de propiedad. Por lo tanto, nos paramos.
En Bucarest hay también problemas de este tipo. En el barrio de Ferentari, una de las zonas más pobres de la ciudad, aunque no haya asentamientos informales, hay viviendas informales y ciudadanos sin acceso a los servicios públicos y la electricidad. Uno de los distribuidores de electricidad, la compañía ENEL, mediante sus proyectos de RSC (responsabilidad social corporativa), ha ayudado a algunas de las personas de Ferentari a conectarse a la red eléctrica. Ha ayudado también Rodica Păun, mediadora comunitaria y antigua ciudadana del barrio. Rodica Păun ha hablado de los problemas de allí:
“El mayor problema, además de los documentos de identidad, los contratos de alquiler, los contratos de compraventa, lo representan la suciedad, las ratas… Por la falta de documentos, la gente no tiene educación y tampoco trabajo. Uno no puede encontrar trabajo sin documentos y sin ir a la escuela. Mediante la compañía ENEL hemos conseguido conectar a la red eléctrica a aproximadamente 100 personas. No todos los casos están completamente solucionados. Para las casas, la gente no tiene documentos de propiedad, tiene como máximo un recibo escrito a mano o una copia de aquel recibo. No tienen aprobación para construir, es decir que tampoco pueden firmar un contrato de electricidad. En un edificio de pisos, la gente se puede conectar más fácilmente. En el caso de las casas, si uno no tiene aprobación para construir o documentos, no se puede hacer nada. Tampoco tienen agua potable sin estos documentos. Y tampoco tienen acceso al saneamiento.
Estas personas sólo pueden ser ayudadas mediante una mejor comunicación y colaboración entre las autoridades, los suministradores de servicios y la comunidad. Pero primero es necesario admitir el problema, según ha afirmado Bogdan Suditu:
“Este fenómeno no es sólo típico de Rumanía. Ha sido típico de todos los países de Europa, comenzando con Francia, España y Portugal, hasta los países del este del continente y de los Balcanes. La situación se ha solucionado paulatinamente porque se ha admitido. Este es el primer problema: es necesario que el legislador, la persona que hace las normas diga: «Sí, el asunto existe, la gente vive en aquel lugar, se han equivocado o no, han construido bien o no. ¡Vamos a encontrar soluciones!» Y aquí no pasa esto: admitir el fenómeno.