Niños con dificultades de aprendizaje
Todos conocemos, ya sea por nuestra experiencia escolar, profesional o parental, o porque lo hemos escuchado, que algunos niños con peores resultados escolares son considerados perezosos.
Christine Leșcu, 01.02.2017, 17:35
Todos conocemos, ya sea por nuestra experiencia escolar, profesional o
parental, o porque lo hemos escuchado, que algunos niños con peores resultados
escolares son considerados perezosos. No prestan atención. No están
interesados. Éste sería el enfoque tradicional. Pero desde que se han definido
y diagnosticado claramente los trastornos típicos del aprendizaje, este enfoque
ha empezado a modificarse también en Rumanía. Uno de los problemas de este tipo
más conocidos es la dislexia. La dificultad de leer y de escribir, que se
manifiesta como disgrafía o discalculia, no tiene solución. Los que tienen
dislexia solo pueden esperar que su estado mejore mediante ejercicios
constantes. La lingüista Roxana Din, especializada en terapia con
niños disléxicos, ha hablado sobre estos trastornos en los pequeños:
Ellos
usan el hemisferio derecho del cerebro más que el izquierdo. Por lo tanto, no
aprenden de la misma manera que los niños típicos. Las primeras señales suelen
ocurrir cuando los pequeños empiezan a aprender a escribir y a leer, es decir
en el grado cero o primero. Leen al revés. Por ejemplo suelen confundir la
palabra un por nu. La m por n y al revés. Confunden letras como p por
b. Muchos de ellos tienen también déficit de atención. Hay también teorías
según las cuales los disléxicos tienen también problemas de memoria, y por lo
tanto a veces tienen también problemas en matemáticas.
Sin embargo, la dislexia no supone
también una discapacidad intelectual. Todo lo contrario, muchas personas
diagnosticadas con dislexia son creativas y tienen un coeficiente intelectual
mayor de la media. Por ello, se recomienda diagnosticarlas lo más temprano
posible, en los primeros años de guardería o de escuela, justamente para que
además de mejorar su condición, estos niños puedan valorar su potencial. Mirela Niţu es la madre de un niño de
quinto grado que fue diagnosticado con dislexia en el segundo grado. Mirela ha
hablado de su experiencia:
En
el segundo grado, la maestra nos recomendó ir al logopeda y allí empezamos la
terapia para combatir la disgrafía, porque confundía las letras al escribir. No
tenía problemas de habla y hasta entonces ni siquiera habíamos pensado que
había un problema. En las competiciones de la guardería y la escuela siempre
había obtenido resultados máximos. Solo en el segundo grado, cuando empezaron a
escribir más al dictado y a tener deberes más complicados notamos que repetía
algunos errores.
Después del diagnóstico, ha
seguido la terapia y los resultados se han visto paulatinamente. Mirela Niţu:
Tiene todavía la tendencia a jugar más y a evitar
las situaciones más difíciles como los deberes. Comete todavía errores cuando
está más cansado o no se concentra suficientemente. A pesar de ello, tiene
buenos resultados porque presta atención en clase y participa, no tiene
problemas con la situación escolar en su conjunto. Pero probablemente seguirá
cometiendo algunos errores al escribir.
El niño de Mirela hace terapia dos veces por semana, una individual y
otra de grupo con otros niños disléxicos. Es un constante esfuerzo tanto para
él como para los padres, pero hace falta hacerlo. Mirela Niţu:
Es
realmente un esfuerzo más, tanto para el niño como para el padre. Hace falta ir
a las actividades y a la terapia. Además, los deberes en casa duran más que en
el caso de otros niños. Siempre hay que trabajar más. Siempre piensas en qué
métodos de aprendizaje deberías usar. Como padre, hay que tener más paciencia y
apoyarlo siempre. Esperamos que todo salga bien, que alcance su máximo
potencial y consiga convertirse en el adulto que desea.
Respecto a la confianza en uno mismo, es necesario trabajar mucho,
porque las etiquetas de los demás dejan huellas profundas. La lingüista terapeuta Roxana Din ha ampliado detalles:
Muchas
veces tenemos que trabajar en la confianza en uno mismo, porque siendo muchas
veces considerados perezosos, tienen que vivir con esta etiqueta. A veces los compañeros también los miran así.
Por lo tanto, los niños disléxicos necesitan apoyo y necesitan sentirse
escuchados y entendidos.
Roxana Din y Mirela Niţu se conocieron en el
centro EDULIER, uno de los pocos centros del país que se dedican a la terapia
con niños disléxicos. El año pasado, cuando lo abrió, la directora Cristiana
Ionescu vio que en el país no había la experiencia necesaria para dotar a un
centro de este tipo, así que acudió a los especialistas extranjeros. Cristiana
Ionescu:
Empezamos
a preguntar a los especialistas de Noruega y del Reino Unido. Todos dijeron que
nos podían enseñar los principios de la terapia, pero ésta se tenía que adaptar
al rumano. Después de trabajar un año, el 7 de abril de 2016, abrimos nuestro
primer centro y desde entonces trabajamos en los equipos de enseñanza y de
terapia en rumano y para matemáticas para los niños con disgrafía y
discalculia. Intentamos hacer un equipo en el que participe el padre, el niño,
el terapeuta y los profesores. Pensamos traer expertos en lingüística clínica,
logopedas y psicoterapeutas. Buscamos mucho, fue difícil no solo porque
deseamos tener especialistas que conocieran la dislexia, sino porque también
buscamos personas que no tuvieran miedo de implicarse en proyectos que habrían
un camino, que estaban comenzando.
Ahora
el centro EDULIER recibe
aproximadamente a 20 niños al día. Cristiana Ionescu ha contado lo que suelen
hacer allí:
Siguen
una terapia educativa, una terapia asistida con animales o trabajan en la sala
digital donde aprenden a autoevaluarse y a corregirse solos en la pared digital
interactiva. Prestamos la misma atención a la psicoterapia. Cuanto más temprano
evaluamos al niño, mayor es la atención que prestamos a las señales que nuestro
niño empieza a enviarnos, lo podemos ayudar. De esta manera, desaparecen más
rápido las diferencias entre él y los demás niños.
Y aquí se pueden reunir también en
grupos de apoyo los padres de los niños disléxicos, para compartir sus experiencias.