La integración escolar de los niños con necesidades especiales
Al igual que en otras partes del mundo, desde hace unos años en Rumanía ha aumentado el número oficial de niños con trastornos psíquicos o del desarrollo, como el autismo y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad, TDAH.
România Internațional, 07.12.2016, 10:08
Es más bien una comprobación empírica, porque las estadísticas oficiales no son muy concluyentes o muy recientes. En 2012, estaban registradas 7 179 personas con autismo (según el Ministerio de Sanidad), pero según los especialistas, el número real es mucho mayor. En septiembre de 2015, la asociación no gubernamental Salvad a los Niños estimó según los datos de la Organización Mundial de la Salud, que de los aproximadamente 3,8 millones de niños rumanos, más de 760 000 tienen un problema de salud mental, siendo los más extendidos los trastornos de ansiedad (un 13% de ellos tienen trastornos de ansiedad, un 5% TDAH, 1 de 500 (el 0,2%) tiene autismo y trastornos generalizados del desarrollo). Pero más difícil que hacer las estadísticas reales es la vida diaria de la familia y del niño con una enfermedad de este tipo. Sobre todo cuando nos referimos a la integración escolar. La ley de la educación prevé la integración y el apoyo a estos niños que, según la legislación, son niños con necesidades educativas especiales. Existe también una legislación segundaria que prevé las formas y los tipos de servicios de apoyo. De ellos se benefician los niños que, tras una evaluación, han obtenido un certificado de orientación escolar y profesional emitido por los centros de recursos y asesoría educativa. Con este documento, los niños con necesidades educativas especiales se pueden matricular en cualquier escuela pública donde deberían recibir asesoría psicológica y un profesor de apoyo para la integración en el grupo y para adquirir los conocimientos. Como de costumbre, todo está mucho mejor en los papeles que en la realidad, según ha afirmado Robert Florea, coordinador del Centro de Recursos y Asesoría Educativa de Bucarest.
“Desgraciadamente, por lo menos en Bucarset, el número de profesores de apoyo es insuficiente. Ellos sólo pueden tener una intervención de una hora o dos a la semana para cada niño. Por ejemplo, durante un mes, el profesor tiene entre 4 y 6 horas que asigna para un niño con un certificado que muestra que tiene necesidades educativas especiales. Desde nuestro punto de vista es insuficiente. Las formas de apoyo ofrecidas a estos niños y el trámite educativo que reciben estos niños seguramente pueden mejorar.”
Desgraciadamente, los problemas administrativos y del personal son secundarios frente a los problemas planteados por el mismo grupo de estudiantes en el que un niño con autismo o con TDAH debería integrarse. Maria Teodorescu es profesora-consejera en una escuela de la capital y apoya la inclusión en la clase de los niños con necesidades educativas especiales. He aquí lo que ha declarado Maria Teodorescu:
“Es necesaria una preparación más intensa de la parte psicopedagógica con la que son tratados los niños que están en estas situaciones. Pero sobre todo es necesario que exista mayor comprensión por parte de los padres por el hecho de que, en algún momento, sus niños puedan tener cerca a los niños con necesidades educativas especiales. Es necesario tener una colaboración eficiente entre el profesor de apoyo, el profesor-consejero, el maestro o los profesores y los padres. Para que estos niños sean aceptados en la clase son necesarias varias actividades mediante las cuales se les enseñe a los demás estudiantes lo que significa la tolerancia, porque algunos de ellos desconocen el significado de esta palabra.”
Además de fomentar la tolerancia, los niños y los padres deben saber de la mejor manera posible qué son los trastornos de comportamiento, por ejemplo en el caso del TDAH. Anemari Necşulescu, la madre de un niño que tiene este síndrome ha contado su experiencia.
“Los niños con trastornos de comportamiento de hecho necesitan atención, es difícil concentrarse durante un periodo más largo de tiempo. Por ello, llegan a perturbar el orden en la clase: hablan sin ser preguntados, no esperan su turno, están agitados en su sitio y molestan a sus compañeros. El maestro que está solo en la clase con 29 o más de 30 alumnos no puede hacer frente a esta situación. La integración se tiene que mirar también desde la perspectiva de los padres del resto de niños que no saben nada de estos trastornos y como suele pasar, temen lo desconocido. Y esto conlleva el rechazo y la estigmatización.”
Cuando fracasa la comprensión mutua, la situación puede ser muy tensa, sobre todo cuando debido a la marginación y al aumento de la frustración, un niño con trastornos del desarrollo puede ser a la vez violento. Este otoño, en una escuela de Ploieşti, los padres de la mayoría de los alumnos de este centro han protestado contra el hecho de mantener en la escuela a un niño con TDAH que según ellos, tenía un comportamiento violento. Esta reacción no es ajena a Anemari Necşulescu.
“Ha habido una maestra que no estaba preparada para gestionar el temperamento y el problema médico de nuestro hijo que entonces no se había diagnosticado todavía. No sabíamos que nuestro hijo tenía TDAH, sólo sabíamos que nos llamaban mucho a la escuela y recibíamos reclamaciones por el disturbio que creaba el niño. No era violento, pero molestaba. Y el disturbio que la señora anunciaba en el pasillo, rodeados por los demás padres, llegó a ser frecuente y finalmente hubo padres que nos pidieron que nos mudáramos, que nos lleváramos a nuestro “discapacitado” y que nos fuéramos. Aceptamos que a nuestro hijo lo evaluara el consejero escolar. Presentamos el expediente y evaluamos al niño porque deseamos tener soluciones. Mudamos al niño a otra escuela donde tuvimos el apoyo de la dirección, porque deseamos que tuviera derecho a la educación, según se menciona en la Constitución de Rumanía. Después conseguimos tener un terapeuta en casa y lo pagamos nosotros. Decidimos junto con su nueva maestra que cuando viera su frustración en aumento, le diese una pequeña tarea: limpiar la pizarra, sacar la basura o ir a la secretaría con una tarea. Esto hace que se reduzca la presión, se calme y vuelva al aula más preparado para estar atento.”
Tras la mediación entre los padres y los representantes de la escuela, la situación de Ploieşti se calmó y el alumno considerado problemático volvió a clase. De la misma manera, debido al llamamiento a la comprensión, de momento funciona también la integración escolar del hijo de Anemari Necşulescu.