Opciones femeninas contemporáneas
En teoría, un embarazo debería ocurrir cuando se desea y cuando los padres son suficientemente maduros para criar a un niño. En la práctica, las cosas son distintas: en 2012, una estadística de Unicef mostraba que en
Christine Leșcu, 09.11.2016, 13:28
En teoría, un embarazo debería ocurrir cuando se desea y cuando los padres son suficientemente maduros para criar a un niño. En la práctica, las cosas son distintas: en 2012, una estadística de Unicef mostraba que en Rumanía había el mayor número de madres menores de edad de Europa. Además, según un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística en el periodo comprendido entre enero de 2012 y marzo de 2013, 7.547 de 12.073 mujeres embarazadas con edades de entre 15 y 19 años eligieron interrumpir el embarazo. De todas formas, en los últimos años, el número de abortos en Rumanía está en continuo crecimiento, según han destacado también los médicos especialistas. He aquí lo que ha declarado la doctora Monica Cârstoiu, obstetra en el Hospital Universitario de Bucarest:
“Según los estudios de Unicef, Rumanía ha ocupado el primer lugar en Europa respecto al número de personas menores de edad que han dado a luz. En el promedio, hay 8.500 nacimientos de este tipo al año. Deseamos que el aborto deje de ser el método anticonceptivo más usado porque teóricamente, existe la posibilidad de prevenir un embarazo no deseado. Los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) han mostrado que Rumanía tiene la tasa de abortos más elevada de Europa: 480 abortos por cada 1.000 nacidos vivos.”
Según la doctora Cârstoiu y sus compañeros: “Las alarmantes estadísticas confirman la reticencia de las mujeres de Rumanía a ir periódicamente al ginecólogo. La causa principal de este desinterés es la falta de educación sexual respecto a la importancia del control ginecológico.” No falta solamente educación sobre la salud reproductiva, sino que también faltan los conocimientos sobre las elecciones que una mujer moderna puede hacer sobre su propio cuerpo, según opinan los representantes de la sociedad civil. Daniela Drăghici trabaja como especialista en la promoción de la educación y la información sexual en la Sociedad de Análisis Feministas ANA.
“Hay un gran problema respecto a este asunto: el método y la capacidad de informar a las mujeres jóvenes, y no sólo a ellas, sobre su derecho a elegir con conocimiento de causa respecto a la salud reproductiva. En 2003, el Estado rumano estaba en una situación bastante buena respecto a este asunto porque se había hecho un protocolo de colaboración entre los ministerios de Sanidad, Educación y Juventud y el Gobierno de Rumanía. El protocolo preveía el inicio de unos cursos sobre sexualidad a partir del segundo grado. Los cursos se iban a impartir por los profesores especialmente preparados en este sector. Las iniciativas no se han aplicado, y además las fundaciones estadounidenses que habían puesto a disposición fondos para esto retiraron sus financiaciones en el momento de la adhesión de Rumanía a la UE.”
En el marco de este programa que ha dejado de existir, incluso se había elaborado un manual de educación sexual que había recibido el visto bueno de todos los ministerios implicados en aquel protocolo. El manual se había redactado según un currículo elaborado mediante la colaboración de las organizaciones no gubernamentales especializadas. Todo se había pensado para que las horas de educación para la salud en la familia, según la denominación oficial, se desarrollaran teniendo en cuenta también las sensibilidades de las personas implicadas, ha afirmado Daniela Drăghici:
“Si las cosas hubieran continuado paulatinamente, todo habría pasado de manera gradual para que ni los padres, ni los hijos se asustaran. Además, se debería haber empleado muy bien la red de médicos de planificación familiar. También mediante la financiación externa fueron preparados médicos generalistas para convertirse en médicos de planificación familiar. Ellos están muy informados, pero desgraciadamente no son empleados.”
Uno de estos médicos es Iuliana Balteş, directora adjunta de un centro médico en el que hay también un consultorio de planificación familiar, uno de los pocos que siguen funcionando, financiado por el Ayuntamiento del sector 1. Hemos hablado con ella sobre las consecuencias de la falta de información sobre la salud reproductiva:
“Hace unos años tenía todo un programa de planificación familiar y las cosas iban muy bien, e incluso bajó la tasa de abortos. Desgraciadamente, ahora nos enfrentamos de nuevo a un crecimiento del número de abortos y del número de embarazos no deseados en las adolescentes. Un programa nacional bien estructurado de planificación familiar costaría mucho menos que tratar todas las consecuencias tanto de un embarazo no deseado como de un aborto.”
Según la médica Iuliana Balteş, al principio de la planificación familiar en Rumanía había casi 240 consultorios de planificación familiar. Pero su número ha bajado y actualmente en Bucarest han quedado sólo 4 o 5. Pero allí tampoco van muchas mujeres, según ha destacado Iuliana Balteş. ¿Por qué?
“Porque no tienen de dónde recibir la información correcta. Suelen informarse normalmente la una a la otra y así llegan al consultorio. En segundo lugar, con aquel programa nacional que finalizó hace unos años, teníamos la posibilidad de distribuir de manera gratuita ciertos tipos de anticonceptivos sobre todo para los estudiantes, un grupo que corría un riesgo debido a la imposibilidad financiera de procurarse anticonceptivos eficientes. Desgraciadamente, el Gobierno se olvidó de aquel programa y ahora ya no podemos ayudar a nadie distribuyendo anticonceptivos gratuitos. Cuando ya no pudimos distribuirlos de manera gratuita, se redujeron también las visitas de las mujeres. Sorprendentemente, dos tercios de las mujeres que visitaban el gabinete de planificación familiar eran del campo. Eran usuarias constantes, correctas y teníamos un gran número de mujeres que visitaban el consultorio, porque podíamos ofrecerles algo gratuito.”
Por lo tanto, los especialistas recomiendan que se retome la colaboración entre las autoridades públicas, el ministerio y las organizaciones no gubernamentales, para reanudar los programas de información sobre la salud reproductiva.