Experiencias rumanas en los campos de refugiados
La empatía, y también la preocupación profesional, hicieron que la fotoreportera Ioana Moldovan visitara en 2013 el campo de refugiados sirios de Zaatari, Jordania. Por entonces, la gente de allí no pensaba necesariamente en continuar su viaje
Christine Leșcu, 24.08.2016, 18:23
Debido a la intensificación del flujo de refugiados de Siria a Europa, en la sociedad rumana también se han creado debates y polémicas. A nivel institucional y político, Rumanía se ha comprometido a recibir a más de 6.200 refugiados mediante el mecanismo de reubicación de la UE. A nivel social, la situación de los refugiados ha provocado tanto disputas, como curiosidad. Pero también mucha empatía, sobre todo hacia las mujeres y los niños. La empatía, y también la preocupación profesional, hicieron que la fotoreportera Ioana Moldovan visitara en 2013 el campo de refugiados sirios de Zaatari, Jordania. Por entonces, la gente de allí no pensaba necesariamente en continuar su viaje e incluso había creado un tipo de localidad, según ha contado Ioana Nicolae:
«El campo de Zataari se había convertido ya en una pequeña ciudad, tenía una calle con pequeñas tiendas y denominada en broma «Champs Elysees». Y fue una sorpresa ver cómo se desarrollaba una comunidad de aproximadamente 120.000 personas que, huyendo de la guerra, intentaron de una manera u otra crear una nueva vida. Algunos vivían en tiendas, otros vivían en un tipo de contenedores como aquellos que se usan en las obras, acondicionados para parecerse un poco a una vivienda. Sin embargo, noté una cosa: si en Zataari la gente todavía esperaba regresar pronto a casa, en su viaje por Europa la gente dejó de esperar esto.»
Ioana Moldovan ha acompañado también a los refugiados en su viaje por Europa, es decir por Serbia, Croacia, Macedonia y Grecia. La mayoría esperaban llegar a un tipo de “El Dorado” que era para ellos Alemania, sin ser conscientes de lo que iban a encontrar allí. Sin embargo, deseaban tener una vida mejor y podrían ser muy perseverantes, según ha destacado Ioana Moldovan:
«Creo que lo que más me impresionó fue su decisión, su valentía y su tesón, porque hace falta tener todo esto para seguir el camino, para pasar por todo este infierno, para aguantar las noches sin dormir, cruzar el mar en una embarcación neumática. Durante mi experiencia, no creo que vi pesimismo. Vi cansancio, frustración, pero no creo que viera pesimismo.»
Si en la primera ola migratoria a las costas de Europa llegaron sobre todo hombres, ahora llegan especialmente mujeres y niños, añadiendo una dimensión más dramática a la tragedia. Y en las fotografías de Ioanei Moldovan destaca mucho el carácter trágico:
«Si en los campos de refugiados las mujeres, sobre todo las madres, crearon un tipo de entorno que les hiciera sentirse en casa y en el que consigueron administrarse de alguna manera, en su viaje por Europa esto es casi imposible. Durante muchísimo tiempo el acceso a los aseos fue imposible, al igual que a una higiene adecuada. Vi madres que tenían que cambiar los pañales de sus bebés en la plataforma del tren o en el campo.»
Al verse impresionada por las informaciones procedentes de las redes sociales, el año pasado otra rumana, Alina Petcu, presentó su dimisión de la compañía pública en la que trabajaba como economista y se fue a Lesbos para ver como la isla donde había pasado sus vacaciones se había convertido en campo de refugiados. He aquí su declaración:
«En los primeros días, estuve en un campo de personas vulnerables, es decir personas cuyos parientes se habían ahogado cruzando el agua en barca. Perdieron a sus maridos, a sus hermanos, hermanas o hijos. Había también niños que habían perdido a sus padres de la misma manera. Después fui al norte de la isla, a Molyvos, donde ingresé en una asociación de voluntarios. Trabajé mucho en el puerto y en un campo de tránsito. Era el primer lugar que recibía a los refugiados y de allí eran dirigidos a la capital de la isla para registrarse. En Molyvos sólo se quedaban unas horas, y si llegaban por la noche, dormían allí. Los voluntarios ofrecían ayuda las 24 horas y se trabajaba por turnos.»
Lo que más impresionó a Alina en aquel campo fueron las mujeres que intentaban actuar con normalidad, como en su existencia anterior:
«Cuando llegué allí me di cuenta de que aquellas mujeres eran exactamente como nosotras. Procedían de todos los ámbitos sociales, tenían preparación profesional variada, desde aquellas que no tenían educación hasta profesoras, médicas o farmacéuticas. Unos días antes de mi partida, una mujer que tenía marido y un hijo dio a luz inmediatamente después de haber llegado a la costa griega. La ayudó una voluntaria que hacía esto por primera vez. Dio a luz allí, en las piedras, rodeada de gente, y después llegó un médico. Asimismo, vi muchas mujeres solas, que se habían ido solas. Habían sido estudiantes y decidieron irse para encontrar una vida mejor. No llevaban hiyab y parecían muy cosmopolitas.»
Según el mecanismo de reubicación de la UE, a Rumanía han llegado hasta el mes de agosto 139 refugiados. Sin embargo, el esfuerzo de Rumanía para integrar a las personas que piden asilo es más amplio, según ha destacado Ana Neamţu, experta de la Ispectoría General para Inmigraciones:
“En paralelo, Rumanía se está preparando también para la inminencia de un flujo migratorio en sus fronteras, y esto significa crear unos campos denominados «centros integrados» y gestionados por la policía de frontera. Además, Rumanía continúa teniendo un constante flujo de inmigrantes. Este flujo sigue una tendencia levemente al alza, por ello, en principio, es una tendencia constante. En 2015 hubo aproximadamente 1200 solicitudes de asilo, un número parecido a los años 2013-2014. En 2015, aproximadamente 500 personas consiguieron obtener una forma de protección por parte del Estado rumano. En los últimos dos años, la gran mayoría de las personas que han solicitado asilo y de aquellas que han obtenido una forma de protección proceden de Siria. Rumanía tiene 6 centros para alojar a los solicitantes de asilo y a los refugiados. Los centros tienen la capacidad de alojar a 1700 personas y nuestro país se está preparando para abrir también otros centros en caso de necesidad.»
La situación de las refugiadas también ha llamado la atención del Parlamento Europeo, que ha votado un informe sobre la importancia de la dimensión de género en la elaboración de las políticas y los procedimientos de asilo.