Niños superdotados
Los niños dan señales de creatividad e inteligencia desde edades muy tiernas y los padres prestan atención a cada señal que pudiera indicar un apego especial de sus hijos por las artes o a las ciencias exactas.
Christine Leșcu, 03.08.2016, 09:25
Los niños dan señales de creatividad e inteligencia desde edades muy tiernas y los padres prestan atención a cada señal que pudiera indicar un apego especial de sus hijos por las artes o a las ciencias exactas. Una vez llegados a la edad escolar deberían beneficiarse de las condiciones necesarias para desarrollar sus talentos, pero en Rumanía, la situación es distinta porque la identificación y la verificación de los niños superdotados es deficitaria. Oficialmente, no existen estadísticas, e incluso la asociación no gubernamental Gifted Education ha efectuado sus propias investigaciones pero éstas no han alcanzado el nivel estándar de representatividad, según declara uno de los autores de estas investigaciones, el matemático Florian Colceag, presidente de la asociación:
“Primero diría que las estadísticas no reflejan la situación a nivel nacional sino que son muestras de un estudio entre mil personas como máximo, de manera que los datos sacados por mí pueden ser impugnados. Alrededor de un 4% de los niños posee una inteligencia que supera el nivel promedio, es decir que son niños con un IQ superior a 120. En China, este promedio es del 6% y el promedio mundial es del 2%. Por otro lado, estas cifras pueden ser impugnadas porque el resultado depende de las pruebas a las que están sometidos los niños, y de los índices utilizados. Por ejemplo, hace varios años, un equipo de Noruega investigó a los niños del medio rural y de las zonas suburbanas: personas que carecen de cultura y que nunca han prestado esfuerzo intelectual alguno. El resultado fue una población con un bajo nivel cultural pero con un IQ promedio de 89, del total de 100.
A estas consideraciones y riesgos inherentes de una verificación, se añaden una serie de dificultades a las que no se enfrenta sólo Rumanía. Escuchemos a Florian Colceag:
“El IQ resultado a raíz de las pruebas no corresponde a la realidad sobre el terreno. Hay muchas personas con un IQ elevado que no han realizado nada en el mercado laboral, no han dejado ninguna huella visible. Existen personas muy inteligentes que son simples taxistas. Por ejemplo, un 50% de las personas sometidas a pruebas por universidades de Connecticut, que han comprobado tener una inteligencia que rebasa el nivel promedio, no han obtenido éxito profesional alguno. De todas maneras dudo de que estas estadísticas sean relevantes.
Tal vez, no sean relevantes pero pueden representar un punto de salida en el desarrollo de programas educativos destinados a ayudar a los niños a mejorar su potencial. Desgraciadamente, en Rumanía este aspecto es descuidado por las autoridades, y la legislación con respecto a esta problemática es precaria, nos ha dicho Robert Florea, coordinador del Centro del Municipio Bucarest de Recursos Humanos y Asistencia Educativa:
“Desgraciadamente no he notado una preocupación especial al respecto. No sé cúal es la situación en el ámbito del Ministerio de Educación, pero en el de los Inspectorados no he registrado ninguna preocupación al respecto. Tampoco la legislación presta atención a este aspecto. La ley actual de educación cuenta con una sección y un artículo con cinco apartados referentes a la problemática de los alumnos capaces de alcanzar récords. Legalmente ellos son denominados niños superdotados. En 2007, otro acta normativa incluía varias previsiones con respecto al descubrimiento y la asignación de recursos humanos que se encargaran de estos niños, pero nada especial se ha emprendido hasta la fecha.
La ley relativa a la educación de los jóvenes capaces de alcanzar altos rendimientos adoptada en 2007, fue votada a iniciativa del profesor Colceag, pero todavía no ha producido efecto alguno. Escuchemos a Florian Colceag:
“Ya desde el año 2007 tenía que ser creado el Centro Nacional de Instrucción Diferenciada que a su vez habría de crear una red de escuelas especiales. Desgraciadamente no se ha asignado presupuesto alguno, porque ningún partido ha mostrado interés en sacar a la luz los verdaderos valores intelectuales. Este instituto debería redactar alternativas educativas alentadoras para desarrollar la personalidad de los niños y maximizar su potencial. Conforme a estas alternativas es el progreso del alumno que debería ser medido y no el rendimiento, porque no hay niños que estén apasionados por todas las asignaturas en igual medida y al mismo tiempo. Y si un niño alcanza un progreso especial en un determinado sector, entonces hará falta una educación individualizada.
En ausencia de programas gubernamentales, los padres apelarán a distintas iniciativas privadas para verificar y preparar de manera correspondiente a los niños con talentos o sobredotados. Los olímpicos internacionales, que constituyen una de las razones de orgullo nacional de los rumanos, son los únicos a los cuales el sistema de educación ofrece una preparación adecuada, pero solamente en el contexto de estos concuros internacionales. ¿Pero qué resultará del resto de las habilidades y de los niños dotados? ¿Qué se debería hacer a nivel gubernamental e institucional para descubrirles y valorarles? Robert Florea contesta:
“Este problema tiene que ser enfocado a nivel sistémico con ayuda de los especialistas. Ellos deben elaborar el conjunto de instrumentos de verificación y la modalidad de seleccionar la muestra de un estudio a nivel nacional. Desgraciadamente, por el momento no existe una preocupación institucional al respecto. Nadie piensa en descubrir a estos niños. Pensemos por ejemplo sólo en los olímpicos internacionales. No sabemos qué ocurrirá con ellos con el paso del tiempo pero parece que muchos de ellos prefieren abandonar el país. ¿Por qué no crear, con tiempo, las condiciones propicias a su desarrollo? Pero para crear estas condiciones hace falta identificarles primero y por ello necesitamos una unidad completa.
El asunto no depende sólo del desarrollo del potencial individual de los niños, sino también del futuro social, económico y cultural de Rumanía.