Revitlalizar el Delta del Danubio
Pese a lo magnífico de su paisaje natural, la zona del Delta del Danubio no ofrece condiciones de vida tan favorables a sus habitantes
Christine Leșcu, 01.11.2014, 16:38
Pese a lo magnífico de su paisaje natural, la zona del Delta del Danubio no ofrece condiciones de vida tan favorables a sus habitantes. Situados a la periferia del país, en una región aislada por aguas, con dificultad de acceso, los lugareños viven en condiciones difíciles a pesar del potencial turístico enorme que ofrece el Delta. Por ello recientemente, varias organizaciones no gubernamentales han iniciado proyectos de recuperación económica de la zona que tengan también impacto turístico.
La Asociación “Ivan Patzaichin-la Milla 23” por ejemplo, ambiciona promover la especificidad del Delta y explorarla desde el punto de vista económico en beneficio de los lugareños. Tiberiu Cazacioc, representante de la organización nos amplía detalles al respecto
“ Por ejemplo, si alguien intentara construir una pensión turística en la zona, sería idóneo emplear mano de obra autóctona y utilizar un concepto arquitectónico basado en las materias primas locales, tradicionales. Además, los accesorios del interior, como los cestos de pan, las servilletas deberían ser productos hechos a mano por los habitantes de la zona y los platos se deberían realizar utilizando productos locales. Este sería un modelo contracorriente dado que la mayoría de los turistas comprende por desarrollo la expansión de hoteles muy grandes con mucha infraestructura y en vez de sentirse en el Delta como en medio de la naturaleza se sienten como si estuvieran en la capital.”
Este modelo de turismo urbano genera estancias breves y aglomeradas en el Delta, mientras que un modelo tipo “Ivan Patzaichin-la Milla 23” anima al turista a quedarse un período cuanto más largo de tiempo en el Delta para beneficiarse de muchos aspectos de la cultura local. En este sentido, la asociación piensa en reintroducir los paseos en barcos de madera, un medio de transporte que le garantiza al turista suficiente tiempo para admirar el paisaje. Tiberiu Cazacioc ante los micrófonos
“Pensamos en reintroducir el barco de madera tradicional de los pescadores, con remos, construido de pino y alerces, denominado “canotca”
Pero no son sólo los turistas a quienes debemos convencer para practicar otro modelo de vacaciones, sino también a los propios lugareños.
“Es normal que el turista quiera vivir a sus anchas en medio de la naturaleza dado que el resto del año se queda encerrado en su oficina y hace poco movimiento. Por otra parte es anormal que la comida se traiga al Delta desde los restaurantes de Tulcea, en vez de ser cocinada en el lugar, con mano de obra autóctona, porque de este modo se podría crear una economía local de cuyos ingresos se beneficiarían los habitantes del lugar.”
Con reticencias similares han tropezado también los miembros de la asociación “Letea en la UNESCO”, organización que se propone introducir en el patrimonio inmaterial de la UNESCO el arte de construir los tejados de caña, a través del proyecto titulado ”La Caña es hormigón”. Loredana Pana, coordinadora de dicho proyecto nos amplía detalles:
“Los lugareños quieren vivir en condiciones modernas, en casas con termopaneles, pero nuestra compañía les ha enseñado que sería mejor guardar los antiguos tejados de caña para conservar la arquitectura local que tanto encanta a los turistas. A Letea acuden turistas cada verano, pero sólo se quedan un par de horas durante los cuales visitan la aldea y el bosque. En Letea no existe ninguna pensión turística y los recursos financieros son escasos. Felizmente, algunas familias del lugar han comprendido la importancia de la artesanía tradicional y han renovado sus casas conservando el estilo campesino. Los turistas han apreciado esto y muchas veces prefieren hospedarse en sus hogares. Poco a poco la gente comprende que éste es el provenir, incluso si está enraizado al pasado.”
Un pasado que en la localidad de Letea ha quedado sin tocar, especialmente en lo concierne a la arquitectura. Loredana Pana considera lo siguiente:
“ La aldea de Letea es la más aislada de la zona y por ello se ha conservado muy bien. Se parece a un museo vivo en el que las casas han conservado la arquitectura que supera en belleza a muchas otras localidades como Crisan o Sulina, donde la ordenación urbana no ha sido respetada. En cambio, en Letea está prohibido construir casas con barras metálicas o utilizar otros tintes que los de color verde, azul, gris y blanco.”
La gente infringe las reglas porque se ha olvidado del antiguo arte. En Letea sólo el tío Costel sigue construyendo tejados de caña y por ello se ha adherido a la organización para enseñar a los jóvenes. Cuanto mayor sea el número de personas que aprendan este antiguo arte, mayor será el número de las que sabrán que la caña no sólo puede reemplazar al hormigón sino que también ofrece oportunidades económicas.