El rey Carlos II y la crisis de 1940
A lo largo de dos décadas, entre 1920 y 1940, Rumanía se enfrentó a la creciente agresión revisionista de las dos grandes potencias vecinas, la Alemania nazi y la Unión Soviética, y de vecinos como Hungría y Bulgaria.
Steliu Lambru, 11.09.2023, 12:02
A lo largo de dos décadas, entre 1920 y 1940, Rumanía se enfrentó a la creciente agresión revisionista de las dos grandes potencias vecinas, la Alemania nazi y la Unión Soviética, y de vecinos como Hungría y Bulgaria. En junio de 1940, después de que la Alemania nazi ocupara Francia, la Unión Soviética lanzó dos ultimátums al gobierno rumano exigiendo la rendición de Besarabia y Bucovina septentrional. El 30 de agosto de 1940, en virtud del Tratado de Viena, Alemania e Italia exigieron que Rumanía cediera el norte de Transilvania a Hungría. Y el 7 de septiembre de 1940, por el Tratado de Craiova, las mismas Alemania e Italia impusieron a Rumanía la entrega de Cadrilater o Dobrogea meridional a Bulgaria. Aquella crisis llevó al poder a un gobierno formado por la Guardia de Hierro y el general Ion Antonescu, y el principal responsable fue considerado el rey Carlos II, que perdió su trono.
El soberano tenía una personalidad extremadamente fuerte. Astuto y manipulador, Carlos II instauró en 1938 un régimen de autoridad personal, suprimiendo los partidos políticos y la prensa libre. Fue un padre abusivo con su hijo, el futuro soberano Miguel I, al que destronó en 1930 cuando este era menor de edad. La posteridad ha vinculado su nombre y el de su camarilla a escándalos de corrupción. En su desenfrenado orgullo, incluso tras la profunda crisis de 1940, se negó a abdicar, limitándose a dejar el trono y la corona.
Sin embargo, el nombre de Carlos II y su reinado de 10 años, entre 1930 y 1940, están vinculados al periodo más próspero de Rumanía. En Bucarest, la capital del país, se realizaron obras de construcción y la urbe embelleció; se inició la construcción de los lagos del río Colentina, en el norte de la ciudad, y la cultura recibió un importante apoyo. No todos los contemporáneos están de acuerdo en que el rey fuera una figura nefasta en la historia contemporánea de Rumanía.
Gheorghe Barbul fue secretario personal del mariscal Ion Antonescu. En 1984, fue entrevistado por el conocido historiador Vlad Georgescu en Radio Europa Libre, entrevista que pasó a formar parte del patrimonio del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana en 1993. Barbul afirmó que, a pesar de las animosidades entre Carlos II y Antonescu, este último pensaba políticamente en términos de estabilidad y superponía la monarquía a la persona del rey.
«La monarquía, creía Antonescu, era indispensable para un país como Rumanía, un país joven. Sólo la monarquía podía garantizar la continuidad del Estado en un mundo de demagogos, donde, según su propia fórmula, los propietarios de votos sustituían a los propietarios de tierras. Aludía a la diferencia entre la Rumanía anterior a 1914 y la posterior a 1920. Y creía que, dada la necesidad de una monarquía, no había que culpar al rey Carlos, no había que manchar al rey Carlos, fueran cuales fueran sus pecados. Porque la inestabilidad en el trono rumano era un peligro. El padre ya había destronado a su hijo y había subido al trono, si después de lo que quería hacer cierta parte de la oposición, es decir, el Partido Nacional Campesino y la Guardia de Hierro, que querían el destronamiento de Carlos por Miguel y que Miguel subiera de nuevo al trono, eso era un elemento de inestabilidad».
Para el jurista y preso político Radu Boroș, el rey Carlos II fue, como dijo en una entrevista en 1995, uno de los importantes soberanos de Rumanía que apoyó y fomentó el desarrollo de la aviación, un campo en expansión en los años treinta.
«Para mí, como rumano, el rey Carlos es un gran rey. Y si los rumanos le hubieran entendido, habríamos progresado mucho más de lo que lo hemos hecho. Todo lo que se hizo desde el final de la Primera Guerra Mundial hasta la Segunda, todo lo que se hizo en el país, en la industria, en la administración, etcétera, fue querido por él, patrocinado por él, impuesto por él. Cuando llegó, se encontró con que en Rumanía, en términos de aviación, ¡no teníamos nada! Nosotros, durante la primera guerra, teníamos pocos aviadores y globos cautivos. Nos preocupábamos más de los globos cautivos que de la aviación de caza o de bombardeo. No éramos en la Primera Guerra Mundial lo que fuimos en la Segunda. Entonces decidió desarrollar la aviación y desarrolló mucho la aviación militar. Dentro de la aviación militar impuso la creación de la empresa aeronáutica I.A.R. Brasov, donde también fabricamos un avión de combate, el I.A.R. 14, que en aquella época, en el 37-38, era uno de los mejores aviones de combate. Pero, aparte de la aviación militar, se dio cuenta de que también debíamos tener aviación civil. Vio muy lejos y se dio cuenta de que la aviación iba a convertirse en un importante medio de transporte. Así que decidió crear una sociedad rumana de transporte aéreo. Hasta la creación de esta compañía rumana, Rumanía participaba con Francia en la Sociedad Franco-Rumana».
El rey Carlos II es uno de esos hombres controvertidos de la historia. Sin el cual, quizás, la existencia hubiera sido más tranquila, pero también más banal.
Versión
en español: Antonio Madrid