Muerte y sucesión al poder en el PCR
Steliu Lambru, 08.05.2023, 16:18
El poder siempre ha sido una tentación y en el camino a
alcanzarlo la gente ha recurrido a todo un arsenal de posibilidades. Las
guerras de poder, los asesinatos, las recompensas, las falsificaciones de
documentos y de genealogías, la manipulación e incluso la falsificación del
voto popular son conocidos en la historia. Al llegar al poder durante el
régimen comunista, los principales protagonistas utilizaron todo lo que la humanidad
había inventado hasta ellos. Establecido el 8 de mayo de 1921, el Partido
Comunista Rumano funcionó fuera de la ley y siguió la tradición de los otros
partidos comunistas en la elección de sus líderes. Instalados en el gobierno de
Rumanía por las tropas soviéticas en marzo de 1945, los comunistas liquidaban a
sus camaradas de ideas para obtener el control del partido o eran retirados de
Moscú, que controlaba los partidos comunistas a través de la Comintern. Tres de
los siete presidentes del Partido Comunista Rumano anterior a 1945, Elek
Köblős, Vitali Holostenko y Alexander Ștefanski, fueron asesinados durante las
grandes purgas estalinistas de la década de 1930. Otro caso notorio fue el del
presidente del PCR, Ștefan Foriş, quien fue asesinado a golpes con una palanca
en la cabeza en 1946 por orden de su rival, Gheorghe Gheorghiu-Dej.
Después de 1945, para los comunistas rumanos, la muerte
permaneció como la única posibilidad de acceder al mando del partido, aunque
con la posibilidad para el líder en funciones de designar a su sucesor. En
1965, Gheorghiu-Dej, el Stalin de Rumanía, falleció y el nombramiento de su
sucesor Nicolae Ceauşescu fue desafiado por el nombramiento de Gheorghe
Apostol, que era en realidad el favorito. Janoș Fazekaș era un viejo dignatario
comunista y en una entrevista de 1997 con el Centro de Historia Oral de la
Radiodifusión Rumana, habló sobre el impacto de la muerte de Dej. TRACK Nosotros sentimos como una
tragedia nacional, una tragedia del partido, de todo el partido. Yo,
personalmente, estaba en muy buenos términos con Gheorghiu-Dej, aunque lo
critiqué muchas veces, pero él no me había echado, simpatizaba con los jóvenes.
Cuando Gheorghiu-Dej murió, Lica, su hija, con quien tenía una buena relación,
me ayudó a llegar a su casa. Él murió en casa, no en el hospital, en su cama, y
todos los miembros y suplentes del Politburó estaban allí. Ceaușescu había
tomado la medida de no permitirme entrar porque yo era solo el ministro de la
industria alimentaria, ya no era secretario del Comité Central. Y había una
lista establecida, pero yo tenía una relación con Lica y me ayudó a poder
entrar y a asistir cuando Dej murió.
La
muerte de Dej y la sucesión al liderazgo del PCR se convirtieron en un gran
problema para los que habían quedado. Más joven que los demás, Ceaușescu tomó
su destino en sus propias manos. Janoș Fazekaș.
En el lecho de muerte de Dej, Ceaușescu toma la palabra
y le hace un juramento de que lucharemos por la unidad del partido, lucharemos
por la construcción del socialismo, lucharemos por elevar el nivel de vida de
la gente, de la cultura, de la civilización. Es decir, él mismo ya estaba
llamando nuestra atención sobre lo que quería ser. Yo estaba allí. Ceaușescu
sabía algo de que no lo queríamos, o sea, Ceaușescu sabía que Maurer, Apostol,
Fazekaș, todos estábamos a favor de la candidatura del camarada Apostol.
Inicialmente, Dej propuso a Maurer para ser primer secretario y Maurer no
aceptó, dijo que el primer secretario debía ser un rumano, un ciudadano de nacionalidad
rumana. Él respondió que su madre era francesa y su padre era alemán y no
estaba bien. Y luego Dej planteó el problema a Gheorghe Apostol, y Maurer dijo
que Gheorghe Apostol era muy bueno.
Al encontrarse en la posición más débil para suceder a
Dej, Ceaușescu finalmente logró dar la vuelta a la opinión de los demás a su
favor. Janoș Fazekaș.
Después
del funeral de Dej, vienen Maurer y Bodnăraș al partido para convocar al
Politburó para que convoquen un pleno del Comité Central. Y llega Maurer, ya
estábamos en la sala de plenos, y pide la convocatoria de los miembros del
Politburó para decidir la elección de Gheorghe Apostol. Y entonces Ceaușescu
saltó de su silla y comenzó a gritar que no estaba de acuerdo con que fuera
Gheorghe Apostol. Pero antes del funeral había aceptado. El camarada Maurer
perdió la paciencia, se puso muy nervioso por estas mentiras de Ceaușescu y le
dijo que quería que fuera él mismo el primer secretario. «Bueno, entonces, tú
serás el primer secretario» -le dijo Maurer. Por supuesto, a un político no se
le permite en grandes problemas políticos perder su paciencia. No debería haber
perdido la paciencia con el engaño de Ceaușescu, pero para esto debería haber
habido una tradición democrática en el partido. Y en los partidos comunistas,
por desgracia, no había, ni aquí con nosotros, ni en los otros partidos.
Aparentemente liberal y con proyectos nuevos y
ambiciosos, Ceaușescu se convirtió, mediante la muerte de Dej, en el líder
indiscutible de Rumanía, el último líder de la Rumanía socialista.
Desafortunadamente para él y afortunadamente para los rumanos, la muerte como
medio de acceso al poder de los líderes políticos fue, en su caso, la última
para la existencia de un régimen criminal.