Relaciones rumano-norcoreanas
La Rumanía socialista y Corea del Norte tuvieron, desde la década de 1970 y hasta 1989, buenas relaciones.
Steliu Lambru, 27.02.2023, 10:02
La Rumanía socialista y Corea del Norte tuvieron, desde la década de 1970 y hasta 1989, buenas relaciones. El desarrollo de esta relación entre dos países distantes tiene dos explicaciones. La primera es la coincidencia de opiniones y personalidades de los dos líderes comunistas, Nicolae Ceaușescu y Kim Il Sen, y la segunda es el interés económico de ambos países. Rumanía necesitaba la expansión de las relaciones económicas fuera de Europa y Corea del Norte buscaba la proximidad a un país europeo.
El coronel Emil Burghelea fue nombrado agregado militar en Pyongyang, en 1970, y pasó allí varios años. Entrevistado en el año 2000 por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, contó cuál era el nivel de intercambio económico entre Rumanía y Corea del Norte, antes de dejar su puesto. Rumanía exportaba al país asiático principalmente camiones Bucegi, producidos en las fábricas Estrella Roja de Brașov, piezas de repuesto e información mecánica. Corea del Norte estaba ávida de cualquier tecnología y quería establecer una industria nacional. Burghelea habló también de los resultados de los coreanos, realizados en condiciones primitivas, y también de sus prácticas comerciales desleales.
Emil Burghelea: “Hacían aceros especiales para bocas de incendios en condiciones sorprendentes; cómo diablos podían producir algo así, cuando aquí siempre te pedían conocimientos de Occidente, con inversiones, con mucho dinero. El segundo tema era el problema de la movilización coreana, que ahora estaba entre cuatro grandes ruedas de molino, los cuatro imperios: ruso, chino, japonés y estadounidense. Recibían de nosotros tornos automáticos, fabricados en Arad o Braşov. Y veíamos cómo quitaban las etiquetas que estaban en el torno en lengua rumana, «Produs la…» (Hecho en…), ponían otras en coreano, las enviaban a Corea del Sur y decían que las habían fabricado ellos. Y no les decíamos nada. Intentaban movilizar sus fuerzas, crear. Allí tenían muchas líneas de cemento hechas por nosotros.
El interés de los norcoreanos estaba en gran medida relacionado con el ejército y el equipamiento militar, y la economía estaba subordinada a la doctrina de la militarización.
Emil Burghelea: Les interesaba cualquier cosa, también visitaron nuestros sitios de construcción en Mangalia. Estaban muy interesados en la aviación, los tanques, la artillería. Construyeron su artillería costera, que te ponía los pelos de punta, cuando la disparaban. Desde la orilla no se veía nada, ni siquiera dónde estaban puestos. Les podían disparar con la bomba atómica que no les pasaba nada, ese era el sistema que tenían. Nosotros, los rumanos, en un momento dado, estábamos un paso por delante de ellos. Teníamos una tradición en tecnología militar, desde las Fábricas Reşita, con ese formidable cañón antitanque de 75 milímetros, hasta el dispositivo de Bungescu. En la fábrica de aviones de Braşov habíamos empezado con helicópteros, con lanzadores tipo Katiusha, teníamos un contrato con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Por eso acudían a nosotros muy a menudo y cada vez que llegaban, a Ceaușescu le decíamos que también querían esta u otra arma. Y Ceaușescu se las daba. Y las traíamos aquí, a nuestras instalaciones de producción de armamento, y todos los oficiales que estaban en la delegación se sacaban la regla del bolsillo, sacaban sus cuadernos. Vinieron y analizaron la Casa del Ejército, observaron con detalle la Casa del Ejército de Braşov y, cuando lo quisieron replicar, les enviamos especialistas.
El equipamiento del ejército iba, por supuesto, también acompañado de la instrucción militar que se llevaba a cabo desde las edades más jóvenes.
Emil Burghelea: “Se tomaban la militarización en serio con las armas que tenían, su consigna era «Uno contra cien», porque imaginaban que sus vecinos eran mucho más numerosos y querían enseñar a los coreanos a luchar todo lo posible. Estas artes marciales las desarrollaron mucho, la instrucción estaba en la sangre, tanto en el frente, como en la práctica, en el manejo de las armas, al nivel de los pioneros. El Palacio de los Pioneros de Pyongyang, así como los demás palacios de las provincias, tenían salas especiales donde se desmantelaban las armas de infantería, rifles, ametralladoras y lanzaminas.
El alto nivel de confianza mutua entre Rumanía y Corea del Norte trajo beneficios a ambas partes. Así, Rumanía tenía acceso privilegiado a las materias primas coreanas.
Emil Burghelea: Nosotros no les exportábamos tecnología así, gratis. Necesitábamos su antracita, era el país más rico en antracita. Recibíamos de ellos muchas cosas: tabaco, antracita, pescado, y Ceaușescu no era así tan generoso, sin tener un objetivo determinado, aparte de los objetivos políticos. De allí también sacábamos el mineral de hierro que necesitábamos. Nuestros compuestos se habían diversificado e incluso llegamos a traer mineral de hierro de otros lugares, o sea, no era solo para el campo militar.
Las relaciones bilaterales se vieron muy mermadas tras la caída del régimen dictatorial de Nicolae Ceaușescu, siendo redimensionadas a un nivel más razonable, de acuerdo con las nuevas realidades. Encontradas, en un período de la historia, en el mismo barco ideológico del régimen comunista, Rumanía y Corea del Norte se separaron en 1989, cuando la primera siguió el camino de la democracia liberal, y la segunda permaneció en el camino del comunismo duro.