90 años de las huelgas de ferroviarios de febrero de 1933
Entre los años 1929-1933, el mundo atravesó una profunda crisis económica. Rumanía no podía permanecer al margen de los efectos de una crisis como esta, ni de la agitación social.
Steliu Lambru, 20.02.2023, 10:45
Entre los años 1929-1933, el mundo atravesó una profunda crisis económica. También conocida como la Gran Depresión, se manifestó de manera violenta y resultó en una caída en el nivel de vida, huelgas y protestas. Rumanía no podía permanecer al margen de los efectos de una crisis como esta, ni de la agitación social. Se produjeron huelgas y protestas en todo el país, especialmente en las zonas industriales, como la huelga de mineros de Lupeni, en 1929. Los trabajadores protestaban contra las llamadas curvas de sacrificio, es decir, recortes de salarios y aumento de precios. Otro fuerte movimiento de protesta, durante los cuatro años de crisis, fue el de los trabajadores ferroviarios en enero-febrero de 1933 de los Talleres Grivița de Bucarest. Pero fue igualmente una huelga politizada durante el régimen comunista que estuvo vigente entre 1945 y 1989.
Si miramos los documentos de la época, observamos dos fases en el desarrollo de los acontecimientos. La primera fase fue la huelga legítima, iniciada por los sindicatos ferroviarios, que negociaron unas demandas y la patronal las satisfizo. Entre el 31 de enero y el 2 de febrero de 1933, los sindicatos de Grivița obtuvieron aumentos salariales y otras ventajas para sus afiliados. La segunda fase fue después de que los sindicatos controlados por los comunistas y el Comintern, que usaban cualquier disturbio social para crear inestabilidad, pasaran a las demandas políticas. Después de unos días de negociaciones estancadas, el gobierno intervino por la fuerza en la mañana del 16 de febrero de 1933 para desalojar a los 4000 trabajadores que se habían atrincherado en los Talleres. Tras la intervención de la gendarmería, siete trabajadores murieron, 15 resultaron heridos y 160 fueron detenidos.
El régimen comunista, después de 1945, utilizó esa huelga intensamente con fines propagandísticos, porque el líder comunista Gheorghe Gheorghiu-Dej había trabajado en Grivița, había sido uno de los instigadores y había sido encarcelado. Después de 1989, la investigación de archivo y las entrevistas de los pocos testigos sacaron a la luz una realidad diferente.
En 1998, el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana entrevistó al ingeniero Constantin Negrea, un joven empleado en los Talleres Ferroviarios de las Vías Férreas Rumanas (CFR) desde 1927. Negrea recordaba las protestas de 1931 a las que había acudido junto con 800 empleados y que se saldaron con dos muertos:
En 1931 comenzaron algunos problemas. Habían empezado a amenazarnos con la curva de sacrificio. Y el 29 de enero de 1931 hicimos una huelga de protesta, para que no aplicasen esa curva de sacrificio. Habían empezado a tomar un poco de cada uno de nosotros. Y luego salimos, pasadas las 16:00 h, y nos fuimos al puente Grant, en dirección a los Talleres, para llegar allí. También nos siguieron algunos sargentos, acompañándonos. Gritábamos que no queríamos la curva de sacrificio. Cuando llegamos al puente Grant, ¡nos empezaron a disparar! Murieron uno, Crăciun, un carpintero, y un judío, Schwartz, que había venido de Oradea para casarse. ¡Así que hubo dos muertos!.
Dos años después, los huelguistas de 1933 comenzaron a marchar como sus predecesores, pero cambiaron de estrategia, para que sus voces se escucharan mejor.
Constantin Negrea: “En lugar de ir a gritar a la calle que no queríamos la curva de sacrificio, lo reemplazamos por el sonido de una sirena cada media hora, muchas veces. Cambiábamos las manifestaciones en las calles. Empezamos a organizarnos en grupos sindicales y se sabía que el día 15 saldríamos todos a la calle, aunque estuviera helando. Queríamos salir al patio de los talleres, donde se había habilitado una especie de parque. Para continuar su habilitación, se habían traído varios camiones con arena y había un banco de arena. Bueno, allí trajeron unas calderas, 5 ó 6, donde nos calentábamos haciendo fuego. Después de eso, se hizo una barricada de tablas, en la entrada trasera del Departamento de Locomotoras, y había una entrada y también había un techo.
A pesar del radicalismo, también hubo visiones más lúcidas de los huelguistas, temores reales, que se iban a hacer realidad.
Constantin Negrea:Llegó la noche y, efectivamente, las personas estaban allí, había un tal Mogoş que trabajaba en la fábrica y otro, se pusieron a un lado, se quedaron ahí y dijeron: «¡Nos echan y nos quedamos sin pan!». Ellos eran más mayores, con mente, con cabeza, no como nosotros, estos, más jóvenes. La última salida que tuve fue alrededor de las 5:00, a las 5:00 y algo me fui a la sirena, y en diez minutos estaba de regreso en la puerta. Exactamente a las 5:45 dispararon. Hubo muchos tiroteos y murieron seis personas, tanto se llegó a disparar.
La huelga de febrero de 1933 terminó de la peor manera para los muertos y para los organizadores comunistas, que fueron encarcelados. Los hechos ocurridos en Grivița, desde los cuales han pasado 90 años, pertenecen a una generación que se opuso al deterioro de sus vidas, parcialmente secuestrada por radicales comunistas, exponentes de un régimen criminal.