35 años de la muerte del filósofo Constantin Noica
Constantin Noica fue uno de los filósofos rumanos más importantes del siglo XX.
Steliu Lambru, 12.12.2022, 09:30
Constantin Noica, uno de los filósofos rumanos más importantes del siglo XX, nació en 1909, en la provincia de Teleorman, en el sur de Rumanía, y murió el 4 de diciembre de 1987 en Sibiu, hace 35 años. Cursó estudios en la Facultad de Letras y Filosofía de la Universidad de Bucarest, graduándose en 1931 con una tesis de licenciatura sobre el filósofo alemán Immanuel Kant. Se sintió atraído por las ideas del “trăirism – palabra derivada del verbo rumano “a trăi (“vivir), una variante rumana del existencialismo, con Nae Ionescu, uno de sus profesores, como principal exponente. En la década de 1930, se acerca al círculo de ideas Criterion. En 1940, después de una pasantía de un año en Francia, regresa a Rumanía y defiende su tesis doctoral en filosofía. En el mismo año, va a Berlín, al Instituto Rumano – Alemán, donde permanecerá hasta 1944, año en que Rumanía abandona su alianza con la Alemania nazi. Durante su estancia en Alemania, frecuenta el seminario de filosofía de Martin Heidegger.
Después de la guerra y el establecimiento del comunismo en Rumanía, en 1949, Noica recibe de las autoridades la residencia obligatoria en Câmpulung-Muscel. En 1958 es detenido, investigado y condenado a 25 años de trabajos forzados, junto con todos los participantes de las reuniones informales organizadas por él en el llamado grupo Noica-Pillat. Liberado en 1964, trabajará en el Centro de Lógica de la Academia Rumana de Bucarest. Allí entablará amistad con personas importantes de la intelectualidad rumana, como los filósofos Gabriel Liiceanu, Sorin Vieru, Andrei Pleșu o Andrei Cornea. A partir de 1975 se retira a Păltiniș, un centro turístico de montaña, a 15 kilómetros de la ciudad de Sibiu, donde es visitado por quienes buscaban respuestas a las preguntas filosóficas del mundo en ese momento. La obra de Noica incluye 32 volúmenes de filosofía, estética, crítica literaria y artística y del mundo editorial, de los cuales 20 fueron publicados en vida y 12 después de su muerte.
El filósofo y ensayista Andrei Pleșu fue uno de los discípulos de Noica. Pleșu solía decir que su formación intelectual se debía a los prisioneros, nombre que se daba a la élite intelectual rumana encarcelada por los comunistas. Uno de los prisioneros fue Constantin Noica.
Andrei Pleșu: Tuve la suerte de formarme junto a algunos «prisioneros». Me ayudaron decisivamente, me modelaron, me hicieron restaurar una continuidad intelectual con las generaciones anteriores, y eso le importaba enormemente al joven que yo era entonces. Tuve la suerte de conocer, al principio, a Alexandru Paleologu, a Sergiu Al-George, a Remus Nicolescu, a Teodor Enescu e incluso a I. D. Sârbu, pero no en calidad de formador. Yo era compañero de universidad de un señor 10 años mayor que yo, que había estudiado Teología, pero que también había cumplido una condena en la cárcel y estaba entonces en su primer año de historia del arte. Se llamaba Marin Tarangul y yo lo respetaba mucho porque era mayor que yo, había estudiado Teología, había estado en la cárcel, era un caballero. Y, además, poseía una biblioteca extraordinaria, especialmente para aquellos tiempos. Y tenía algo más: además de ser culto y educado en todos los sentidos, con increíbles experiencias de vida, no había perdido las ganas de vivir. Y me volvió a enseñar el Bucarest bohemio que yo, meticuloso como era entonces, tendía a evitar o marginar. Bueno, él me devolvió el placer de redescubrir la comunidad fiestera juvenil y vigorizante. Un día vino y me dijo: escucha, en la «Rumanía literaria» ha empezado a escribir un señor del que seguramente no has oído hablar. Su nombre es Constantin Noica. Había comenzado a publicar fragmentos de «Rostirea românească» (n. tr. título de un libro «Elocuencia rumana»). Lee, me dice Marin, para ver cómo suena el verdadero lenguaje de la filosofía.
Para Andrei Pleșu, el encuentro con la escritura de Noica, y luego con el filósofo en persona, significó la apertura de un horizonte existencial y cultural:
“Leí, me marcó, era un sonido completamente diferente al que conocía hasta entonces. Y también sucedió que estaba estudiando inglés fuera de la escuela secundaria, con la profesora Meri Polihroniade, la viuda del pedagogo derechista Polihroniade que había muerto en prisión, pero cuyo esposo actual, el abogado Lăzărescu, había estado en prisión con el señor Noica. Y esta combinación Lăzărescu-Tarangul me permitió llegar hasta el Sr. Noica. El Sr. Lăzărescu le habló de mí y Marin me llevó con él. Se alojaba en Berceni, en un apartamento de dos habitaciones, en un edificio nuevo. Iba muy decentemente vestido, recuerdo que me llamó la atención su elegancia. Después de charlar estando también Marin, amablemente nos ofreció 10 lecciones de griego antiguo. Este fue el comienzo de mi relación con el Sr. Noica. Y también es él quien me dijo: si quieres empezar en filosofía, no puedes hacerlo sin el alemán. Ponte manos a la obra y empieza a aprender alemán. Y también me dio tres libros para leer.
Constantin Noica permaneció en la historia de la filosofía rumana del siglo XX a través de sus textos eruditos y traducciones de las obras de los antiguos filósofos griegos. Pero también como modelo de profesionalismo e integridad académica.