El coche en la Rumanía socialista
A día de hoy estamos tan familiarizados con el automóvil que es casi imposible imaginar un mundo sin esta máquina.
România Internațional, 04.07.2022, 01:27
A día de hoy estamos tan familiarizados con el automóvil que es casi imposible imaginar un mundo sin esta máquina. Como cualquier invento, el automóvil estuvo presente al principio solo en la vida de la gente rica. Su popularidad hizo que se volviera accesible para todos y que dejara de ser un símbolo de pertenencia social. En la Rumanía de los años 1945-1989, el automóvil vivió varias etapas. Desde aquella más restrictiva, cuando era utilizado exclusivamente por el Estado y en nombre del partido comunista, hasta el período en que la gente común también lo deseaba. Es un proceso llamado democratización del automóvil, que comenzó en la década de 1960, así como lo describe Șerban Cornaciu, vicepresidente del Club Retromobil de Rumanía. La democratización del automóvil fue iniciada por las pocas personas que podían permitirse el lujo de querer tal objeto.
Si hablamos de democratización, podemos hablar de las importaciones de automóviles de Occidente. Esas personas fueron privilegiadas porque fueron personas que tuvieron el valor de unirse a algunas listas y de alguna manera tenían profesiones más liberales, como abogado, médico, artista. Se inscribieron en listas para pedir un Fiat 850 o un Renault 16, modelos disponibles antes de que comenzara la producción de Dacia. Había modelos de Fiat muy caros, como el Fiat 1800. Había bastantes en la lista para el Fiat 1800 y la Securitate iba puerta por puerta preguntando de dónde sacaban su dinero en la década de 1960.
La economía de Rumanía, al igual que las economías de los países de Europa central y oriental, se recuperaba con dificultad después de la guerra. A las secuelas de la guerra se agregó su reorganización en un sistema soviético centralizado. Además, no se le permitió beneficiarse del Plan Marshall y la recuperación fue lenta. No fue hasta finales de la década de 1960 que se construyó una fábrica de automóviles en Pitesti que fabricaba dos modelos de Renault, el 8 y el 12, con el nombre de Dacia 1100 y Dacia 1300. Ese fue el período en el que el comercio de automóviles fue impulsado por su propia producción y por la importación de automóviles de otros países socialistas. Șerban Cornaciu:
“Cuando comenzó el período de producción de Dacia en Pitești, podías inscribirte en una lista, pedir un préstamo y tu coche llegaría dentro de un plazo aceptable. Había pocas opciones, desde 1974 había 3 versiones del equipamiento del Dacia 1300, no muy diferentes. Podías elegir entre una amplia gama de colores, colores vivos, hasta la generación del Dacia 1310 de 1984. También hubo importaciones de automóviles del bloque de Europa del Este, los del bloque capitalista se habían detenido por completo cuando comenzó la producción de Dacia en Pitesti. Desde 1971-72 no se importaban más modelos de Occidente, olvidándonos ahora de Fiat y Renault. Se podía pedir un Lada 1200, un Moskvici, se podía pedir un Trabant. El Trabant venía bastante rápido, pero comenzó a llegar en 1988 después de un período de espera de 3 años.
Pero la crisis sistémica del régimen comunista a fines de la década de 1970 condujo inevitablemente a una crisis del automóvil. Șerban Cornaciu:
En la década de 1980, los modelos producidos por Dacia en Pitesti cambiaron, las importaciones se volvieron cada vez más engorrosas. Ya no era posible inscribirse en listas para importaciones en las tiendas. Las opciones para la población comenzaron a reducirse entre 1981 y 1982. Dacia empezaba a tener problemas de entrega en el mercado nacional porque las exportaciones eran forzadas. En la década de 1980 se esperaban 5 años por un automóvil y no se sabía cuándo llegaría. El coche venía sin importar el color, puesto que esto ya no era una opción. Se usaban 2 o 3 colores, un año eran azules, verdes y blancos, al año siguiente se volvieron beige: los colores vivos habían desaparecido.
Las restricciones aparecieron una tras otra para los conductores. En 1978, el líder comunista Nicolae Ceausescu ordenó que los dignatarios y las instituciones usaran solo el automóvil Dacia de fabricación rumana como coche de servicio. A mediados de la década de los ochenta la crisis se profundizó, siendo los problemas más graves la racionalización de la gasolina, la prohibición del tráfico en invierno y la restricción del tráfico los domingos. Así, la movilidad por la que la gente había pagado caro se redujo gravemente. Preguntamos a Șerban Cornaciu cómo funcionaba el mercado de coches se segunda mano.
Los coches se vendían de un propietario a otro, el mercado de coches de segunda mano creció considerablemente de precio en los años ochenta. Los precios eran cada vez más altos, pero de alguna manera las restricciones de tráfico no ejercían tanta presión sobre el precio. Alguien se compraba un coche, pero cuando venía la nieve, se emitía un decreto presidencial por el que no podía circular ningún automóvil. Solo circulaban los camaradas con números amarillos, los de números cortos, los especiales del cuerpo diplomático o transporte consular y los del tipo 12 B, números para extranjeros residentes en Rumanía. Por ejemplo, el director Sergiu Nicolaescu, para rodar películas de los años 80, conducía con coches matriculados con números tipo 12 B para no ser detenido por la milicia o para conducir los domingos.
Después de 1989 llegaría la verdadera democratización del automóvil en Rumanía. El cambio de régimen político, lógicamente, también significaría un cambio radical en la relación entre el automóvil y su propietario.