La huelga del 13 de diciembre de 1918
Al final de la Primera Guerra Mundial, el mundo se encontraba inmerso en diversas búsquedas.
Steliu Lambru, 13.12.2021, 16:24
Al final de la Primera Guerra Mundial, el mundo se encontraba inmerso en diversas búsquedas. Buscaba la paz, buscaba otro mundo mejor, pero al mismo tiempo buscaba también la restauración del antiguo orden. Las viejas ideas se mezclaron con las nuevas y la confusión con el pensamiento claro. En esa conmoción, los movimientos sociopolíticos reivindicativos parecían ser la mejor solución para muchos. La guerra había causado una gran escasez y las soluciones radicales habían ganado muchos seguidores, y las revoluciones bolcheviques en Rusia, Hungría y Alemania habían levantado esperanzas. En este contexto, el 13 de diciembre de 1918, en el centro de Bucarest, en la calle Victoriei, tuvo lugar una manifestación de los trabajadores de la imprenta que terminaría de manera trágica. Se registrarían 6 muertos y 15 heridos cuando el ejército intervino contra quienes querían reclamar sus derechos.
Pero esta breve descripción necesita una explicación. El historiador Ioan Scurtu describe los hechos tal y como sucedieron entonces.
“En Bucarest estaba la sede del Partido Socialista, detrás de la iglesia Kretzulescu, en el centro de la ciudad. Desde allí, desde la sede del partido y de los sindicatos, los trabajadores salieron con la intención de dirigirse hacia el Palacio Real. Pero primero se desviaron por la calle Campineanu para después entrar a la calle Victoriei. Y cuando se acercaron al Teatro Nacional —entonces no estaba el Palacio Telefónico—, el ejército había levantado una barrera. Se pidió a los trabajadores que se dispersaran, pero ellos pretendían gritar sus demandas frente al palacio. Los trabajadores se negaron y empezaron a gritar consignas: «¡Libertad!», «¡Queremos pan!», «¡Queremos alquileres baratos!». Y luego el ejército disparó. En un comunicado público emitido al día siguiente, el Gobierno dijo que se trataba de una manifestación, que los trabajadores habían disparado contra el ejército y que este había contraatacado. Como resultado de esa represalia se registraron 6 muertos y 15 heridos, todos ellos del grupo de los trabajadores. El comunicado fue cosido con hilo blanco y, de hecho, el político liberal IG Duca, en sus memorias, afirma claramente que el ejército fue el único que disparó y que actuó con extrema violencia”.
La manifestación fue a pequeña escala, pero ganó impulso en aquella época y después de 1945. El régimen comunista instalado por el ejército soviético exageró enormemente lo que había hecho el Gobierno que había reprimido la manifestación. Ioan Scurtu:
«Hay un debate en relación con el número de muertos. Cuando llegué a Bucarest, en 1957 y hasta 1990, junto al edificio parcialmente reconstruido del Teatro Nacional había un monumento en el que estaba escrito que el 13 de diciembre de 1918, 102 trabajadores habían sido asesinados por orden del gobierno terrateniente burgués. En 1967 tuve la oportunidad de visitar a Gheorghe Cristescu, quien había sido secretario del Partido Socialista y se había convertido en secretario del Partido Comunista de Rumanía. Entre otras cosas, me habló también sobre el número de muertos en el monumento. Me dijo que había hablado con sus camaradas para ir a todos los sectores y dejar constancia de las muertes de ese día 13 de diciembre de 1918. Se habían reportado 102 muertes, pero estaba claro que la mayoría no tenía nada que ver con este movimiento».
Le preguntamos a Ioan Scurtu si los organizadores de la manifestación se habían inspirado en el modelo de la revolución bolchevique. Esta fue una acusación grave que se había hecho en contra de los manifestantes.
«El Partido Socialista de aquel entonces tenía reivindicaciones políticas. Exigía la eliminación de la burguesía, de la explotación y pedía una Rumanía republicana. Pero la manifestación en sí no se llevó a cabo bajo estas consignas. Pero, por supuesto, el Gobierno buscó darle a este movimiento un carácter exclusivamente político. El comunicado público decía que, en relación con los bolcheviques de Moscú y los comunistas de Budapest, los trabajadores habían actuado para derrocar el orden social existente. Al día siguiente, el 14 de diciembre de 1918, el Gobierno publicó el decreto-ley de expropiación de grandes fincas de más de 100 hectáreas para distribuirlas entre los campesinos. El decreto se emitió para que no hubiera disturbios de ningún tipo en las aldeas. Los campesinos quedaron satisfechos, se llevó a cabo la cesión de propiedades y la reforma agraria».
El recuerdo del comportamiento del ejército ruso en Rumanía en el invierno de 1917-1918 fue desagradable para los rumanos, las autoridades y la población. La anarquía y la violencia a las que se dieron los rusos intoxicados por el bolchevismo fue extremadamente peligrosa para la estabilidad de esa época. ¿Actuó el Gobierno de manera excesiva porque había un potencial explosivo? Ioan Scurtu:
«Recurrimos de nuevo a IG Duca. Él cuenta que por más de 7 años tuvo una discusión con el general que encabezó la represión y quien presumía de que, por iniciativa propia, decidió abrir fuego. Él, el general Margineanu, supuestamente llamó al primer ministro Ion IC Bratianu, quien acababa de decirle que no abriera fuego. Tenía que encontrar una forma de que se dispersaran, pero sin recurrir a la violencia extrema. Margineanu dijo que había asumido la responsabilidad y que había logrado liquidar esa evolución hacia el bolchevismo en Rumanía. Lo cierto es que el Gobierno no se desligó de esa acción y que el general Margineanu fue condecorado por el rey Ferdinand».
La huelga de los trabajadores de la imprenta el 13 de diciembre de 1918 fue un episodio marginal para la sociedad rumana del momento. Pero esta es importante para que podamos tener una imagen completa del fin de una época.