El mundo desde el tren visto por los pasajeros rumanos
Uno de los grandes inventos del espíritu humano es el ferrocarril, sistema de transporte que ha producido cambios profundos en el mundo moderno.
România Internațional, 28.12.2020, 06:01
Uno de los grandes inventos del espíritu humano es el ferrocarril, sistema de transporte que ha producido cambios profundos en el mundo moderno. Incluso después del descubrimiento de otros medios de transporte, el ferrocarril todavía sigue siendo muy utilizado. Perfeccionado generación tras generación por las nuevas tecnologías, el ferrocarril todavía tiene un gran futuro por delante gracias a sus muchas ventajas. En Rumanía, el ferrocarril apareció después de la unión de Moldavia y Muntenia en 1859 y representó una verdadera transformación especialmente en la forma de percibir el mundo. Los rumanos comenzaron a viajar a distancias cada vez más largas y relataban lo que veían.
El historiador Radu Mârza es profesor en la Universidad Babeș-Bolyai en Cluj y autor del libro Viajeros rumanos mirando por la ventanilla del tren. Pretensión de historia cultural (1830-1930). Seguidamente, Radu Mârza nos detalla qué descubrieron los viajeros rumanos a través de la ventanilla del tren.
Los viajeros veían varias cosas. A primera vista, parecían estar interesados en el paisaje. Sin embargo, después de leer las fuentes, he llegado a la conclusión de que no estaban tan interesados en el paisaje sino en las personas. Les interesaba la gente que se veía desde el tren, la gente que observaban en las estaciones de tren y, no menos importante, la gente con la que viajaban, la gente que estaba en el mismo vagón. A los viajeros también les interesaban los lugares que visitaban, sin embargo la idea de paisaje natural, que fue el punto de partida de mi investigación, llamó la atención de los viajeros rumanos más tarde, sólo alrededor de 1900. Por ejemplo, A. D. Xenopol escribió con encanto sobre el ferrocarril Semmering en Austria o sobre el cruce de los Alpes en tren. Mencionaría asimismo a Mihail Sadoveanu que en la década de 1920 viajó a los Países Bajos porque él también se sentía atraído más bien por la presencia del hombre que por la naturaleza: desde las personas que trabajaban en sus propios jardines hasta el aspecto muy moderno de las ciudades holandesas donde los ferrocarriles se cruzaban con los canales, con las carreteras. Observaba también las fábricas, la electrificación, las estaciones de tren holandesas y su mundo.
Lo que aporta el ferrocarril es la movilidad: de las mercancías, de los negocios, pero, más que nada, de la gente. Radu Mârza.
La movilidad está aumentando considerablemente en relación con las épocas y los medios de transporte anteriores. Por ejemplo, un viaje de Bucarest a Karlsbad, Karlovy Vary en la República Checa de hoy, duraba en tren alrededor de 72 horas en la década de 1920. Para llegar a Karlsbad antes de la era del ferrocarril se tardaba por carretera de una a dos semanas. El ferrocarril ha revolucionado la movilidad. Obviamente, esta mayor movilidad acerca a las personas y las ayuda a acortar distancias. El vagón de tren es un espacio de interacción porque la gente puede dialogar y hay viajeros que están interesados en conocer a los demás. El vagón de tren es también un espacio donde se guarda silencio, pues hay también viajeros que no quieren interactuar y que prefieren quedarse solos: quieren dormir, quieren mirar por la ventana. El escritor Mihail Sadoveanu es uno de los viajeros que subrayó lo mucho que deseaba que los demás lo dejaran solo y también Liviu Rebreanu a quien un viajero lo presionó a contarle algo.
Pero el ferrocarril también es un lugar oscuro de delincuencia e incluso asesinato. Y el libro más conocido en este sentido es Asesinato en el Orient Express de Agatha Christie. Radu Mârza.
No he encontrado tales experiencias o historias, pero recuerdo que en un relato de George Bariț en 1852, cuando viajaba por Alemania, tuvo una experiencia muy interesante. En un determinado momento, en la estación de tren de Magdeburgo, donde llegó por la noche, se sintió despistado porque desde esa estación salían cuatro líneas de tren lo que resultó ser sumamente desconcertante. Una de sus observaciones cómicas es que en las paredes de la estación había paneles que advirtían «¡Cuidado con los carteristas!». Es una anécdota que de alguna manera pertenece al ámbito de las infracciones a la seguridad del sistema ferroviario.
El ferrocarril unió no sólo a las personas sino también las provincias, los países, los continentes. Segú Radu Mârza, la unión de provincias, países y continentes por ferrocarril no fue sólo política.
Este hecho es evidente en el caso de los territorios rumanos reunidos en el Reino de Rumanía antes de 1918 y así lo confirmaron los viajeros. Incluso en el siglo XIX los viajeros entendieron que la línea ferroviaria era un medio por el que el país se unía no necesariamente por razones políticas o sentimentales sino por razones de movilidad y comunicación. A pesar de que en las primeras décadas de la historia del ferrocarril en Occidente hubo críticas y reservas sobre el tren, en el espacio rumano el tren atrajo rápidamente a los viajeros. Esto se ve en las cifras porque el público rumano, desde los primeros años de existencia del ferrocarril, valoró los viajes en tren.
Los viajeros rumanos han descubierto el mundo a través de la ventanilla del tren y lo han disfrutado. Y así, el mundo se ha vuelto más pequeño, más familiar y más atractivo.
Versión en español: Victoria Sepciu