El tifus exantemático en Rumanía en la Primera Guerra Mundial
Durante la Primera Guerra Mundial la historia de las epidemias en el espacio rumano llenó páginas espantosas sobre el tifus exantemático.
Steliu Lambru, 07.09.2020, 19:00
Durante la Primera Guerra Mundial la historia de las epidemias en el espacio rumano llenó páginas espantosas sobre el tifus exantemático. Según las estadísticas, en el invierno de 1916-1917, la epidemia de tifus exantemático mató a aproximadamente 350.000 soldados y 450.000 civiles de Rumanía siendo considerada más letal que los propios enfrentamientos. Rumanía entró en la Primera Guerra Mundial en el mes de agosto de 1916 al lado de la Entente mediante una ofensiva militar en Transilvania, provincia habitada preponderantemente por rumanos de Austria-Hungría. La contraofensiva de Alemania y Austria-Hungría del norte y la germano-búlgara del sur hicieron que el ejército rumano adoptara una posición defensiva y después de cuatro meses de enfrentamientos se vio obligado a retirarse a Moldavia junto con las autoridades y una parte de la población. En diciembre de 1916 Bucarest estaba ocupada por los ejércitos alemanes, búlgaros y austro-húngaros y se instituyó un régimen militar de restricciones muy duro.
La ocupación militar de Bucarest también significó la aparición de un nuevo enemigo: el tifus exantemático. A finales del mes de diciembre de 1916 se detectaron los primeros casos en la población pobre de Bucarest que rápidamente se convirtieron en una epidemia. La guerra y la falta de alimentos y calefacción contribuyeron a la propagación de la enfermedad. El segundo foco de infección, mucho más severo que el del sur, fue traído por el ejército ruso.
La historiadora Delia Bălăican de la Biblioteca de la Academia Rumana ha investigado el impacto que la epidemia de tifus exantemático tuvo en la sociedad rumana.
¿Qué significa la epidemia de tifus exantemático? Es una enfermedad causada por los piojos, la miseria y la pobreza, la mala higiene de la población civil y de las tropas militares. Las tropas rusas trajeron esta enfermedad a Rumanía. Con motivo del movimiento de las tropas hacia Moldavia, la enfermedad se propagó también en el resto del país. La situación empeoró de tal manera que el mes de marzo de 1917 un 30% de la población civil y hasta un 40% de los médicos fallecieron.
A pesar del caos, las autoridades rumanas reaccionaron y crearon un plan de medidas para combatir la epidemia.
Delia Bălăican nos cuenta más detalles al respecto:
En enero de 1917, la enfermedad fue reconocida oficialmente y el pico de la epidemia se registró en marzo. En la Bucarest ocupada, el Instituto Nacional de Bacteriología era dirigido por el científico Victor Babeș. En Iasi, como consecuencia de los llamamientos hechos a la Cruz Roja francesa, los servicios médicos fueron unificados bajo la dirección del doctor Ion Cantacuzino. En Bucarest, Victor Babeș se encargaba de fabricar sueros y vacunas porque la epidemia de tifus no era singular. Durante la guerra fueron señaladas también otras epidemias como el cólera y la malaria. Desafortunadamente, también las epidemias fueron politizadas y a las autoridades se les reprochó la falta de preparación. Pero el tifus era una enfermedad nueva, desconocida en el espacio rumano y por esta razón no había vacuna.
En cualquier situación límite se distinguen también las personas que piensan con claridad y toman medidas saludables. Uno de los héroes de la lucha contra el tifus exantemático fue el médico Ion Cantacuzino.
Nuevamente en declaraciones para RRI, Delia Bălăican:
El doctor Cantacuzino, según cuentan las personalidades de la época y los archivos, hizo milagros en Iasi ya que en un período corto logró aislar los casos de tifus. Un equipo formado por 150 ingenieros construyó varios espacios para aislar a las personas enfermas de las sanas. Dichos espacios eran de madera, eran un tipo de hospitales de campaña en los que estaban ingresados obligatoriamente militares y civiles, indistintamente del sexo y la edad. La población de las aldeas todavía vivía en chozas sin electricidad y el aislamiento era prácticamente imposible ya que la humedad de las chozas favorecía la aparición de la enfermedad. Por eso fueron sacados de allí los enfermos, se tomaron medidas drásticas de higiene, tanto personal como de la ropa y de los objetos íntimos. Lo que no se quemaba se metía en hornos para desinfección. Cuando no se podían meter en los hornos, los objetos eran introducidos en petróleo o vinagre. Bucarest tomó las mismas medidas. En Iasi, el principal problema de las autoridades fue asegurar el saneamiento de la ciudad. En aquel invierno terrible, también la nieve fue un factor que agravó los problemas. Un problema importante era llevarse a los muertos de las calles.
En aquellos momentos críticos, los rumanos necesitaban de salvadores que les devolvieran la confianza en sus propias fuerzas. Los soberanos Fernando y María, especialmente la reina María, estuvieron a la altura de su misión.
Delia Bălăican:
La reina María fue un personaje clave no sólo en aquel episodio infeliz de la epidemia de tifus. Creo que todos hemos visto fotos de la reina durante la guerra cuidando y alimentando a los enfermos gracias a sus relaciones personales que tenía con las misiones extranjeras, especialmente con la estadounidense, francesa y británica. La reina María fue un modelo para la sociedad rumana y las señoras de la élite siguieron su ejemplo. La movilización fue ejemplar, las memorias de la guerra son emocionantes. La reina María fue un símbolo en aquella lucha, tal vez la única imagen brillante de aquellos tiempos muy duros.
Las medidas tomadas fueron muy eficientes y sus efectos se notaron en el mes de junio de 1917 cuando el tifus fue erradicado. Era la señal que anunciaba las victorias del ejército rumano de Mărăști, Mărășești y Oituz así como la victoria final del siguiente año.