Víctimas desconocidas de la Securitate
Establecida por el Decreto 221 del 30 de agosto de 1948 bajo el nombre de la Dirección General de Seguridad Popular, según el modelo soviético, la Securitate (Policía Política) sembró el terror entre los rumanos antes de 1989.
România Internațional, 10.02.2020, 16:18
Establecida por el Decreto 221 del 30 de agosto de 1948 bajo el nombre de la Dirección General de Seguridad Popular, según el modelo soviético, la Securitate (Policía Política) sembró el terror entre los rumanos antes de 1989. Con una plantilla efectiva de aproximadamente 3000 agentes, la Securitate encarnaba la esencia del sistema represivo de la tiranía comunista. La Securitate junto con el Ejército Rojo, el aparato del partido, la milicia, la fiscalía y las fuerzas de seguridad actuaron como una fuerza militar, como punta de lanza en la lucha contra los enemigos del pueblo, es decir, contra todo lo que era bueno en la Rumanía capitalista: élites políticas, militares, económicas, intelectuales, rurales y personas comunes y corrientes que no querían aceptar la humildad.
El historiador Marius Oprea creó el Instituto para la Investigación de los Crímenes Comunistas y en 2006 comenzó a buscar a las víctimas no identificadas de la Securitate. Según sus estimaciones, en Rumanía fueron ejecutadas aproximadamente 8000 personas sin ser sometidas a juicio y sin sentencia de pena de muerte en su contra. Hasta ahora solo ha identificado 37 víctimas. Oprea ha presentado varios casos que ha conseguido identificar en los 14 años desde que está buscando a esas personas.
En la Colina de Capsa, en una zona muy hermosa de Apuseni, en el oeste de Rumanía, encontramos a Nicolae Selagea. Fue uno de los últimos sobrevivientes de un grupo de partisanos dirigido por Nicolae Dabija, que fue atacado el 2 de febrero de 1949 por grandes fuerzas de la policía política comunista. 25 partisanos fueron rodeados y 7 de ellos consiguieron escapar. Nicolae Selagea fue uno de los últimos secuestrados por la Securitate y ejecutado sin juicio previo en el lugar en el que fue atrapado. Allí fue enterrado, debajo de una carretera que conecta algunas casas de la Colina de Capsa. ¿Cómo nos enteramos de ese lugar? Después de que lo mataran, los agentes de la Securiate dejaron al hijo de la víctima de 6 años de edad para que hiciera de guarddia al lado del cadáver de su padre hasta que enviaron a varias personas a enterrarlo. No se tomaron la molestia de hacer ellos este trabajo. El niño estuvo sentado al lado del cuerpo de su padre hasta la mañana siguiente, cuando la gente del pueblo vino y enterró a su padre allí, debajo de la carretera. Cuando creamos el Instituto, el hijo de Nicolae Selagea, quien toda su vida ha querido sacar el cuerpo de su padre de debajo de la carretera, nos llamó y así encontramos a Nicolae Selagea. Después de casi 70 años, ese hombre finalmente pudo llevar a su padre al cementerio.
Cada historia de una ejecución sin juicio previo revela un destino destruido y las angustias experimentadas por los seres queridos. Andrei Meșter es el protagonista la segunda historia contada por Marius Oprea.
Andrei Meșter era un representante de la élite campesina. Era maestro curtidor en el pueblo de Sălciua, de la provincia de Alba, en el oeste de Rumanía, era padrino de más de 40 familias en el valle del río Arieș. Era un hombre muy respetado pero tenía un problema: se oponía a la colectivización forzosa. Como resultado, el día anterior a la feria de Santa María, lo sacaron de su casa, lo mataron a tiros y expusieron su cadáver en la entrada de la feria con un letrero en el pecho que decía «El que haga como él, así es como acabará». La gente que iba a la feria no pudo dejar de ver el cadáver expuesto con el letrero y todo. Finalmente, su mujer pagó a los agentes que lo vigilaban y lo enterró en el patio trasero de su casa. La única culpa de Andrei Mester fue oponerse a la política de colectivización.
La exposición pública de los cadáveres tenía un propósito: infundir miedo a la gente. De hecho, el miedo era el apoyo más eficaz del régimen. Marius Oprea.
Petru Anculia y Gheorghe Urdăreanu eran partisanos, al igual que Selagea. Formaban parte del grupo del coronel Uță, y fueron ejecutados en 1949. Luego, otros cuatro partisanos fueron ejecutados, pero encontré solo dos de ellos, los otros dos fueron enterrados en otro lugar y no pudimos encontrarlos. Espero que los encontremos algún día. Encontré a los dos primeros relativamente rápido, en el borde del cementerio. Los encontré uno sobre el otro en una posición algo extraña, con los brazos muy lejos de sus cuerpos. Pudimos averiguar por qué y descubrimos que les perforaron los huesos de los antebrazos. Los cuatro, después de ser ejecutados por la Securitate, fueron crucificados en el parque frente al Ayuntamiento de Teregova, en Caraș-Severin, en el suroeste de Rumanía, donde permanecieron recluidos durante 27 días. Todos los vecinos de la zona fueron obligados a pasar por delante de sus cadáveres crucificados. Tenían letreros en el pecho que decían bandido. Peter Anculia tuvo los pies atados con alambre de púa. Estos fueron simples campesinos que habían formado grupos de resistencia en la montaña para defender su esencia, su fe y su tierra.