75 años de la deportación de los judíos del norte de Transilvania
Las conmemoraciones son importantes porque recuerdan a las generaciones venideras lo que sucedió en el pasado, cuando sus antepasados tomaron decisiones graves que llevaron a tragedias colectivas.
Steliu Lambru, 16.09.2019, 16:23
Las conmemoraciones son importantes porque recuerdan a las generaciones venideras lo que sucedió en el pasado, cuando sus antepasados tomaron decisiones graves que llevaron a tragedias colectivas. Deben representar una lección para que las ideas que llevaron a decisiones criminales no se vuelvan a repetir. Hay quienes consideran que los que piensan así son unos ingenuos porque la mente humana cuenta con un potencial ilimitado a la hora de hacer daño al prójimo. Sin embargo, no conmemorar una tragedia humana, quedar indiferente ante algo así, es inaceptable. El pasado siempre representa un punto de referencia. Aunque de allí vienen todas las crisis y los ejemplos negativos, el mismo pasado es el que tiene la capacidad de revelarnos las soluciones óptimas para construir un mundo mejor.
Conmemorar 75 años desde la deportación de los judíos del norte de Transilvania a los campos de exterminio nazis es algo que se debe hacer periódicamente porque hay que descartar la posibilidad de que el Holocausto se repita. El genocidio no debe figurar en ninguna agenda política en el futuro. Los judíos europeos pagaron un precio demasiado alto a causa de las fantasías criminales del fascismo, basadas en la ilusión de una sociedad mejor y 150.000 fueron del norte de Transilvania, provincia habitada sobre todo por rumanos, que fue anexionada por Hungría el 30 de agosto de 1940.
En la primavera de 1944, las autoridades húngaras empezaban a detener a los judíos y a enviarlos a los campos de concentración. Hitler había empezado a perder su confianza en los regímenes totalitarios de Hungría y de Rumanía, en cuanto a su capacidad de exterminar a los judíos y había decidido encargarse personalmente del tema. Esto significaba que las persecuciones contra los judíos iban a intensificarse. Después de obligarlos a llevar una estrella amarilla en el pecho, de someterlos a muchas humillaciones, después de elaborar las leyes raciales fascistas que les quitaban a los judíos todos los derechos civiles, políticos y económicos, ahora los obligaban a abandonar sus casas.
Marius Popescu, del Centro de Indagación de la Historia de los Judíos de Rumanía “Wilhelm Filderman”, nos dice a continuación cómo sucedieron las cosas en el caso de los judíos del norte de Transilvania, zona que había sido ocupada por Hungría.
“El proceso de exterminio de los judíos empezó el 3 de mayo de 1944. Lo que en la Europa Occidental aconteció en 2 o 3 años, en el norte de Transilvania se produjo en tan solo un mes y medio. Esto demuestra el entusiasmo desbordante que mostraron los alemanes y los húngaros a la hora de liquidar a los judíos.”
En las ciudades del norte de Transilvania fueron creados unos centros donde iban a decidir el destino de toda esta gente. Vuelve con detalles Marius Popescu.
“Teníamos guetos en Oradea, Cluj, Dej, Satu Mare, Sfântu Gheorghe, Târgu Mureş y Şimleu. Llevaban a los judíos de los pueblos y las aldeas a la ciudades capitales de distrito y los encerraban en estos guetos. Hay que mencionar que no se trataba de unos guetos en el verdadero sentido de la palabra. No se parecían a los que había en Polonia, por ejemplo, donde habían transformado ciudades enteras en guetos, rodeadas por muros altos y donde los judíos vivían en condiciones horribles. En el norte de Transilvania, había unos guetos de tránsito. Prácticamente, los ingresaban en estos centros y nada más pasaban allí dos o tres semanas. Muchos llamaban estos centros «guetos», pero yo no los llamaría así. En Oradea, había 30.000 judíos, en Cluj, 18.000… Los llevaron a estos centros donde las condiciones eran inhumanas. No había baños, les daban de comer solo una vez al día… Vivían de lo que habían traído consigo, desde sus casas, aunque cuando los sacaron de allí nada más les habían dado media hora para prepararse.”
Elie Wiesel, laureado con el Premio Nobel de la Paz, oriundo de Sighetu Marmaţiei, pasó por un gueto de este tipo antes de ser enviado a Auschwitz. Eva Hyman, la niña que tenía 13 años de edad cuando fue maltratada en Auschwitz, había pasado antes por el gueto de Oradea. El médico de Oradea Nyiszli Miklos pasó por Auschwitz, pero tuvo la gran suerte de sobrevivir. Estos tres nombres son tan solo algunos ejemplos de judíos que pasaron por los guetos del norte de Transilvania y dejaron testimonios escritos sobre lo que vivieron allí.
Marius Popescu amplía detalles.
“En el momento en que pisaban el umbral del gueto, los humillaban e incluso los mataban. Hay varios ejemplos de judíos que fueron maltratados para que confesaran dónde habían escondido sus fortunas. Existen testimonios de personas que lograron sobrevivir. En este sentido, dos nombres importantes serían Otto Adler y Oliver Lustig. El segundo publicó dos libros con este tema, donde describe con detalles las atrocidades que pasaban allí.”
Hace 75 años, unos 150.000 judíos del norte de Transilvania, territorio que en aquel entonces había sido ocupado por Hungría, encontraron su final, pero los que lograron sobrevivir dejaron testimonios que durarán una eternidad.
Versión española: Valeriu Radulian