El centenario de la campaña del ejército rumano de 1919
El final de la Primera Guerra Mundial, tras cuatro años de luchas sangrientas y tragedias tanto personales como colectivas, no traería la paz de inmediato.
Steliu Lambru, 09.09.2019, 16:15
El final de la Primera Guerra Mundial, tras cuatro años de luchas sangrientas y tragedias tanto personales como colectivas, no traería la paz de inmediato. Cada individuo, grupo étnico, grupo político y nación iba a afrontar numerosas carencias. Los que salieron vencedores intentaban encontrar soluciones para reinstaurar la calma en el ámbito social y económico. Los derrotados tenían que afrontar las humillaciones a los que suelen ser sometidos los perdedores. La guerra iba a continuar también en 1919, pero no como enfrentamientos militares directos, sino bajo la forma de operaciones de zona, de distintas dimensiones. En Europa Central y Oriental, el desmantelamiento de Austro-Hungría ocasionó episodios violentos que nada más pudieron ser ahogados en 1920, en verano, a través de la firma del Tratado de Trianón. Sin embargo, la instauración de la República de Hungría, en marzo de 1919, estado bolchevique según el modelo ruso creado por Lenin y encabezado por Bela Kun, fue la principal fuente de inestabilidad y el principal obstáculo a la hora de instaurar la paz. Los principales blancos de los comunistas húngaros fueron los rumanos y los checoslovacos.
El historiador Şerban Pavelescu esboza a continuación el cuadro de los vecinos hostiles de Rumanía en 1919.
“Podemos afirmar que lo que siguió después del armisticio del 11 de noviembre de 1918 fue otra guerra después de la guerra. Prácticamente, el Estado rumano tuvo que apoyar con armas la decisión de los rumanos de las provincias históricas de unirse con el país, deseo que habían manifestado en marzo, noviembre y diciembre de 1918. Rumanía estaba rodeada de fuerzas hostiles a la idea de unión e incluso a la existencia del Estado rumano. En la parte oriental, estaban la Rusia soviética y las fuerzas soviéticas de Ucrania, en el norte, tenían que afrontar las reivindicaciones territoriales de parte de Ucrania, tanto por los representantes de la derecha política, es decir la fuerzas democráticas, como de parte de los representantes de la izquierda, más exactamente de los que representaban el poder bolchevique. En la parte occidental, había problemas con el régimen instaurado después de la disolución de Austro-Hungría representado por los condes Tisza o Karolyi. Cabe añadir que con ambos Rumanía había negociado la separación de Transilvania de Hungría. En el sudoeste, los rumanos tenían que afrontar el apetito voraz de Serbia, país con el que Rumanía tenía una controversia territorial a raíz de las promesas de la Entente para con ambos países, en el contexto de la Primera Guerra Mundial. En la parte sur, Bulgaria se negaba a salir de Dobrogea, tal como lo exigían las previsiones del Convenio de armisticio.
La guerra rumano-húngara iniciada por el ejército rojo húngaro, tuvo dos etapas. La primera fue la de los meses de abril-mayo de 1919, cuando los húngaros atacaron a las tropas rumanas de Transilvania. La segunda etapa fue en la segunda mitad del mes de mayo de 1919 cuando los húngaros atacaron por segunda vez.
Şerban Pavelescu destaca que en realidad hubo dos guerras rumano-húngaras, una militar y la otra diplomática.
Prácticamente hay dos guerras: una en la Conferencia de Paz, y la otra en el frente. Se trataba de una guerra un poco rara, las operaciones militares tenían lugar entre dos o tres sesiones de negociaciones, interrumpidas por los armisticios impuestos por los grandes poderes. Por ejemplo, el 1 de mayo de 1919, la operaciones militares cesaron por decisión de los grandes poderes. Este respiro permitió a las tropas de Bela Kun reorganizarse y lanzar un ataque devastador, el 20 de mayo de 1919, en contra de los checoslovacos. El ataque en contra de los rumanos fracasó. Pero en menos de dos semanas las tropas húngaras ocupaban todo el territorio de Eslovaquia. En cuanto al frente del Tisza, después de defenderse durante dos o tres días, los rumanos contraatacaron y lograron ocupar Budapest.
La segunda etapa de la guerra rumano-húngara finalizó en agosto de 1919 con la ocupación de la capital húngara por el ejército rumano y con el desmantelamiento de la república soviética de allí.
“La ocupación de Budapest fue un problema, porque aunque Rumanía había actuado en defensa propia, cabe añadir que había sido atacada en dos ocasiones, a nuestro país le pidieron que desistiera. Hubo presiones enormes. Solo las iniciativas de los comandantes rumanos, quienes actuaron por cuenta propia, hicieron posible la ocupación de Budapest, el centro político y militar más neurálgico de Hungría. Rumanía perseguía varios objetivos. Por una parte quería derrotar al enemigo para ponerlo en la imposibilidad de volver a atacar y, por otra parte, conseguir una posición ventajosa en el marco de la Conferencia de Paz. Las tropas rumanas se retiraron de Budapest después de la firma del Tratado de Trianón, en junio de 1920.
Hace 100 años, Rumanía tenía una intervención militar en el centro de Europa para asegurar su propia estabilidad territorial. La intervención militar rumana en contra de la Hungría bolchevique persiguió aniquilar al germen totalitario comunista y reinstaurar la democracia que traía consigo la paz tan anhelada.
Versión española: Valeriu Radulian