Rock e inconformismo en el comunismo
En Rumanía, entre los años 1970-1980, la música rock representaba una diferenciación de lo que se cantaba oficialmente
Steliu Lambru, 09.12.2019, 13:38
En Rumanía, entre los años 1970-1980, la música rock representaba una diferenciación de lo que se cantaba oficialmente. Aun así, algunos intérpretes de música rock intentarían hacer más desafiando el estado de hecho. Prestado de Occidente a mediados de los años 60 del siglo pasado, el “beat rock rumano se manifestaría tímidamente, pero de él se desarrollaría después el rock de los años 70. El canon musical oficial de la política cultural de la época lo representaba la música ligera que se beneficiaba de unos grandes festivales como “El Ciervo de Oro y el festival de Mamaia. Grupos como Phoenix, Sfinx, Timpuri Noi y artistas como Dorin Liviu Zaharia, Alexandru Andries, Mircea Florian, llegarían a ridiculizar la música oficial que aplastaba la libertad de creación y la conexión a la música de Occidente. El profesor Emil Ionescu, de la Facultad de Letras de la Universidad de Bucarest, nos amplía detalles sobre el fenómeno rock y el inconformismo de los años 70-80.
“Quedé admirado ante el tema de la contestación de aquellos que querían diferenciarse a través de la música rock afirmando una identidad distinta a la de los demás que obedecían al canon musical de la época. Desde este punto de vista, para mí, el rock rumano representó una señal muy fuerte de liberalismo, incluso político, del deseo de impugnar el régimen. Estas cosas fueron importantes porque a diferencia de la poesía, la música y el rock en especial, puede influir ideológicamente en la generación joven porque tiene un efecto más penetrante. Me refiero aquí a varias composiciones del grupo Sfinx como «No tenemos miedo» o «La ronda de los muchachos» o «El bando de grullas». Para mí el gran símbolo del inconformismo rock lo representa la pieza «El tren sin inspector».
Sin embargo, los artistas eran conscientes de que vivían en pleno régimen comunista, un régimen represivo y genocida y en consecuencia sus posibilidades de protesta eran mínimas. Aun así no debían exceder los límites. Emil Ionescu trata de definir dichos límites:
“Es difícil de precisar qué tipo de límites funcionaban o cómo habían sido ideados por el régimen. Es obvio que los gobernantes estaban al tanto de lo que se componía y se cantaba pero lo importante era que los músicos realmente protestaban en directo, o de manera subversiva. Por ejemplo, en el caso de la canción titulada «El tren sin inspector» todo el mundo comprendía muy bien quién era el inspector, o que la «Ronda de los muchachos» sobre la letra del poeta Tudor Arghezi, era una protesta disfrazada.
Por lo general, para tener éxito, tanto la música como la letra de una canción deben ser atractivas y en la época, para protestar por la realidad comunista el texto tenía que ser sumamente sutil. Emil Ionescu:
“Lo que más importó fue el hecho de que el texto fue convertido en música que al ser interpretada en un club en medio de 200 o 300 personas infunde un estado de cohesión anímica. Cabe decir que hubo un período en que el grupo Phoenix tuvo prohibido cantar en las casas de cultura y tampoco se difundía en la radio y entonces tuvo que reinventarse con ayuda de un genial poeta y letrista Serban Foarta, que dio un nuevo aliento.
El grupo rock más rebelde fue el grupo Phoenix. Sus miembros abandonaron Rumanía en 1977, pero nos legaron un doble LP titulado “Cantafabule el mejor álbum de música rock de todos los tiempos. Antes de salir del país el grupo dejó de protestar contra el régimen. Emil Ionescu se ha referido también a los más grises años para la música rumana, los años 80 del siglo pasado-:
“El inconformismo surge en el momento en que uno se opone a las formas consagradas del canon ideológico musical. De hecho, el grupo Phoenix no impugnaba algo en especial, pero afirmaba una identidad nueva de la que iba a nacer el etnorock rumano al que el partido comunista no podía contestar ya que los textos mencionaban en su música el pasado histórico, unos animales fabulosos, lo que representaba un estilo nuevo interesante y sofisticado. En 1980, el mundo rumano se veía literalmente de color gris lo que ampliaba el valor contestatario de unas piezas como el “Tren sin inspector. En medio de un mundo gris sin ninguna perspectiva, lo que hicieron estos cantantes fue algo muy especial. El rock y el inconformismo iban de la mano en la Rumanía del partido comunista, pero cada uno con sus limitaciones y autolimitaciones.