Liviu Babes, un mártir cívico
El 2 de marzo del año 1989, un hombre en llamas bajaba la pista de esquí Bradu, de Poiana Brasov, a la vista de cientos de turistas.
Steliu Lambru, 11.08.2019, 18:21
El 2 de marzo del año 1989, un hombre en llamas bajaba la pista de esquí Bradu, de Poiana Brasov, a la vista de cientos de turistas. Tras caerse humeante y gritando cerca de un árbol, el hombre tuvo la fuerza de sacar de su traje quemado un cartón que ponía “Stop Murder. Brasov=Auschwitz. Era una protesta contra la crónica situación catastrófica en la que había sumido el régimen comunista a la sociedad rumana. Era al mismo tiempo un mensaje de solidaridad con las huelgas obreras anticomunistas de las plantas Streagul Rosu y Tractorul de Brasov, del mes de noviembre de 1987, que habían sido reprimidas de manera salvaje.
30 años después del acto extremo de Liviu Babes es difícil de aceptar su gesto. Fue un grito de desesperación e impotencia frente a la pasividad y la falta de horizonte de la vida diaria de los rumanos. Sacrificando su vida, Liviu Babes actuó como un mártir cívico igual que otras víctimas del comunismo. En la lista de aquellos que eligieron inmolarse en los años del comunismo figuran los checos Jan Palach, Evzen Plocek y Jan Zajic, el polaco Ryszard Siwiec, el lituano Romas Kalanta, el ucranio Oleksa Hirnyk y el húngaro Sandor Bauer.
Liviu Babes nació el 10 de septiembre del año 1942, y fue electricista altamente capacitado en el Trust de Prefabricados de Brasov. Babes era también un pintor aficionado. En la parte trasera de su última pintura había escrito la palabra alemana “Ende. A Liviu Babes le había impresionado profundamente la degradación de la situación política, económica, social, cultural y moral de Rumanía de los años 80, y la huelga de los obreros de las plantas Steagul Rosu y Tractorul le determinó hacer algo ya que lo que más le molestaba era la pasividad de la gente.
El periodista y escritor Mircea Brenciu, es el autor del libro “El Mártir dedicado a Liviu Babes. Mircea Brenciu se sintió obligado y honrado a escribir este libro. En su libro, el autor se refiere a Babes como a un intelectual y califica su gesto de “fuerte mensaje cívico:
“Babes era un intelectual refinado. Exhibió y vendió muchos cuadros incluso estuvo en el candelero en la época. Fue un gesto soteriológico que sólo un intelectual puede hacer. Liviu Babes pertenece a la élite rumana que no pudo aguatar más las atrocidades comunistas pero en igual medida se sintió estrechamente ligado a las masas porque ejercía un oficio que le relacionaba con el mundo obrero, enlazando así dos capas sociales. Su gesto tiene un alto valor cultural porque fue cometido después de haberlo razonado con suma atención. Babes premeditó su acto con mucha lucidez y el mensaje que dio a la hora de inmolarse destaca un determinado nivel cultural. El pedazo de cartón abandonado sobre la pista de esquí que ponía «Stop Murder. Brasov= Auschwitz» no fue obra de un hombre sencillo.
En el año 1968, el estudiante checo, Jan Palach, se prendía fuego en señal de protesta contra la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia que reprimían La Primavera de Praga.
En su libro, Mircea Brenciu se ha referido también a la diferencia que hubo entre el gesto de Palach y el de Babes:
“Mientras que Jan Palach se inmoló en un momento de explosión síquica, un momento en que perdió la cabeza. Babes lo hizo razonando la situación con mucha calma. Antes de incendiarse en Poiana Brasov, se había reunido con mucha gente conocida, habían bromeado juntos. Babes se daba cuenta de que en aquellos momentos de estricta vigilancia comunista no habría podido despertar el eco deseado si hubiera anunciado de antemano a alguien lo que iba a hace. Sabía que había delatores en todas partes y tenía que andar con cautela para no ser descubierto. Por otra parte, Palach, se inmoló teniendo al lado a cientos y miles de checos que protestaban contra la invasión, mientras que Babes actuó a solas contra la terrible dictadura de Ceausescu.
Las fuentes de documentación representaron una dificultad para el autor del libro “ El Mártir, Mircea Brenciu:
“Desde el momento en que Babes se prendió fuego y fue llevado por una ambulancia, nunca nadie supo nada de él. Lo raro es que para un quemado la muerte vino demasiado pronto. Una persona que ha sufrido quemaduras sobre una gran superficie del cuerpo no muere en el mismo día. Los quemados de gravedad siguen con vida unos días más después de lo cual los riñones dejan de funcionar, pero Babes falleció en el mismo día y cuando los restos mortales les fueros devueltos a la familia, ésta tuvo prohibido levantar la tapa del ataúd. Dudo de que una exhumación pudiera aportar algo más que unas suposiciones.
Liviu Babes fue enterrado en un rincón aislado del cementerio del Municipio Brasov bajo la atenta vigilancia de la Securitate. 12 horas después del acontecimiento, la emisora de radio Europa Libre transmitió la noticia y de esta manera el mundo libre conocería a Liviu Babes, el mártir cívico de hace 30 años.