Se cumplen 100 años de la manifestación del 13 de diciembre de 1918
El final de la Primera Guerra Mundial no logró conllevar la paz tan anhelada.
Steliu Lambru, 17.12.2018, 17:12
El final de la Primera Guerra Mundial no logró conllevar la paz tan anhelada. Europa se había salvado de la guerra pero había entrado en un período de turbulencias en que las revoluciones y la continuación de los conflictos armados conllevarían un estado de inseguridad.
La Revolución bolchevique del año 1917, que había instaurado el comunismo en Rusia, representó el inicio de la anarquía. Por doquier en Europa, la agitación comunista se aprovechaba de las heridas y los apuros causados por la guerra para instaurar una sociedad conforme con la filosofía de Marx y Engels, en la que la liquidación de la propiedad privada y la disolución de la explotación del hombre por el hombre hubiera conllevado la felicidad. Por otra parte, las sociedades europeas anhelaban la paz y reaccionaron en aras de aniquilar el peligro representado por el tipo de régimen soviético. En Rumanía también, grupos pequeños de comunistas y socialistas se organizaron e intentaron tomar el poder como en el caso de la acción organizada el 13 de diciembre de 1918, en la calle Victoria de la capital, cerca del Palacio Real. La reacción del Gobierno fue dura y causó la pérdida de vidas humanas. Antes del 13 de diciembre, más exactamente el 6 de diciembre, había sido organizada una huelga de tipógrafos que pedían aumentos salariales y la jornada laboral de 8 horas. Además, los manifestantes anunciaban una nueva huelga para el día 13 de diciembre. La nueva huelga se transformó en una manifestación de protesta a la que se unieron también los socialistas y se gritaron consignas contra el ejército rumano, contra el rey y a favor de la proclamación de la república.
En el año 1918, el general, Emilian Ionescu, era un joven teniente. Escuchen a continuación un fragmento de sus memorias grabadas en una entrevista del año 1979, y conservadas en los archivos del Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana:
“Recuerdo que aquel 13 de diciembre hacía frío. En su gabinete de la Prefectura de la Policía, el general Stefanescu fue anunciado que grupos de obreros se habían reunido en la plaza del Teatro Nacional. Nos dirigimos juntos a pie y vimos que grupos de obreros avanzaban hacia la calle Victoria y la Plaza del Palacio. En réplica, habían sido movilizados en Bucarest tres regimientos de confianza, victoriosos en los campos de batalla: el regimiento 9 de Tropas de montañeros bajo el mando del coronel Rasoviceanu, el regimiento 4 de Caballería, bajo el mando del coronel Moruzi, y el el regimiento 1 de Guarda Fronteras, dirigido por el coronel Stanescu. A estos, se habían unido también las Tropas de Montaña que entonces estaban bajo el mando del príncipe heredero Carlos.”
En la calle Victoria, en la encrucijada con la calle Campineanu se escribió la historia de aquel día. Emilian Ionescu:
“Delante del Teatro Nacional se habían reunido todos los grupos de manifestantes. Intentaban marchar por delante del Palacio Real para recordarle al rey Fernando que durante las batallas del mes de marzo de 1917, en vísperas de las luchas que se librarían en Moldavia en Marasesti, Marasti y Oituz, el rey había prometido repartirles tierras y devolverles la libertad.”
La radicalización de los manifestantes y la negativa de las autoridades de dialogar condujeron a un desenlace sanguinario. Emilian Ionescu:
“El general Stefanescu se fue al Ministerio del Interior para hablar con el general Margineanu pero éste no permitió que los protestatarios se manifestaran por delante del Palacio Real. Las unidades militares del regimiento 9 Tropas de Montaña y del regimiento de Guarda Fronteras habían formado ya cordones de seguridad. Todos estaban muy nerviosos y se produjo una estampida. Entonces el general Margineanu ordenó que viniera un pelotón de cuatro ametralladoras del regimiento de Tropas de Montaña del príncipe Carlos.”
La acción de las fuerzas del orden se saldó con 16 muertos y decenas de heridos entre las filas de los obreros, pero tras asumir el poder en 1945-1947, el régimen comunista iba a declarar que hubo 102 víctimas mortales y cientos de heridos. A raíz de las investigaciones, el socialista I.C Frimu, que había sido detenido durante las manifestaciones, falleció. Emilian Ionescu subraya las irregularidades cometidas en aquel día por las autoridades:
“El reglamento de la guardia interior preveía que en semejantes casos era necesaria la presencia de un fiscal militar y de cornetas que apercibieran a los manifestantes. Incluso en semejantes situaciones no se dispara en pleno. Tras los primeros tiros cayeron como segados 87 manifestantes entre los cuales había muchos niños y mujeres.”
Aunque la cifra de las víctimas es controvertida, las circunstancias de su muerte fueron excepcionales. El caos del final de una guerra arrasadora y las utopías totalitarias sanguinarias que nacían probaron que sólo la democracia tenía soluciones para la vuelta a la normalidad.