Los principios de Wilson
A principios del año 1918, la Primera Guerra Mundial estaba lejos de haberse terminado. El gran enfrentamiento entre los dos grandes bloques militares de la Triple Entente y las Potencias Centrales había llegado al paroxismo y ninguno estaba dispuesto a r
Steliu Lambru, 01.10.2018, 17:34
A
principios del año 1918, la Primera Guerra Mundial estaba lejos de haberse
terminado. El gran enfrentamiento entre los dos grandes bloques militares de la
Triple Entente y las Potencias Centrales había llegado al paroxismo y ninguno
estaba dispuesto a renunciar. En esa situación, el presidente
estadounidense Thomas Woodrow Wilson
intentó hacer llegar la paz. Por esto, él y sus cercanos elaboraron la célebre
declaración con 14 puntos que debería ser el fundamento de la paz duradera.
Junto
con el historiador Ioan Scurtu analizamos los principios de Wilson, el ambiente
en el que fueron creados y lo que proponían:
Trabajaron en un proyecto que tenía que ser propuesto a los Estados
beligerantes, para que ellos aceptaran, proyecto que conllevara la instalación
de una paz duradera para que no se repitiera una conflagración de este tipo.
Los 14 puntos presentados por el presidente Wilson eran de hecho una propuesta
de paz y más que eso, una organización del mundo después de la guerra en lo que
podíamos llamar la larga duración de la historia. Podemos constatar que se
tenía en cuenta que ni los vencidos, ni los vencedores, ni la Triple Entente,
ni las Potencias Centrales tuvieran beneficios tras los enfrentamientos
militares, sino que se realizara una democratización de las relaciones
internacionales. En primer lugar, se tuvo en cuenta la retirada de las tropas
de los territorios ocupados de tal manera que se volviera a las fronteras
nacionales. En segundo lugar, se preconizaba que los Estados multinacionales
aseguraran la autonomía de los pueblos que formaban parte de ellos, de tal
manera que los pueblos tuvieran derechos y libertades, pero dentro de aquellos
imperios.
La
declaración de Wilson tenía la ambición de ser pacificadora, restauradora de lo
que había sido antes de 1914, pero también innovadora. Esto se veía en la forma
en que eran tratados los imperios multinacionales. Ioan Scurtu:
En cuanto a Rusia se tenía en cuenta mantenerla dentro de las
fronteras existentes antes del inicio de la guerra e incluso insistir en que
hubiera ante ella una actitud de benevolencia de tal manera que ella se
adhiriera a la idea de lo que iba a ser la Liga de las Naciones, una sociedad
en que las potencias enviaran a unos delegados para debatir la solución a los
problemas internacionales. En enero de 1918, la revolución rusa había entrado
en su etapa bolchevique, radical, había comenzado la guerra civil, Besarabia
había proclamado su autonomía y se estaba preparando para proclamar su
independencia y la unión con Rumanía. Respecto al Imperio austrohúngaro, se
preveía mantener este imperio con la concesión de una larga autonomía a los
pueblos que forman parte de él.
Pero
las naciones de los imperios multinacionales deseaban tener otro orden, el de
los Estados nacionales. Ioan Scurtu ha mostrado que las naciones del Imperio
austrohúngaro se opusieron a los puntos de Wilson:
Estos 14 puntos tuvieron un impacto político y psicológico extraordinario.
En primer lugar porque se tomaba en cuenta firmar una paz sin anexiones, la
organización del mundo después de la guerra de tal manera que ya no hubieran
guerras, y se escribió una palabra muy querida por los pueblos oprimidos, es
decir autonomía. En enero de 1918, los rumanos del Imperio austrohúngaro, al
igual que las demás naciones, no querían otra cosa que la autonomía. Esto fue
lo que habían pedido a lo largo del tiempo, sobre todo después de 1867, y esto
fue lo que también esperaban entonces. El problema de la unión nació a partir
del otoño de 1918, cuando el Imperio había comenzado a sentirse cada vez peor y
apareció la perspectiva de la desagregación. Aquellos pueblos decidieron tomar
su destino en sus propias manos y decidir después la organización estatal.
En
el Congreso de Roma organizado en abril de 1918, las naciones del Imperio
austrohúngaro decidieron iniciar una amplia campaña, a nivel europeo y mundial,
para que se admitiera su propio derecho a decidir su futuro político. En
Estados Unidos tuvieron lugar varias manifestaciones de los representantes de
las naciones del Imperio austrohúngaro en las que también fueron movilizadas
las diásporas que vivían en Estados Unidos. Además, los artículos publicados en
la prensa estadounidenses apoyaban las reivindicaciones de las naciones en
detrimento de aquellos que pedían que continuara la monarquía austrohúngara. A
partir de finales de agosto de 1918, las manifestaciones y las campañas
mediáticas fueron comunes entre los rumanos, los serbios, los croatas, los
checos, los eslovacos, los italianos y los polacos que adoptaron las resoluciones
contra los Habsburgo.
Los
principios políticos de Wilson tampoco fueron bien recibidos por las potencias
europeas. Sobre todo Francia y el Reino Unido querían que las Potencias
Centrales fueran consideradas culpables por el inicio de la guerra y
castigadas. El presidente Wilson cedió finalmente a la presión de la opinión
púbica. Ioan Scurtu:
La campaña culminó el 20 de septiembre de 1918, cuando el presidente
Wilson decidió recibir en la Casa Blanca a los representantes de las
nacionalidades. Cada uno abogó por su propia causa, el presidente fue informado
sobre las campañas desarrolladas, y como conclusión de los debates, declaró que
estaba convencido de que la doble monarquía austrohúngara ya no merecía vivir. Ya
no se planteaba el problema del mantenimiento de la integridad territorial del
Imperio austrohúngaro. Estaba convencido de que los pueblos de aquella
monarquía tenían el derecho y la libertad y el apoyo de Estados Unidos para
decidir su destino.
Tras
el cambio de visión de la política de Washington, se estaban creando los Estados
nacionales como Polonia y Checoslovaquia, y otros como Rumanía e Yugoslavia se
estaban redefiniendo. Pero a pesar de que los principios políticos de Thomas
Woodrow Wilson fueran revisados, los principios filosóficos tuvieron éxito. Se
materializó la institución de las naciones del mundo, una ágora internacional,
se estaban poniendo las bases del derecho internacional contemporáneo. El ideal
de la paz eterna de Wilson creó a pesar del escepticismo general un buen inicio
para el diálogo.