Oposición política en la Rumanía de los años 1980: Doina Cornea
El 4 de mayo de 2018, en la ciudad de Cluj, a los 88 años de edad falleció la opositora anticomunista Doina Cornea.
Steliu Lambru, 21.05.2018, 17:14
El 4 de mayo de 2018, en la ciudad de Cluj, a los 88 años de edad falleció la opositora anticomunista Doina Cornea. En el espacio rumano y en el mundo del activismo cívico europeo, su nombre ya no necesita ninguna presentación. Fue una de las opositoras anticomunistas más prominentes de la Rumanía de los años 1980 y expresó abiertamente sus opiniones en un país asustado por la violencia del poder y por el largo período de brutal violación de los derechos y las libertades.
Entre 1945 y 1989, las mujeres de Rumanía pagaron un precio muy grande por el modo en que el país había empezado a ser dirigido después de haber finalizado la guerra. Intelectuales y trabajadoras, campesinas y ciudadanas, las mujeres de Rumanía lucharon y murieron en la resistencia armada, junto a sus esposos, mientras que otras fueron condenadas a muchos años de prisión. La opositora Doina Cornea forma parte de la serie de heroínas tales como Marina Chirca, Ana Simion, Maria Plop, Arlette Coposu, Ecaterina Balacioiu y muchas otras que no quisieron ser cómplices de un régimen profundamente inhumano.
En 1982, a los 52 años de edad, la profesora Doina Cornea decidió que no podía callar más. Escribió una carta a la emisora de radio “Europa Libre” en la que denunciaba los abusos del partido comunista. Entrevistada en 1996 por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Doina Cornea recuerda cómo empezó su relación con el régimen comunista:
“El primer texto, «Carta abierta dirigida a los que no dejaron de pensar» era destinado en primer lugar a los profesores que tienen la obligación moral de decir siempre la verdad a los que forman. Aprendí esta gran lección durante el régimen estalinista de mi exprofesor de la Facultad de Filología francesa, el señor Henri Chaquier. Estuve tan impresionada por esta idea que trató de meter en nuestros almas y mentes porque era la época del estalinismo más horroroso, en los años 1950. Siempre he sentido que hay algo que me empuja a escribir, incluso en contra de mi voluntad, pero no quería firmar la carta. La escribí y la llevó mi hija que había llegado por primera vez al país después de haberse marchado. Le dije así: “No firmo la carta, que la presenten ellos como quieran”. Puse una línea al final del texto y para asegurarles de que se trata de un texto auténtico y no «fabricado» por alguien en nombre de otra persona, escribí así: “Para Europa Libre, Doina Cornea, profesora auxiliar en la Facultad de Filología”.
A Doina Cornea no le dio miedo gritar su rebelión. Sin embargo el honor fue una nueva revelación de la existencia que la hizo cobrar valentía tras haber oído su nombre en la emisora de radio extranjera más desaprobada:
“Estaba en Vama Veche con mi esposo que no sabía nada del texto, que había sido escrito y expedido, y traje conmigo una radio portátil. No escuchaba “Europa Libre” muy frecuentemente, pero esta vez decidí llevarla. ¿Pero a qué viene esto? me preguntó él. Le dije que quería escuchar Europa Libre. En aquellas habitaciones campesinas había dos camas: yo me senté en la primera, mi esposo en la segunda y puse la radio a la ventana. Cuando oí mi nombre en la radio me helé por dentro. Les confieso que me dio miedo más por mi esposo que por las repercusiones políticas. Siguió un momento de silencio. No dijo nada. Yo casi no podía respirar. Después dije: ¿Y ahora, qué hacemos? Él me cogió del brazo y me dijo que fuéramos a dar un paseo.”
Siguió la reunión para su condena en su lugar de trabajo. Sus compañeros, con pocas excepciones, no se solidarizaron con ella, pero algunos de ellos trataron de encontrar una manera de ayudarla para escapar de la furia del régimen:
“Fue una reunión horrible, estuvo presente también el rector Vlad al que aprecio también hoy en día, fue mi compañero y no lo odié. Entendía también el funcionamiento del sistema. Sin embargo, podían hacer otra cosa, pero ellos querían una autocrítica que no hice. Y continuaban preguntándome: «¿Qué tienes en contra de Mircea Eliade? ¿Por qué dices que los intelectuales mienten, que los economistas dan estadísticas falsas?» Yo solía decir estas cosas a mis estudiantes, que una sociedad, socialista o comunista, no se podía construir con mentiras. «¿Por qué dices que los intelectuales son cobardes?» me preguntaban. «¡Porque así son!» les respondía. En un determinado momento, cuando la jefa de cátedra me propuso internarme en una clínica psiquiátrica me eché a llorar, pero no me autocritiqué.”
Doina Cornea fue despedida pero no se dejó vencer. Continuó escribiendo cartas a “Europa Libre” y se solidarizó con la huelga de los obreros de Brasov del mes de noviembre de 1987. En agosto de 1988 fue condenada a arresto domiciliario hasta diciembre de 1989 cuando se enfrentó a las balas de la represión durante la revolución. En 2016, Doina Cornea recibió un último golpe del destino: la muerte de su hija Ariadna Combes, la que compartió las palabras de su madre con el mundo libre.