Las relaciones entre Rumanía y Estados Unidos después de 1945
Después de 1945, Rumanía y Estados Unidos estaban sin querer en lados distintos del telón de acero.
Steliu Lambru, 26.02.2018, 17:43
Después de 1945, Rumanía y Estados Unidos estaban sin querer en lados distintos del telón de acero. El recorrido de la guerra había dejado a los dos países en grupos distintos, aunque el apoyo de Estados Unidos al final de la Primera Guerra Mundial, afirmando los principios del presidente Wilson, había sido decisivo para la creación de la Gran Rumanía. A causa de la ideología comunista, Rumanía y Estados Unidos conocieron incluso la adversidad, aunque los dos países no hubieran tenido ningún desacuerdo histórico. La creación de los dos bloques militares opuestos, la OTAN y el Pacto de Varsovia, aumentó la tensión en las relaciones bilaterales, sobre todo en los años 1950, el periodo de la expansión estalinista en los países de la Europa Central y del Este. Pero las autoridades de Bucarest y Washington quisieron mejorar sus relaciones después de 1953, cuando la política de Moscú cambió tras la muerte de Stalin.
El diplomático Anton Moisescu fue nombrado embajador de Rumanía en Estados Unidos en 1954. En una entrevista realizada en 1995 por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Moisescu presentó el ambiente general de los tímidos intentos de reacercamiento entre Rumanía y Estados Unidos:
“Quiero mencionar que cuando fui nombrado ministro plenipotenciario en Estados Unidos, el ambiente político internacional era bastante difícil. Las relaciones entre los dos grandes centros de poder eran muy tensas: por un lado la OTAN, encabezada por Estados Unidos, y por el otro el Pacto de Varsovia, encabezado por la Unión Soviética. Por ello, en Estados Unidos encontré una situación extremadamente difícil para las misiones diplomáticas de los países del campo socialista. En primer lugar, había restricciones muy duras para los diplomáticos de estas misiones, no podían salir de la capital sin tener el visto bueno del Departamento de Estado. Por ejemplo, nosotros teníamos la única facilidad para ir a Nueva York, porque éramos también observadores en la sede de las Naciones Unidas, donde todavía no habíamos sido admitidos como miembros de pleno derecho.
La actividad de la misión rumana en Estados Unidos estaba muy restringida frente al periodo anterior a la guerra. La relajación era el primer objetivo que se proponían las partes implicadas, y vino sobre todo por parte de los estadounidenses. Anton Moisescu contó la apertura del presidente Eisenhower en la presentación de sus cartas credenciales.
“El personal diplomático estaba formado por 7-8 personas, aparte de mí, a las que se añadían las esposas. El personal militar estaba formado por tres personas: un coronel, un mayor y un capitán, también con las esposas. El resto era el personal administrativo necesario en la Embajada. Todas estas personas se habían convertido en una familia. Organizamos algunas excursiones comunes, los domingos íbamos a pescar, los fines de semana. En aquellas condiciones llegó la hora de presentar las cartas credenciales. Cuando presenté las cartas tuve una sorpresa muy grata a diferencia del ambiente general, el recibimiento del presidente de Estados Unidos, Dwight Eisenhower, el antiguo comandante supremo del desembarco durante la guerra y de la ofensiva aliada contra el hitlerismo. Fue muy amable y amistoso durante nuestras conversaciones. Ambos expresamos el deseo de ampliar las relaciones entre Estados Unidos y Rumanía y de conocernos mejor. Al final, el presidente me invitó a visitar Estados Unidos en cualquier momento y en cualquier parte, a conocer mejor América. Y esto era de alguna manera contrario a las normas generales que se imponían a los diplomáticos de nuestros países.
Otro objetivo de la Embajada de Rumanía en Estados Unidos fue la infiltración en la comunidad rumana. Los rumanos de Estados Unidos eran muy anticomunistas y se habían manifestado contra el régimen de Bucarest. Pero la estrategia emocional de la Embajada, descrita por Moisescu, consiguió hacer a algunos acercarse a la política de Bucarest.
“Intentamos crear conexiones con el mayor número de rumanos estadounidenses posible, porque también estábamos apartados de ellos. Tuvimos una relación más estrecha con la redacción del periódico “Românul american (“El rumano estadounidense). La redacción estaba en Detroit,la región con el mayor número de rumanos, gran parte de ellos habían emigrado antes de la guerra y habían trabajado sobre todo en las plantas de la compañía Ford. El redactor jefe del periódico “Românul american y su esposa me invitaron a visitar Detroit con motivo del Día de la Mujer en Estados Unidos, siendo mi esposa la invitada. Visitamos entonces varias ciudades y la visita principal fue a Detroit. Allí hubo aproximadamente 250 personas en una sala, familias, la mayoría de aquellas personas eran ancianos que se habían ido de Rumanía mucho antes, pero también jóvenes. Les presenté una película que contaba algunos aspectos de Rumanía y que se llamaba “România în culori (“Rumanía de colores). La película presentaba algunos aspectos folclóricos sobre todo de Transilvania, Moldavia, pero también de otras partes. La proyección de la película parece que dejó una impresión tan fuerte, que al encenderse la luz noté que casi todos estaban llorando de emoción. Fue un momento muy impresionante y se creó una conexión muy fuerte entre ellos y nosotros. Hicimos también visitas a sus casas, a las fábricas. Me pusieron en contacto con la administración de la fábrica, pude visitar todo el proceso de producción de la fábrica y me creé una imagen de esta tecnología de construcción de coches que empleé en nuestra empresa de coches cuando volví al país.
Las relaciones entre Rumanía y Estados Unidos volvieron de verdad a la normalidad después de 1989. Durante el periodo anterior, evolucionaron difícilmente desde la cooperación limitada hasta la vuelta a las disputas a finales de los años 1980.