Mitos del comunismo rumano: Eugen Alimănescu
La propaganda comunista le construyó al comisario de policía Eugen Alimănescu una imagen de persona incorruptible, que aplicaba la ley rigurosamente. En realidad, lejos de ser un héroe, Eugen Alimănescu fue un instrumento del terror.
Steliu Lambru, 30.10.2017, 19:02
La propaganda comunista le construyó al comisario de policía Eugen Alimănescu una imagen de persona incorruptible, que aplicaba la ley rigurosamente. En realidad, lejos de ser un héroe, Eugen Alimănescu fue un instrumento del terror, del régimen, en su lucha por someter a la sociedad a mediados de los años 40. Alimănescu desempeñaba el papel de justiciero, de imagen de la justicia social instaurada por el nuevo régimen comunista.
El historiador Dumitru Lăcătuşu del Centro de Investigación Histórica logró descifrar este mito de Alimănescu.
”Eugen Alimănescu es un personaje extremadamente controvertido que, desgraciadamente, fue presentado como el héroe de la Policía rumana. Al crearse la Milicia, Alimănescu fue nombrado jefe del Departamento Bandas de la Dirección Judicial encabezada por Alexandru Ioanid, la persona implicada en la estafa del Banco Público en 1959, cuñado de Drăghici, ministro de Seguridad del Estado. Alimănescu era contable, luchó en la Segunda Guerra Mundial y, después de 1945, se acercó a los comunistas, incorporándose al grupo de investigadores. En Bucarest, como en la mayoría de las ciudades que habían sobrevivido a la guerra, había muchas infracciones. Teohari Georgescu, ministro del Interior tuvo la idea de crear una división especial llamada ”Brigada Relámpago” y le dio a Alimănescu el cargo de jefe de dicha unidad. El equipo de Alimănescu intervenía con mucha crueldad. Cuando atrapaban a los infractores no los detenían y tampoco los interrogaban, sino los mataban de inmediato bajo distintos pretextos. El más común era el pretexto de la fuga. Casos como éste eran presentados muy a menudo por la prensa de aquella época y esto hizo que fuera considerado un héroe.”
Sin embargo, la verdad relativa al héroe comunista era muy distinta a lo que presentaba la propaganda comunista.
Vuelve con más detalles Dumitru Lăcătuşu.
”En aquella época, además de controlar a los infractores, tal como decían los comunistas, Alimănescu había desarrollado también otra faceta. Los policías se quedaban con una parte de los bienes confiscados a los ladrones. Alimănescu incluso llegó a ser propietario de una mansión de varios niveles en Bucarest. Además de matar a sangre fría, Alimănescu era también un policía corrupto. Hay documentos que muestran claramente que además de matar y de apropiarse de los bienes confiscados a los ladrones solía participar en varias fiestas. Hay quienes cuentan que, en una de estas fiestas, al tomar demasiado alcohol, salió a la calle y empezó a disparar con su pistola. Una bala mató a un niño que pasaba por la calle. En otra ocasión, viajaba en tren, iba a Timişoara. De repente, al tener un conflicto con un viajero, sacó la pistola y le disparó.”
Debido a su crueldad, el régimen lo utilizó también en la lucha contra los que estaban en contra de los comunistas. El historiador Dumitru Lăcătuşu vuelve con detalles.
”Cuando nos referimos a la represión de los anticomunistas, en las montañas, solemos hablar de la Securitate. Pero un papel importante lo desempeñó también la Milicia. El Servicio de Bandas había sido creado para hacerse cargo precisamente de casos como éste. Prácticamente, Alimănescu era un emisario del crimen. Andaba con su equipo por todas las comarcas e intentaba identificar a los ”rebeldes”, como llamaban a los anticomunistas. Cuando daban con ellos, los torturaban y los mataban. Hay un caso célebre que logró aterrar incluso al jefe de la Securitate de la comarca de Argeş. Cuentan que Alimănescu, para atrapar a un hombre, agarró a la hija de aquella persona y le preguntó donde había ido su padre. Como la niña, una adolescente de 14 años, no se lo quiso decir, le echó gasolina encima y le prendió fuego. Todo esto se menciona en un informe redactado por la misma Securitate.”
Al cabo de un tiempo, la Securitate renunció a los servicios de Alimănescu porque le causaba más problemas que ventajas. Con más detalles, Dumitru Lăcătuşu.
”Fue detenido en 1951, porque se había vuelto incontrolable, después de una reunión de la Dirección General de Política del Ministerio del Interior. Según se practicaba en la época, fue declarado enemigo infiltrado en las filas del partido. No se sabe exactamente qué fue de él, porque desapareció sin rastro. Este era Alimănescu, el llamado héroe de la Policía rumana. En realidad era un asesino, que mató tanto a infractores como a presos políticos. Cabe destacar también otro aspecto, su actividad sirvió de inspiración para directores de cine y así fue creado el personaje del comisario Moldovan, en la película con el mismo nombre, dirigida por Sergiu Nicolaescu.”
Eugen Alimănescu fue presentado por la propaganda comunista con una imagen falsa, pero gracias a los archivos de aquella época pudimos conocer la realidad.