Diplomáticos extranjeros en Rumanía. El conde de Saint-Aulaire
Steliu Lambru, 07.08.2017, 10:01
Nacido en 1866
y fallecido en 1954, Auguste-Félix-Charles de Beaupoil, conde de Saint-Aulaire,
llegó a Rumanía como embajador de Francia, durante el agitado verano de 1916,
cuando Rumanía entraba en la Primera Guerra Mundial. Apuntes de un diplomático
de antaño. En Rumanía, 1916-1920 es el título de un libro firmado por el conde
y embajador, que cuenta los profundos cambios de la época. Esta obra representa
una de las más importantes y completas fuentes de información sobre los juegos
políticos y las tragedias que tenían lugar a finales de la Gran Guerra. Prorrumano, anticomunista y partidario de la
entrada de Rumanía en la guerra, Saint-Aulaire manifestaba un fuerte carácter
análitico, cuando miraba hacia el mundo y uno visionario, cuando analizaba la
historia.
La
historiadora Alina Pavelescu recomienda
que leamos dos veces las memorias de Saint-Aulaire:
En el primer
fragmento que leí, Saint-Aulaire cuenta su visita al despacho de Aristide
Briand, antes de salir de Rumanía: Este hombre tenía un despacho sin papeles,
vacío, igual que su cabeza, que también estaba vacía. De repente, pensé que
era muy simpático y que merecía el reconocimiento de todas las personas que
nunca comienzan a ordenar sus papeles. Les recomiendo leerlo dos veces. La
primera lectura es muy fácil para los rumanos, ya que las opiniones presentadas
son favorables a nuestro país. El libro nos favorece en muchas ocasiones, más
que otras memorias escritas por autores rumanos de la época, ya que
Saint-Aulaire estaba enamorado de la reina María. El autor cuenta cosas muy
bonitas sobre la gran capacidad de sacrificio de los rumanos y su gran generosidad,
y habla sobre la clase política rumana en términos que nosotros casi nunca
utilizamos. El libro de Saint Aulaire nos hace sentir halagados, ya que cuando
habla sobre la clase política francesa lo hace en términos muy duros.
El conde de
Saint-Aulaire muestra una gran inteligencia, ya que es capaz de entender la
sociedad donde vive. Alina Pavelescu:
Recomiendo
una segunda lectura porque Saint-Aulaire solo parece una fuente fácil de
identificar, pero en realidad no lo es.
¿Por qué ? Porque este aristócrata representa a una república, es un
conservador que trabaja como diplomático nombrado por un gobierno de izquierda,
es un civil que en un determinado momento se encuentra cautivo, junto con
muchas otras personas, en un entorno dominado por la guerra y el ejército, por
soldados y su lógica. Ya sabemos como acabó esta historia, pero cuando leemos
las memorias de Saint-Aulaire, no sabemos qué final tendrá. Es cierto que él escribía en 1953, y de
alguna manera ya sabía cual había sido el triste destino de la Rumanía Grande.
Se habían confirmado sus duras afirmaciones sobre la paz firmada después de la
Primera Guerra Mundial. Pero no sabía como iba a acabar el mundo instaurado por la Unión Soviética tras la
Segunda Guerra Mundial. En cada ocasión al lector se le ofrece una perspectiva
distinta para que pueda comprender como
pensaba la gente de la época, en cada etapa cuyo final era desconocido.
El conde era francés, venía de una sociedad que en aquel momento era partidaria
de los rusos más que lo era la sociedad rumana.
Los franceses amaban a los rusos y tal vez los sigan amando, mucho más
que nosotros, los rumanos. Saint-Aulaire no manifiesta su rusofilia, sino todo
lo contrario, no tenía ilusiones ni siquiera sobre la Rusia zarista, ni cuando
en Bucarest se reunió con los representantes de Rusia para negociar la entrada
de Rumanía en la guerra.
El historiador literario Dan C. Mihăilescu explica como era visto
Saint-Aulaire en la época:
I. G. Duca
sabía muy bien como liderar el mundo diplomático, ya que contaba con una gran
sabiduría y capacidad de leer los gestos y las palabras de los diplomáticos .
Comparaba a Poplewski, el ruso, que era mal visto por sus bolcheviques, con el
lord Barclay, el británico, que era influido por el banquero Jean
Chrissoveloni. También caracterizaba a Saint-Aulaire: ¡Dios mío, este hombre era honesto!
Al igual, que todos los franceses, no sabía adaptarse. Adaptarte al
mercantilismo rumano, al carácter bizantino, al modelo de dos puntos del
derecho, dos del revés era muy difícil. Saint-Aulaire, pobrecito, no sabía como
hacerles frente a los conservadores de Marghiloman y Carp, que eran proalemanes
y los francófilos Brătianu, Duca, la reina María y Barbu Ştirbey. Poco a poco, aprende a adaptarse y a cumplir las expectativas.
Este francés se convierte en un experto en la psicología mercantil de los
rumanos.
Según se nota en sus memorias, el
conde de Saint-Aulaire fue un visionario que tuvo la capacidad de anticipar el
fracaso del comunismo. Dan C. Mihăilescu:
Le admiro como persona, porque
él supo como ser un hombre de derecha,
un conservador que en una Europa dominada por los medios de comunicación
de izquierda, tuvo el valor de apoyar a los nacionalistas de Franco durante la
guerra civil de España. Saint-Aulaire era bisnieto de un coronel de Beaupoil
que había luchado en Vandeea donde había tenido lugar la peor masacre de aquel
desastre europeo llamado Revolución francesa, la matriz de la Revolución bolchevique.
Este hombre apoyó al poder rumano para la creación de la Rumanía Grande. Ayudó
a Fernando, María, Barbu Știrbey, e I.G. Duca y nos ha dejado todos los datos
históricos, contados desde su perspectiva, sobre los grandes acontecimientos de
la época. Al mismo tiempo, nos cuenta
pequeñas historias con detalles picantes y secretos de la diplomacia francesa,
las intrigas, las envidias y los enchufes que siempre se utilizan en todas las
diplomacias.
El libro del conde de Saint-Aulaire es la creación de un hombre capaz de
entender el mundo en que vivía y de anticipar el futuro. Un futuro que casi
siempre tiene color negro.
(Trad. Simona sarbescu)