La ocupación de Bucarest (1916-1918)
En diciembre de 1916, Bucarest fue ocupado por los ejércitos de las Potencias Centrales y las autoridades rumanas se refugiaron en Iaşi.
Steliu Lambru, 14.08.2017, 15:12
En diciembre de 1916, Bucarest fue ocupado por los ejércitos de las Potencias Centrales y las autoridades rumanas se refugiaron en Iaşi. El régimen de ocupación fue duro y Rumanía fue tratada como país vencido. La paz avasalladora para Rumanía se firmó en marzo de 1918 en Bucarest, pero nunca fue ratificada por el rey Fernando I. Afortunadamente, la ocupación iba a durar hasta noviembre de 1918, cuando la Primera Guerra Mundial acabó dejando atrás aproximadamente 10 millones de muertos.
Hemos analizado junto con el historiador Sorin Cristescu de la Universidad Spiru Haret de Bucarest lo que significó el régimen de ocupación instaurado por el ejército alemán desde su entrada en Bucarest:
“La entrada se hizo en varias columnas. El mariscal Mackensen se llevó un coche descapotable y llegó antes de las tropas austrohúngaras al Palacio Real de Bucarest, que se le ofreció como residencia. No lo usó, se quedó en la casa Meitany y en la ciudad se instauró la administración militar. Ésta iba a durar, como decía un cronista de la época, Virgiliu Drăghiceanu, unos 707 días. Hay también un libro titulado “707 días bajo la cultura del puño alemán.
La ocupación fue dura. Los ganadores se aprovecharon plenamente de la debilidad de los vencidos e hicieron lo que quisieron, según ha afirmado Sorin Cristescu:
“Fue un saqueo organizado contra la población civil, que se vio obligada a ofrecer grandes cantidades de azúcar y ropa de cama. Tomaron todas las verjas y los metales de Bucarest, incluso se usaron unas campanas para hacer los cañones alemanes. La ocupación significó restricciones de circulación. Intentaron exterminar con las armas a los perros callejeros. Si creemos al político Constantin Argetoianu y lo que escribió en sus memorias, recogieron a todas las prostitutas y las llevaron a un acuartelamiento, a Mizil. Allí se hicieron consultas médicas y las que estaban enfermas fueron tratadas con dinero público. Pero los alemanes tenían también partidarios, incluidos los políticos conservadores Alexandru Marghiloman y Petre P. Carp. Carp decía que “nunca se limpiaron así las calles de Bucarest. Los alemanes se deberían quedar unos 10 años más aquí para hacernos mejores personas. Pero el saqueo contra la población civil, contra todo lo que significó la agricultura y el petróleo fue inmenso, y se destrozaron los pozos de petróleo. Mackensen tenía a su disposición unos 100.000 prisioneros a los que preguntó quién había trabajado en la industria petrolera. Aquellos que lo habían hecho recibieron el derecho a quedarse en Rumanía y los demás fueron enviados a Alemania. Así, en seis meses, mejoró la situación en la industria petrolera.
¿Cómo actuaron las demás tropas de ocupación? He aquí lo que ha declarado Sorin Cristescu:
“Los búlgaros ganaron fama, de una triste manera, por el saqueo de la conocida pastelería “Capşa, donde había una colección de licores finos, y por el saqueo de la Biblioteca Nacional de Rumanía, donde intentaron robar unos manuscritos. El momento más importante fue en enero de 1917, cuando los búlgaros robaron las reliquias del santo Dimitrie Basarabov. En aquel duro invierno, las llevaron en un coche que se rompió cerca de cruzar el Danubio. Pero aunque no se hubiera roto, el mariscal Mackensen habría aniquilado aquella tentativa de robo. El historiador del arte Alexandru Tzigara-Samurcaş fue a Mackensen, le explicó la situación, y Mackensen estuvo de acuerdo en que los búlgaros fueran capturados inemdiatamente y devolvieran las reliquias. Los soldados turcos se llevaron los dos cañones que flanqueaban la estatua de Mihai Viteazul. Eran dos cañones capturados en Plevna en 1877 por el ejército rumano, que el ejército turco recuperó de manera “gloriosa. Respecto al ejército austrohúngaro, no hubo problemas especiales.
La conquista del sur de Rumanía y de Bucarest fue un verdadero golpe de las Potencias Centrales, percibido así por todos los que dejaron atrás documentos escritos. He aquí lo que ha afirmado Sorin Cristescu:
“Si leemos las memorias, a veces divertidas, de los alemanes que participaron en la campaña de ocupación de Rumanía, nos enteramos de que se llamó la “campaña del gallo gordo. Es decir que se encontraron inmensas cantidades de comida. Los alemanes fueron al restaurante y pidieron todos los menús. Los pagaron, por supuesto, y comieron cuánto quisieron. El problema fue que los soldados considerados tropas de segunda fila, se recuperaron tanto en unas semanas, que los médicos les dijeron que estaban aptos para la primera fila. Y entonces la gente intentó encontrar todo tipo de enfermedades. Tras la instauración de la ocupación, el general von Morgen decidió que cada soldado enviara a casa unos 12 kilos de alimentos cada mes. Nadie podía volver de Alemania con comida, porque en Alemania se morían de hambre durante la guerra. Sin conquistar el sur de Rumanía, el Bărăgan, la situación habría sido muy grave. Así se anunció de hecho en Alemania, que habían conquistado Rumanía, aunque no fuera cierto, porque dos tercios de ella habían caído. Aquellos que tenían parientes en el ejército de ocupación de Rumanía estaban tranquilos, porque ya no había batallas y recibían unos 12 kilos de alimentos. Y de repente, en verano de 1917, la noticia cayó como un rayo: al menos 10.000 alemanes habían muerto en las batallas que tuvieron lugar en algunas localidades con nombres raros: Mărăşti, Mărăşeşti, Oituz.
La ocupación de Bucarest acabó después de casi dos años, en noviembre de 1918. Le siguió la alegría de la victoria, la vuelta a la normalidad y una Rumanía más grande.