La revolución rumana y el paso a la democracia
A partir de mediados del siglo 19, el vocabulario político cargó la palabra “revolución sobre todo con el sentido de “cambio de las antiguas ideas y prácticas, de “renovación de la sociedad en su conjunto.
România Internațional, 19.12.2016, 19:10
Se tenía que renovar sobre todo la política, tanto respecto a aquellos que hacían política, a las ideas políticas, como a la promoción del cambio más frecuente posible. La revolución estaba considerada el motor de la historia y el marxismo fue la ideología que más influyó en la forma de mirar la revolución. El marxismo afirmaba que la lucha de clases hacía que la humanidad progresara. Y la revolución era tanto un proceso insurreccional, mediante el cual se debía apartar y destruir el capitalismo, como un proceso en continuo desarrollo, después de que el proletariado habría conquistado el poder y habría transformado la sociedad.
Después de que el marxismo ganara el poder en Rusia en 1917 en su forma leninista y se instalara mediante la ocupación soviética de Europa Central y del Este, la revolución debía continuar hasta su victoria en todo en mundo. Pero el régimen soviético y el concepto de revolución como cambio social fracasaron en sus proyectos de ser las formas superiores de la vida humana. El comunismo significó la represión de los derechos humanos más elementales y conllevó la pobreza económica generalizada. Las revoluciones del año 1989 en Europa Central fueron los efectos lógicos de la dramática degradación de las condiciones de vida. Fueron consideradas por los historiadores y los politólogos como regresos a la democracia que sin querer habían dejado entre 1945-1947. Las revoluciones del año 1989 ya no son ahora los momentos fundadores de los cambios sociales, sino de la construcción de la democracia. Con el año 1989, la comprensión de la revolución ha vuelto también a su sentido original, el de “regreso” a un punto de partida, un significado que tuvo la gloriosa revolución de Inglaterra en 1688. Las revoluciones de 1989 son revoluciones gloriosas porque acabaron las tiranías y devolvieron la dignidad al político.
Cada año en diciembre los rumanos conmemoran la caída del comunismo y la vuelta a la normalidad. Pagada con muertos y heridos, la vuelta a la democracia será siempre el valor político más importante, cada vez más importante a medida que el paso del tiempo tienda a atenuar. El inicio de las manifestaciones anticomunistas de Rumanía fue en Timişoara, el 16 de diciembre de 1989, y continuaron en Bucarest el 21 y el 22 de diciembre, cuando el dictador Nicolae Ceauşescu fue apartado. El politólogo Ioan Stanomir opina que el 22 de diciembre de 1989 tiene todos los atributos de un momento fundador, en este caso, refundador.
“El 22 de diciembre representa sin duda alguna el punto final del intervalo comunista. Hace falta destacar esto porque algunos de los políticos que se afirmaron después de diciembre de 1989 han intentado minimizar la dimensión anticomunista y democrática de las manifestaciones populares que conllevaron la caída del régimen de Ceauşescu. Quiero insistir en esta dimensión. No se trató sólo de apartar a un dictador que deshonró a este país, sino también de afirmar unos valores que, aunque no se precisaran muy claramente, se subsumían al deseo de eliminar el régimen comunista con todo su cortejo de privaciones materiales y de restricciones políticas dramáticas de las libertades.”
Pero la liberación de la gente de la herencia y los automatismos del comunismo fue un proceso duradero que pocos entendieron entonces correctamente: como un doloroso esfuerzo de separación del bien público del mal público, de tener una mirada hacia el pasado y una hacia el futuro. He aquí lo que ha afirmado Ioan Stanomir:
“El 22 de diciembre es al igual que Jano, un acontecimiento con dos caras. Por un lado es el momento en el que se celebra la libertad, y por el otro es el momento en el que comienza la aventura de los terroristas. Si no hubieran sido los terroristas y los muertos que sucedieron en circunstancias extremadamente difícil de elucidar hasta ahora, el 22 de diciembre habría tenido probablemente otra posteridad. No debemos olvidar que hay un cementerio de los Héroes de la Revolución y que las personas enterradas allí son en gran medida el resultado de las acciones de los misteriosos terroristas después del 22 de diciembre de 1989.”
La democracia rumana estaba renaciendo y el pluralismo de las opiniones era un signo de recuperación social. Volvían a nacer los partidos históricos desmantelados por el régimen comunista, las personas estaban libres para proponer ideas y actuar. Sus voces se escuchaban cada vez más y el comportamiento de los políticos se adecuaba a la demanda del electorado. He aquí lo que ha afirmado Ioan Stanomir:
“El 22 de diciembre de 1989 fue de verdad un momento de fraternidad y para fraternizar. Después siguió bastante rápido una profunda desunión del cuerpo político. Los ciudadanos de Rumanía se dividieron y los factores que los dividieron fueron el Frente de la Salvación Nacional (Frontul Salvării Naţionale) e Ion Iliescu, una vez asumida la herencia del 22 de diciembre y mediante la confiscación de esta herencia a favor de un partido-Estado. Fue el comienzo del final para este sueño, esta ilusión de la fraternidad. El 22 de diciembre quedó un simple día, lo que siguió fue en una serie histórica la tragedia de los terroristas, el mes de enero de 1990 con las manifestaciones de los partidos democráticos y su violenta represión, el mes de febrero de 1990, el mes de marzo de 1990 y los incidentes de Târgu Mureş, la Plaza de la Universidad y finalmente la llegada de los mineros (mineriada) de junio de 1990.”
La revolución rumana de 1989, la vuelta a la democracia más sangrienta que hubo, se pagó con aproximadamente 1.200 muertos. El paso del tiempo ha vuelto a traer el hábito a la vida de la gente con ciertos estándares y las libertades se consideran unas normas básicas de la existencia y valores indispensables. Pero la memoria histórica recuerda a la gente que no siempre ha sido así. Y el año 1989 es el ejemplo más cercano.