Ecos de la revolución anticomunista de Hungría en Rumanía
El 23 de octubre de 1956, hace 60 años, comenzó en Budapest la heroica lucha de Hungría para salir de la tiranía del partido comunista, apoyado por el ocupante soviético.
România Internațional, 25.10.2016, 07:02
Iniciadas por los estudiantes y apoyadas por el líder reformista Imre Nagy, las manifestaciones pacíficas se convirtieron en luchas armadas cuando la Unión Soviética intervino con tropas para liquidar la tentativa de Hungría de escaparse de su control.
En Rumanía, también ocupada por los soviéticos que habían instalado un régimen comunista similar al de Hungría, las manifestaciones de Budapest tuvieron efecto sobre todo en los ámbitos estudiantiles. Los centros estudiantiles de Timişoara, Cluj y Oradea, cerca de la frontera con Hungría, pero también en Iaşi y Bucarest, reaccionaron y los estudiantes se unieron a las protestas de sus compañeros del país vecino. El régimen más represivo y la ausencia de líderes reformistas en la dirección del poder no permitieron que las manifestaciones de Rumanía tuvieran la misma amplitud que las de Hungría.
El político Nestor Bădiceanu de Oradea, muy cerca de la frontera con Hungría, fue entrevistado por el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana sobre lo que vivió en octubre de 1956:
“El ambiente de Oradea, donde la población húngara es del 30% en la ciudad, y donde las radios se escuchaban al máximo volumen, con las ventanas abiertas, era una euforia. Oradea vivía cerca de la frontera. Se esperaba que de un momento a otro también comenzara aquí. Es decir que el fenómeno se generalizara. Tuvimos esperanza. Entonces había estado en Lugoj, y de ida y vuelta vi tanques desembarcando en absolutamente todas las estaciones de trenes que tenían muelles de descarga. Eran trenes que vinieron y se fueron después a Hungría. Los rusos, con la fuerza que tenían en Hungría, no podían hacer gran cosa y tuvieron que reunir tropas significativas para poder hacer frente al ejército húngaro al que ya decapitaron de manera muy vergonzosa, ya que llamaron al ministro de Guerra a las negociaciones y lo detuvieron, dejando al ejército sin dirección.”
Andrei Banc, estudiante de la Facultad de Periodismo de Bucarest en 1956, ha recordado cómo fueron reprimidos sus compañeros:
“El mayor número de detenciones y disturbios se registraron en aquel periodo en Derecho y Filosofía, no en Politécnica o Construcciones, lo que de alguna manera era normal, porque los estudiantes de aquí estaban un poco más politizados. Aproximadamente la mitad de ellos vivían en las residencias de estudiantes, es decir que procedían de fuera de la ciudad. En general, las acciones que organizaron, las detenciones y las exclusiones tuvieron lugar en este ámbito. Nosotros, los de Bucarest, estábamos de alguna manera aislados de ellos. Ellos formaban una masa compacta y en esa masa empezaron los trastornos. Es también necesario entender que en esta masa de la residencia de estudiantes había también informadores, es decir estudiantes que ofrecían informaciones. Pero, de todas formas, el hecho de que gran parte de los estudiantes vivieran en la residencia, las chicas en un lado, los chicos en el otro, contribuyó a la creación del ambiente que produjo los disturbios de 1956. No fue más, fue una agitación. La policía política estaba bastante bien informada de las personas que tenía dentro, para que no consiguieran iniciar un movimiento como el de Hungría.”
Las reivindicaciones de los estudiantes rumanos partían de las grandes carencias materiales, pero no eran éstos los principales motivos de descontento. La gente sentía que la profunda crisis se podía superar si el país hubiera tenido una dirección elegida de manera democrática. He aquí la declaración de Andrei Banc:
“No eran reivindicaciones materiales. Una de las primeras reivindicaciones fue la de renunciar al idioma ruso. Las reivindicaciones eran políticas, eran generales, no eran tan antisocialistas como en Hungría. Recuerdo que había reivindicaciones respecto a lo que había en el currículo, mayor libertad y mayor acceso a las tradiciones culturales de Rumanía, a la filosofía extranjera que llegaba mediante los cursos, pero no podíamos leer estas cosas en original. Nadie pidió entonces que se apartara el socialismo, no pidió la sustitución del partido comunista o la eliminación de la Unión de la Juventud Comunista, no hubo las reivindicaciones de Hungría. Hubo algunas reivindicaciones, si no me me equivoco, sobre la modificación de la Constitución, formuladas por los de Derecho.”
El profesor Ion Agrigoroaie de la Facultad de Historia de la Universidad de Iaşi era estudiante en 1956. Recuerda también lo que pasó a sus compañeros al solidarizarse con la revolución húngara:
“En 1956 o a principios del año siguiente, tras la revolución de Hungría, hubo un ambiente de tensión muy fuerte. Un compañero un año menor fue detenido en la residencia de estudiantes en 1957 por un simple chiste político sobre los soviéticos y su entrada en Hungría, y se quedó siete años en la cárcel. Se sabía lo que estaba pasando en Hungría, aunque muchas veces las cosas se presentaran mediante unas acciones consideradas “terroristas” por parte de los revolucionarios húngaros. Se supo por ejemplo del episodio Imre Nagy y el hecho de que fuera denunciado a las fuerzas represivas. Era muy difícil saber todas las cosas, pero no quisiera alabar mi generación.”
La revolución de Hungría de 1956 tuvo ecos en Rumanía y miles de estudiantes que participaron en las manifestaciones públicas fueron detenidos o expulsados de la universidad. Se iniciaba la segunda ola de la represión comunista, una señal de que un régimen comunista no se podía reformar.