El comienzo de las deportaciones de los judíos de Rumanía
Hace 75 años, el 9 de octubre de 1941, comenzaba la deportación de los judíos de Rumanía. Los primeros fueron los judíos de Bucovina.
România Internațional, 17.10.2016, 19:21
En total, alrededor de 140.000 judíos de Rumanía murieron en los campos de concentración de Transnistria. Unos 130.000 judíos procedentes del norte de Transilvania, territorio rumano anexionado por Hungría en 1940, fueron asesinados en los campos de concentración nazis. Pero la represión contra los judíos había comenzado durante la época del gobierno encabezado por Goga-Cuza, entre el 29 de diciembre de 1937 y el 10 de febrero de 1938, tras la adopción de algunas leyes raciales. El 21 de enero de 1938, el Decreto 169 revisó las regulaciones sobre la ciudadanía rumana. Así, un total de 225.222 personas, que representaban un 36,50% de los judíos rumanos, perdieron la ciudadanía. Esta situación se mantuvo durante el gobierno proalemán dirigido por Ion Gigurtu, instalado en verano de 1940. El 8 de agosto de 1940, el primer ministro Gigurtu lo propuso y el rey Carlos II aprobó el Decreto ley sobre el estatuto jurídico de los judíos de Rumanía. El Decreto estipulaba medidas discriminatorias contra los judíos rumanos, como la desigualdad ante las leyes, obligaciones fiscales o laborales, la prohibición de la adquisición de propiedades, la eliminación del aparato administrativo, la segregación de la educación y la prohibición de llevar nombres rumanos. Otro decreto prohibía de manera explícita los matrimonios mixtos, que se castigaban con penas de entre 2 y 5 años de prisión.
El 23 de agosto de 1939, la Alemania nazi y la Unión Soviética firmaban el famoso pacto Ribbentrop-Molotov, estipulando la división de los territorios de los países de la Europa oriental. Así, los días 26 y 27 de junio la URSS dio a Rumanía un ultimátum pidiéndole que renunciara a los territorios de Besarabia y el norte de Bucovina. Durante la retirada del ejército y la administración rumana y posteriormente durante la ocupación soviética, una parte de la población judía que vivía en Besarabia abuchearon y atacaron al ejército rumano, aplaudiendo la entrada de los soviéticos, lo que sirvió de pretexto para continuar la represión contra todos los judíos. Tras haber recuperado Rumanía el control sobre Besarabia y el norte de Bucovina, en verano de 1941, las políticas antisemitas adquirieron un carácter más sistemático y el 9 de octubre de 1941 comenzó el calvario de los judíos rumanos. El historiador Andrei Oişteanu ha explicado las razones para elegir el 9 de octubre como el día de conmemoración del Holocausto en Rumanía.
El 9 de octubre fue establecido, por una disposición del Parlamento rumano, como Día Nacional de la Conmemoración del Holocausto en Rumanía. Se trata de un día importante, tanto para los judíos como para todos los ciudadanos de nuestro país. Yo también participé en la reunión del consejo que estableció la fecha para el recuerdo del Holocausto. En enero, el Día Internacional del Holocausto mundial no se podía hacer, ya que en Rumanía se reconoce el Holocausto europeo con su importancia, pero se rechaza el capítulo rumano del Holocausto. Y entonces, hemos optado por conmemorar este acontecimiento el 9 de octubre, una fecha que está mencionada en los documentos. Voy a leer un fragmento de una orden emitida por el prefecto de Bucovina, según la cual el 9 de octubre empezó la deportación de los judíos de Bucovina, y luego de Besarabia a los campos de Transnistria: hoy, 9 de octubre de 1941, sale en tren la población judía de las aldeas de Iţcani y Burdujeni, así como los de Suceava.
El camino hacia Transnistria era el camino hacia el infierno. Pero los trenes de la muerte salían de las estaciones rumanas incluso desde el mes de junio de 1941, cuando las autoridades militares y civiles rumanas iniciaron y coordinaron el pogromo de Iaşi, la capital de Moldavia, donde fueron asesinados más de 13.000 judíos. En la actualidad, en las placas conmemorativas ubicadas en las estaciones y las sinagogas de las ciudades de Rădăuţi, Vatra Dornei, Câmpulung Moldovenesc, Gura Humorului y Suceava está escrito que en otoño de 1941 por orden de Ion Antonescu, fueron deportados de Bucovina 91.845 judíos. Durante el periodo de deportaciones destaca el nombre de Traian Popovici, el alcalde de la ciudad de Cernăuţi de Bucovina, que salvó la vida de casi 19.000 judíos. El historiador Andrei Oişteanu ha recordado el comienzo del genocidio judío de hace 75 años.
Salieron de la estación de Burdujeni, en carros de mercancías y luego durante el viaje, a los que iban arrastrando sus pies los mataron y los tiraron al lado del camino. Por esta razón, Goebbels apuntaba en su diario que los rumanos no sabían como organizar un genocidio ya que tiraban a los muertos en el camino, lo que causaba epidemias e infecciones. Se sabe que a los judíos les robaron todo lo que tenían, todos sus bienes e incluso tuvieron que entregar las llaves de sus casas, el dinero y las joyas. Es más, la misma orden establecía que era obligatorio matar a los que escondieran sus bienes. Los judíos que no murieron durante el viaje, acabaron en los campos de concentración donde no fueron asesinados con gas, pero fueron fusilados o murieron por inanición y por enfermedad, que había en todos los campos.
Los judíos de Besarabia también fueron víctimas de la represión. En octubre de 1941 fueron creados guetos y campos de concentración en más de 150 localidades. Entre octubre de 1941 y agosto de 1942 fueron deportados 150.000 judíos del norte de Rumanía (Bucovina, Moldavia y Besarabia), de los que solo alrededor de 50.000 sobrevivieron.
Los judíos de Besarabia fueron obligados a trabajos forzados como la construcción de carreteras. Lo peor de todo era la situación de los niños, ya que muchos se habían quedado huérfanos. Un 22% de los deportados eran niños. De ellos, unos 20.000 iban a morir de frío, hambre y enfermedad.
El 9 de octubre de 1941 fue el comienzo del fin para los 700.000 judíos que formaban la comunidad judía de la Rumanía Grande. El monstruoso fenómeno del Holocausto representa, junto con el Gúlag comunista, la cara diabólica de la imaginación humana, otra personificación del mal en la historia.