La industria de armamento en la Rumanía comunista
Mientras haya guerras en el mundo, las armas serán siempre fuente de ingresos para sus productores. La aparición del Estado ha protegido y alentado la producción de armas, tanto por razones de seguridad nacional, como para la obtención de recursos financi
Steliu Lambru, 29.09.2015, 15:45
Mientras
haya guerras en el mundo, las armas serán siempre fuente de ingresos para sus
productores. La aparición del Estado ha protegido y alentado la producción de
armas, tanto por razones de seguridad nacional, como para la obtención de
recursos financieros. El hecho de que las guerras hayan significado oportunidades de negocio y
progreso tecnológico ya no es un secreto para nadie. A pesar de ser una
realidad cínica y horrible, las guerras han contribuido al desarrollo de los
estados y a la salida de las crisis, tal como ocurrió durante la Segunda Guerra
Mundial.
Al
final de la segunda conflagración mundial, Rumanía fue tratada como país
vencido. De este modo, estuvo sometida a restricciones con respecto al número
de militares y a la cantidad de armamento que producía, pero el gobierno
comunista de Bucarest no podía renunciar por completo a la fabricación de armas
y municiones porque las agrupaciones de guerrilleros que luchaban en las
montañas representaban un reto permanente. La industria rumana de armamento del
final de la guerra y de los años 50, producía armamento ligero individual, como
pistolas, lanzagranadas o rifles. Desde el punto de vista militar, Rumanía se
había sumado al Tratado de Varsovia, una alianza fundada en 1955, a iniciativa
del líder soviético Nikita Hrusciov, a la cual pertenecían Albania, Bulgaria,
Checoslovaquia, la República Democrática Alemana, Polonia, Hungría, y claro
está, la antigua Unión Soviética. La pertenencia a la alianza dirigida por la
Unión Soviética significaba alinear los estándares del equipo militar.
ªA
principios de los años sesenta, la política de
distanciamiento de Rumanía frente a la Unión Soviética significó la
elaboración de una estrategia para una industria nacional de defensa. Aunque
formaba parte de la alianza militar del Tratado de Varsovia, Rumanía sintió la
necesidad de desarrollar esta industria. En una entrevista concedida en 2002
para el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana, Maxim Berghianu,
antiguo presidente del Comité de Estado para la Planificación, destacó las
razones que idearían el desarrollo de una industria nacional de armamento.
La
industria de defensa se desarrolló poderosamente por dos razones: primero, para
no tener que pagar un tributo, o al antojo de los miembros del Consejo de Ayuda
Económica Recíproca en asuntos de armas, y para no depender exclusivamente de
los rusos, y en segundo lugar, además de dotar al ejército, pensábamos también
en exportar, porque las exportaciones nos aportaban divisas. Nunca exportamos tanques. Exportamos
transportadores anfibios, blindados, mucho armamento individual, pistolas,
ametralladoras AKG y lanzagranadas. Producíamos mucha munición para los cañones
e incluso cañones. Nosotros fabricamos el cañón de 150 milímetros que alcanzaba
hasta 50 kilómetros. Producíamos también trinitrotolueno. En
cambio, la mayor parte de las dotaciones del ejército rumano y de la técnica
militar se importaba, especialmente de la Unión Soviética. Tras la invasión de
Checoslovaquia en 1968, Rumanía aceleró el proceso de creación de la industria nacional de armamento,
tanto en investigación y diseño, como en
ejecución. El Instituto de Investigaciones y Proyecciones de Armamento,
Municiones y Aparatos Ópticos se encargaba de los equipos terrestres, mientras
que una institución gemela se ocupaba de la aviación. Rumanía empezaba a
producir armamento pesado como tanques, transportadores blindados, obuses,
cañones, aviones, lanzamisiles, ametralladoras, pistolas ametralladoras y
fusiles de mirilla y vehículos militares.
Maxim
Berghianu evidenció también que todo el proyecto de la industria armamentística
se desarrolló a iniciativas del nuevo líder en aquel entonces, Nicolae
Ceausescu, que sucedía a Dej, éste
último considerado el Stalin de Rumanía.
Los
planes venían de Ceausescu y de costumbre se analizaban primero, desde el punto
de vista estratégico, con los especialistas militares. Rumanía había
desarrollado una rama de construcción de maquinaría y otra para la industria de
defensa, cuyo vicepresidente era un oficial de aviación, Ceandru. Este
analizaba con los especialistas las propuestas, pero la decisión final la
tomaba el propio Ceausescu, que era el comandante supremo del ejército
La
aviación fue considerada una de las prioridades de la industria nacional de
armamento dado que Rumanía había heredado la tradición del período de
entreguerras, pero tuvo que suspender la actividad obligada por la Unión
Soviética. Maxim Berghianu nos amplía detalles.
En
Rumanía, prácticamente resucitamos la industria de la aviación. Creamos en
Bacau una gran empresa, en Bucarest fabricábamos los motores y en Craiova
abrimos también una planta. Ceausescu ambicionaba desarrollar esta rama de la
industria, considerando que un país que desarrolla la aviación cuenta con una
industria moderna, porque la aviación implica el desarrollo de aparatos de
medición y control sofisticados. Paralelamente con el desarrollo de la
industria de maquinaria para las unidades térmicas e hidraúlicas, tuvimos que
desarrollar también la industria electrónica y electrotécnica para producir
aparatos de alta tensión. Así nacieron las plantas Electroputere,
Electroaparataj y Electroamgnética. Tuvimos que desarrollar la industria
electrónica y óptica y así fue creada la plataforma industrial de Pipera.
La
industria rumana de armamento fue un proyecto que se llevó a efecto hasta comienzos
de los años 80, pero el débil rendimiento económico del régimen comunista hizo
que en 1989 ésta llegase al borde del colapso.