El tesoro de Polonia trasladado a Rumanía
En el verano del año 1939 se firmó el tan odiado pacto Ribbentrop-Molotov entre la Alemania nazi y la Unión Soviética
Steliu Lambru, 22.06.2015, 15:53
En el
otoño del año 1939, poco después de la conclusión del tan odiado pacto
Ribbentrop-Molotov entre la Alemania nazi y la Unión Soviética, estas dos
potencias totalitarias iniciaron la repartición de las zonas de ocupación e
influencia según habían establecido. Polonia era el primer país en la lista
negra y en la segunda mitad del mes de septiembre iba a ser borrado del mapa.
Al ataque alemán del 1 de septiembre de 1939, le siguió el soviético del 17 de septiembre, y Polonia, atrapada
entre dos colosos, no pudo resistir más de dos semanas.
Siguió el calvario de la evacuación de los
militares polacos que habían sobrevivido y de la población civil, así como el
de la protección de los bienes del estado polaco. Entre éstos, el tesoro del
Banco Nacional de Polonia, cuya mayor parte procedía del castillo Wawel de
Cracovia. Dado que en el mes de marzo de 1939 también Checoslovaquia había sido
ocupada por Alemania y desmembrada como estado y Hungría era aliado de Alemania, la única vía de escape
para las riquezas de Polonia era Rumanía. Conviene subrayar que al final de la
Primera Guerra Mundial, Rumanía llegó a ser de nuevo vecina de Polonia, tras
haber tenido la región rumana de Moldavia durante la Edad Media, frontera
directa con el Reino de Polonia con el que había mantenido importantes
relaciones hasta principios del siglo XVIII.
En estas condiciones empezó la odisea de unas impresionantes colecciones
que abarcaban cientos de objetos preciosos. Las más importantes eran las más de
300 tapicerías de seda Jagellone bordadas con hilo de oro y plata, de las
cuales casi 110 databan de la primera
mitad del siglo XVI, seguidas por la espada
ceremonial Szczerbiec para la coronación de los reyes polacos entre los
años 1320 y 1764, y por un ejemplar original de la Biblia impresa en 1455, por Johannes Gutenberg.
El camino por Rumanía estaba todavía libre y las autoridades rumanas colaboraron
de cerca con las francesas y británicas que
garantizarían la evacuación del tesoro polaco.
Traian Borcescu, oficial en el marco del Servicio Especial de Inteligencia,
fue testigo de la operación a través de la cual los valores polacos cruzarían
Rumanía bajo máxima vigilancia. Escuchen a continuación la entrevista concedida
por éste, en 2003, para el Centro de Historia Oral de la Radiodifusión Rumana:
Formaba parte del Estado Mayor y había sido destinado cerca del coronel
Diaconescu, un oficial encargado de vigilar el traslado de la población y las autoridades
desde Polonia a Rumanía. Los polacos, que todavía no habían reconocido la unión
de Transilvania con Rumanía, tomaban más bien partido por los húngaros, pero
fueron precisamente éstos los que que no les ayudaron. A instancias
francoinglesas fuimos nosotros, los rumanos, los que les ayudamos a evacuar el
tesoro atravesando Rumanía. Armand Calinescu aceptó a condición de que el
ejército fuese desarmado en la frontera, y se seleccionaran y apartaran los
agentes extranjeros, y se entregaran las armas y que el tesoro fuese llevado en secreto, un día que tanto rusos, como alemanes desconocieran,
para evitar la posibilidad de un ataque.
El 3 de septiembre de 1939, por la frontera polaco rumana, que iba a
desaparecer después de 1945, cruzó un
convoy de camiones, carros y vagones de tren. Traian Borcescu ha reconstruido el
itinerario del tesoro polaco hasta el mar Negro, donde iba a ser embarcado en
un submarino:
Se efectuaron dos transportes desde Visnita hasta Cernauti y luego, desde
Cernauti hasta Constanza. Al principio, nos quedamos con una parte del tesoro
para mantener a las tropas y a los refugiados polacos, pero ante el mandato
franco inglés, admitimos que el tesoro,
compuesto de casi 70 cajas y paquetes, fuese embarcado en un submarino británico, en Constanta, bajo el mando del
capitán Brett. Este transporte se hizo en tren, entre Visnita y Cernauti en
automóviles, y entre Cernauti y Constanta nuevamente en tren, hasta Galati.
Desde Galati a Constanta no sé a ciencia cierta si el transporte se efectuó en
coches, pero en Constanta estuvo
bloqueado por el ejército rumano, por los servicios de inteligencia rumano y
polaco, y por los agentes francoingleses. El tesoro no podía quedarse en
territorio rumano aunque nosotros habíamos manifestado nuestra disposición para
guardarlo. Los británicos se dieron cuenta de que Rumanía iba a tener el mismo
destino que Polonia a causa del Pacto firmado en agosto de 1939, que estipulaba
que las zonas de influencia rusa iban hacia el mar Báltico y las zonas alemanas de influencia abarcaban a Rumanía y
Bulgaria. En consecuencia, el caso de ser ocupados, el tesoro no debería caer
en manos de los alemanes.
Una pequeña parte del tesoro polaco se quedó en Rumanía. En el verano del
año 1944, aquella pequeña parte de 3 toneladas del tesoro polaco se sumaría a las 242 toneladas de oro del Banco Nacional
de Rumanía que iban a ser transportadas al monasterio de Tismana para ser
protegidas ante la invasión soviética. El nombre en clave de la operación era
Neptuno y el tesoro llegó en condiciones de máximo secreto a una cueva cerca
del monasterio de Tismana. En 1947, el
oro del Banco Nacional de Rumanía regresó a Bucarest y las 3 toneladas del
tesoro polaco fueron devueltas a su propietario de pleno derecho.
La odisea del oro polaco ha sido
también tema de una película polaco rumana, titulada El Tren de Oro,
realizada en 1986 por Bohdan Poreba. La película tiene dos partes y los papeles
principales son interpretados por actores polacos y rumanos. Una vez a salvo de
ser capturado por los alemanes el tesoro polaco empezó otro viaje rumbo a
Malta, Suiza, el Vaticano y Francia, pero tampoco en este último pudo
permanecer porque la ocupación alemana le acechaba también allí, y por ello saldría
hacia Canadá y EE.UU. en busca del tan codiciado lugar seguro.