Los refugiados armenios de Rumanía
Una de las principales características del siglo XX son los genocidios. Las víctimas del primer genocidio que abrió la larga lista fueron los armenios del Imperio otomano, una persecución que supuso la exterminación de 1,5 millones de armenios, casi la mi
Steliu Lambru, 18.05.2015, 15:40
Una de las principales características
del siglo XX son los genocidios. Las víctimas del primer genocidio que abrió la
larga lista fueron los armenios del Imperio otomano, una persecución que supuso
la exterminación de 1,5 millones de armenios, casi la mitad de los miembros de
esta nación. El motivo oficial con el que los gobernantes otomanos intentaron
justificar su crimen fue que los armenios habían fraternizado con el ejército
ruso. En realidad los motivos fueron de orden político, el nacionalismo y la ideología
panturánica, económicos, ya que los armenios y los griegos manejaban el
comercio y los bancos dentro del Imperio otomano, y religiosos, los líderes
religiosos musulmanes habían declarado la yihad global contra todos los
infieles. El 24 de abril de 1915, Talaat Pasha, Gran Visir y ministro de las Comunicaciones,
emitió una circular para
que los armenios fueran deportados.
Los más afortunados
lograron salvarse. Algunos se refugiaron en otros países incluida Rumanía según
nos señaló el historiador Eduard Antonian.
El sultán
Abdul Hamid II, al cual la historia bautizó como el Sultán Rojo o el Gran
Asesino, dio la orden de matar a 350.000 armenios. En aquellas circunstancias
muchos armenios que vivían en el Imperio otomano se refugiaron en otros países
incluida Rumanía. Hoy día, el 10% de la comunidad armenia de Rumanía está
formada por los descendientes de los armenios que se salvaron del genocidio. Los
primeros refugiados abrieron pequeñas tiendas en Rumanía, rehicieron su vida y
lograron integrarse perfectamente en la sociedad rumana.
Le pedimos a Eduard Antonian que nos explicara cómo habían
logrado escaparse los armenios que llegaron a Rumanía.
Una parte de los armenios que se salvaron
fueron ayudados por la población civil turca y otros tuvieron pura y
simplemente suerte. Algunos lograron sobornar a las autoridades otomanas o salvaron
su vida gracias a las misiones diplomáticas extranjeras. Un papel importante lo
desarrolló la embajada de EE.UU. El embajador Henry Morgenthau, en sus
memorias, denunció los crímenes contra los armenios y se implicó activamente
para ayudar a los armenios que se habían salvado.
Los historiadores
estiman que aproximadamente unos 20.000 refugiados armenios, de los cuales un
cuarto eran huérfanos, vinieron a Rumanía donde fueron ayudados por la
comunidad armenia de aquí. Eduard
Antonian rehizo la ruta de los que se fugaron del Imperio otomano y buscaron
otro lugar donde rehacer su vida.
Mi
bisabuelo y sus hijos subieron a un buque francés que salió de Estambul y los
llevó al puerto rumano de Constanza. En el mismo buque viajaban algunos miles
de huérfanos del genocidio. En Rumanía había una comunidad armenia bien estructurada
y rica con muchas personalidades como Krikor Zambaccian, Grigore Trancu-Iaşi y los
hermanos Manisarian, los comerciantes más importantes del sudeste de Europa. Cuando
los refugiados llegaron al puerto Constanza, todo el mundo se quedó horrorizado.
El periódico Adevărul de 1915 tenía
corresponsales en Estambul que habían escrito sobre el genocidio y de este modo
los rumanos conocían lo que había ocurrido en el Imperio otomano. Armenad
Manisarian, el segundo presidente de la Unión de los Armenios, se entrevistó
con el primer ministro rumano Brătianu y obtuvo el visto bueno para que los
refugiados se quedaran en Rumanía. La comunidad armenia compró un terreno en la
proximidad de la ciudad de Iaşi donde construyó un orfanato y allí se criaron y
fueron educados los huérfanos que no habían sido adoptados por otras familias
armenias de Rumanía. Muchos armenios abrieron pequeñas tiendas. Lo mismo hizo
mi bisabuelo quien abrió una zapatería en Bucarest.
Con el paso del
tiempo, los traumas causados por la guerra y el genocidio se atenuaron pero no
desaparecieron. Eduard Antonian nos contó que los refugiados armenios de Rumanía
vivieron entre recuerdos atroces y esperanza.
Los
armenios del Imperio otomano siempre se consideraron ciudadanos otomanos y
fueron buenos ciudadanos. Pagaban los impuestos, hacían el servicio militar,
hablaban el turco. Incluso hoy día hay algunos ancianos que hablan turco.
Lamentablemente, en 1945, una parte de los armenios se dejó engañar por la
propaganda soviética y se repatrió a Armenia. En 1991, cuando Armenia declaró
su independencia, algunos de sus descendientes volvieron a Rumanía. Los
refugiados armenios de Rumanía se salvaron para contar las historias
desconocidas de los que murieron en el desierto Anatolia en 1915 y para transformar
lo inhumano en lo humano.